Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Abelardo Martín M.

Clase gobernante adicta, sociedad codependiente

En los últimos lustros, el país ha caído en una espiral de deterioro cada vez más evidente y menos reconocida, especialmente por las autoridades de los distintos niveles de gobierno. Perdido el sentido, la dirección y el rumbo, los funcionarios han visto disminuida su capacidad para cumplir las funciones de gobierno, se sienten incómodos como gobernantes y prefieren la comodidad de las campañas políticas eternas. Prometer y prometer, y no cumplir lo ofrecido.
Es inexplicable que quienes han perdido la confianza del pueblo asuman que son “la opción” para superar los problemas que, cuando les tocó enfrentarlos, sufrieron una suerte de enanismo, fruto de la soberbia, el egoísmo y el ensimismamiento en sus propias lucubraciones. Lejos de escuchar la voz popular, los funcionarios asumen que sus enemigos políticos buscan su ridiculización y prefieren hacer caso omiso, sin darse cuenta que pierden no sólo el contacto con la realidad, sino hasta el sentido común.
¿Cómo interpretar el auto destape de doña Margarita Zavala de Calderón como pre pre pre candidata a la presidencia de la República, cuyas elecciones habrán de efectuarse el primer domingo de julio de 2018, ni más ni menos que dentro de tres años y unos cuantos días? No se dio cuenta la señora que la gran mayoría de los mexicanos terminó saturada de spots de la última campaña política. Dejó entrever la señora Zavala de Calderón que está dispuesta a asumir una candidatura “independiente” si ella y su esposo no logran recuperar el control del PAN, partido en el que hicieron sendas carreras políticas exitosas y que desperdiciaron al ser gobernantes.
Este modelo de políticos lo padecen también los estados de la República, con sus políticos y funcionarios que ven en las campañas la comodidad de “ofrecer y prometer” lo que ya con el triunfo electoral en la bolsa olvidan con facilidad. O prefieren iniciar, desde el puesto público, la campaña para escalar otra posición administrativa o electoral. Da igual.
Esa es la única explicación que puede darse a la anticipación de unas elecciones a la presidencia de la República que ocurrirán dentro de tres años, pero para las que algunos “actores políticos” ya se anticipan.
Llama la atención el llamado del arzobispo de la arquidiócesis de Acapulco, Carlos Garfias Merlos, quien hizo un llamado a los perdedores de las elecciones a reconocer los resultados de la última contienda electoral. “Es oportunidad de construir un nuevo futuro”, dijo el prelado, frase que nos remite a la sensatez.
El periodo de campañas ya concluyó y es momento de que “nos unamos para trabajar en torno a proyectos en común, donde lo más importante es el bienestar de la comunidad, el impulso a esquemas de gobierno donde la ciudadanía sea la más beneficiada”. Aseguró que la Iglesia va a confiar en las decisiones que tomarán cuando estén al frente de los diferentes cargos, para que contribuyan a mejores condiciones en Guerrero, y a las autoridades que están por concluir su periodo “reconocemos su trabajo y les pedimos que se mantengan ecuánimes, justos, y leales en los últimos meses de su administración”.
“Más que demostrar las inconformidades sociales que hacen mucho daño, creo que todos en ese rango podemos tener el conocimiento del bloqueo que se había mantenido por 10 días en Costa Chica, eso está perjudicando mucho la vida cotidiana de esa región, esos bloqueos son algo que tenemos que reprobar y pedir a quienes lo provocan que este tipo de manifestaciones no son buenas, que busquen a las instancias correspondientes”.
Sobre los hechos de violencia que el sábado dejaron cuatro muertos, el arzobispo declaró que “esta realidad de violencia nos sigue llamando a que todos podamos hacer el esfuerzo de construcción de paz y seguirá siendo muy urgente, que se pueda tener la coordinación entre las autoridades estatales, federales y municipales, para ir buscando implementar acciones que favorezcan a crear condiciones de seguridad”.

El que se mueve no sale

La clásica frase del desaparecido dirigente cetemista Fçidel Velázquez Sánchez, de que quien se mueve “no sale” perdió totalmente vigencia ante los autodestapes por la presidencia del país. Ahí está también el caso del jefe de gobierno del DF, Miguel Ángel Mancera, quien también ya alzó la mano, sin preocuparse de que su gobierno deja más deudas que activos. Convertir el Zócalo en cancha chafa de béisbol para circo de la plebe confirma que en la ciudad de México el gobierno no existe. Si no, ahí están los ambulantes, las marchas, el desorden que priva en la capital en donde la plaza cívica por excelencia se convierte igual en pista de patinaje, que en carpa o en campo beisbolero. “Sólo se rompieron dos vidrios”, dijeron los voceros del espectáculo del gobierno. Sin duda la responsabilidad de gobernar está perdida o distorsionada.
Ya algún sicólogo ha comparado la situación entre gobernantes y gobernados como el síndrome que padecen las familias donde la adicción ha hecho presa a alguno de sus integrantes. Los miembros de la familia se convierten en rehenes del adicto. Así le ocurre a la sociedad, es codependiente del gobierno, cuyos funcionarios son adictos al poder, al dinero y dejan de cumplir sus responsabilidades, no por maldad sino porque son víctimas de una enfermedad de la que no se tiene la menor consciencia: la adicción y todas sus nefastas secuelas.
La sociedad, por su parte, como codependiente vive en función y en atención a los humores y desajustes del adicto. Si es presa de la euforia, contagia la fiesta, si de la depresión, desalienta a los demás. Uno de los temas básicos para superar cualquier adicción, dicen los especialistas, es la recuperación del “gobierno”, es decir de la responsabilidad, la congruencia, los resultados de la tarea que se tiene asignada.
Porqué la señora Zavala de Calderón no comienza con un autodiagnóstico del gobierno en el que participó, sin duda, de manera influyente y activa, pero del que se tiene tan mal recuerdo y peores resultados. Porque la enfermedad, dicen los que saben, “no hace consciencia”. Ese es el drama de los adictos, no saben que sufren una enfermedad y creen es un problema de los demás que no los entienden, no los aceptan. Todo un tema para la sicología social. El hecho es que las campañas electorales anticipadas se vuelven en cortinas de humo para eludir la responsabilidad gubernamental.
Han pasado las elecciones, los resultados están a la vista. Es tiempo de que quienes obtuvieron triunfos den resultados, no de quedar, otra vez, atrapados en la mitad de las precampañas que mucho estorban y no dejan trabajar.

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