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Celebran el centenario de Edmundo Valadés con la edición virtual de El Cuento

*Leyó más de 10 mil cuentos, diseñó planas, corrigió galeras y recorrió librerías para asegurarse de la distribución, recuerda Agustín Monsreal

Silvia Isabel Gámez / Agencia Reforma

Ciudad de México

En el centenario de Edmundo Valadés, El Cuento, sus 150 números, están en la red, al alcance de los lectores. Un “acervo inigualable”, como lo define el escritor Agustín Monsreal, listo para deleitar al paladar cuentístico más exigente.
La Biblioteca Digital de El Cuento permite el acceso a la totalidad de la revista. “Es un facsímil”, precisa Monsreal, quien supervisó el proyecto. Desde esta tarde, 6 mil 668 cuentos están disponibles en www.elcuentorevistadeimaginacion.org.
Valadés vivió para El Cuento, nunca del cuento. “Era su proyecto de vida”, afirma su colaborador. El director cumplía en la revista todo tipo de funciones. No sólo leyó más de 10 mil cuentos, sino que diseñó planas, corrigió galeras y recorrió librerías para asegurarse de la distribución.
En 1939, cuando don Edmundo fundó la revista con su amigo Horacio Quiñones, sólo publicó cinco números, debido a que la Segunda Guerra Mundial elevó el precio del papel. Después de un largo paréntesis, El Cuento resurgió en 1964 ya convertido en su “gran pasión”.
“La revista inauguró un campo que no existía en la literatura latinoamericana, abrió puertas a nuevos autores y encantó a miles de lectores con lo mejor del cuento universal”, asegura el argentino Mempo Giardinelli. “Fue un hallazgo cultural incomparable, tan trascendental que me parece que aún no se tiene conciencia de su verdadera dimensión. Don Edmundo fue un visionario generoso, porque sacrificó su tiempo creativo. Y eso hay que subrayarlo, porque era un cuentista excepcional”.
Valadés llega a su centenario este domingo, considera Monsreal, quizá injustamente más recordado por su labor en la revista que por su obra cuentística, publicada en La muerte tiene permiso (1955), Las dualidades funestas (1966) y Sólo los sueños y los deseos son inmortales, palomita (1980), a la que sumó antologías como El libro de la imaginación (1970).
Su amigo, el poeta José Ángel Leyva, recuerda que el propio autor reconocía su infidelidad al oficio. Su problema no era imaginar historias, sino sentarse a escribirlas. Se dejaba distraer por las tentaciones.
“Su obra es breve, pero muy significativa”, afirma Leyva. “Pertenece a la generación de Arreola y Rulfo, que se caracterizó por su exigencia literaria, su rigor narrativo”.
Tras la muerte de Valadés, en 1994, la revista continuó bajo la dirección de Monsreal, José de la Colina y Juan Antonio Ascencio. Hasta que se decidió poner a dormir el proyecto.
Pero ya despertó. “Y si viera con qué ganas de vivir”, dice Monsreal. La Biblioteca Digital era una deuda, agrega, que el editor Adrián García Valadés tenía con su tío, don Edmundo, y con la revista para que su contenido no se perdiera. “Difícilmente se puede encontrar una colección completa”.
Un logro de El Cuento, afirma, fue su contribución a hacer de la minificción un género literario. Destacó también por su apertura. “Si encontraba un buen cuento, don Edmundo lo publicaba. No por una cuestión de compadrazgo ni compromiso político”.
La Biblioteca Digital, que será presentada hoy a las 19 horas en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia (Nuevo León 91), permitirá a los lectores enviar consultas y sugerencias.
“El mejor escenario sería que continuara la revista, pero ahora en formato digital”, concluye Monsreal. “Sumar nuevos números, autores, cuentos”.

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