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Paramilitares atacaron a los normalistas en Iguala, plantea Arturo Miranda en un nuevo libro

*Presenta el investigador de la UAG Los 43 normalistas que conmocionaron a México, en Tixtla. Expone que el Ejército y la Policía Federal son “expertos en generar esa clase de clímax, eso sólo pueden lograrlo agentes del Estado”

Lourdes Chávez

Tixtla

Los 43 normalistas que conmocionaron a México es un libro de análisis del luchador social y académico Arturo Miranda Ramírez, acerca de los crímenes del 26 de septiembre en Iguala, y plantea que fueron paramilitares (soldados y policías federales) los que de forma premeditada mataron y desaparecieron a estudiantes de Ayotzinapa para beneficiar al PRI en las elecciones del 7 de junio.
Advirtió que, “la sangre de los asesinados y los desaparecidos es el precio que se está pagando para que el dinosaurio regrese (a gobernar) al estado”.
En la presentación del libro en el auditorio de servicios municipales de Tixtla, ocupado por el Movimiento Popular Municipal, dijo que la noche de la agresión los estudiantes lo mantuvieron informado de lo que sucedía en Iguala.
Comprendió de inmediato que los agresores eran paramilitares, por la manera tan ordenada, tan coordinada en que consumaron los crímenes de lesa humanidad, “me refiero al Ejército y la Policía Federal, expertos en generar esa clase de clímax, eso sólo pueden lograrlo agentes del Estado”.
Afirmó que los ataques fueron un plan predeterminado de caciques relegados y del gobierno federal, para desestabilizar mediante el terror.
Como antecedente mencionó que unos días antes de la masacre y desaparición forzada de 43 estudiantes de Ayotzinapa, fueron las elecciones de delegados del PRD, los encargados de nombrar a los candidatos de las siguientes elecciones.
El entonces gobernador Ángel Aguirre Rivero, “con todos los priistas que lo acompañaban y otros más, logró que 50 por ciento de los delegados fueran de su corriente, Izquierda Progresista. El otro 50 por ciento correspondía a Los Chuchos y compañía”, dijo en referencia al grupo del PRD nacional que encabezan Jesús Zambrano y Jesús Ortega.
“Sabiendo que Los Chuchos son mercenarios de la política y que harían alianza con el gobernador”, tenían garantizada la mayoría y los principales espacios de poder, afirmó.
Recordó que el senador Sofío Ramírez era su precandidato a gobernador, su hijo buscaba la alcaldía de Acapulco, y para los aguirristas Salgado Leyva iba para alcalde de Chilpancingo, por citar unos ejemplos.
Dijo que Aguirre era incondicional del presidente Enrique Peña Nieto, y aún así no entendió que sería utilizado en la estrategia que se avecinaba.
Aguirre tenía “fobia, un odio especial a los normalistas”, y se prestó para el asesinato de dos normalistas el 12 de diciembre de 2011, en un desalojo a balazos en la autopista del Sol. Según la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), fueron agentes estatales los que asesinaron a los jóvenes ese día.
La acción de los normalistas el 26 de septiembre de pedir dinero y la retención de autobuses en Iguala, representó la oportunidad de ejecutar el plan para derrocar al gobierno, desprestigiar al PRD y limpiar el estado a favor del PRI, afirmó.
“Al sentirse otros caciques como (Rubén) Figueroa (Alcocer) con el temor de que al surgir Aguirre como el principal cacique en el estado con todo el PRD a su entorno, dijeron ¿y entonces nosotros con qué bateamos?, y (el presidente Enrique) Peña dice: ¿y mis reformas?”, quien estimó que el poder amplio de Aguirre en Guerrero podría generarle problemas, aseguró el investigador.
En la búsqueda de aclarar su hipótesis, encontró videos en Internet en los que dos militares revelaron que el gobierno federal y el Ejército tenían el acuerdo de asesinar a 17 normalistas “para sembrar terror, miedo y la dispersión”.
Sumado a las declaraciones del general Francisco Gallardo, preso político que siendo general lucha por los derechos humanos de los soldados, quien fue excarcelado por un movimiento de apoyo internacional.
El militar retirado le dio el sustento para afirmar que en Iguala los militares y policías federales consumaron los crímenes, aseveró.

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