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Música, deportes y un tranquilo atardecer, disfrutan bañistas en la playa Tamarindos Sumario

Karla Galarce Sosa

Bañistas locales y provenientes del centro del país disfrutan de la tranquilidad que brinda la playa Tamarindos al atardecer.
El sonido que emiten las bocinas en la tercia de negocios que ofrecen espacios iluminados donde poder disfrutar de la noche, son escuchados desde el mediodía por los bañistas, quienes se resguardan no sólo del sol sino también de la oscuridad al caer la noche.
Prestadores de servicios turísticos insistieron a las autoridades locales que se haga la reposición de luminarias en la Zona Federal Marítimo Terrestre (Zofemat), de donde los visitantes deciden abandonar la playa antes del anochecer por temor a ser víctimas de algún asalto.
El desfile, en el tramo que comienza en la Vía Rápida, y que concluye frente al ex Golfito, involucra a deportistas, corredores, paseantes, parejas de enamorados, familias completas y, ocasionalmente, a una pareja de policías municipales que, a bordo de una cuatrimoto con la leyenda “Grupo arena”, vigilan la playa hasta antes de las 6 de la tarde.
La música que se escucha en los negocios, donde se aloja a la mayor cantidad de visitantes, primordialmente locales, son acordes de agrupaciones de cumbia, entre las que destacan la Sonora Dinamita o el desaparecido cantante guerrerense Joan Sebastian.
De una mochila, los voleibolistas extraen los límites de una cancha y delimitan su zona de juego de entre los vacacionistas locales y los acapulqueños, quienes habitualmente disfrutan de un fresco atardecer en la playa Tamarindos.
A diferencia de la recién certificada playa y Icacos, en Tamarindos el salvavidas mantuvo una vigilancia hasta después de las 8 de la noche, cuando el sol comenzaba a ocultarse.
Una niña de piel morena y cabello dorado por el sol, jugaba con uno de los deportistas que desde las 5 de la tarde había llegado para correr de un lado a otro, frente al Oasis Jordan.
Una pareja de mujeres bebían y cantaban las canciones que se escuchaban de la rocola, mientras que un grupo de cuatro hombres sólo reunían las botellas de cerveza a un lado de las mesas donde las servían.
Hasta antes del atardecer, los turistas mantenían sus toallas tendidas en la tubería de los viejos toldos que sostuvieron los telares que los cubrieron del sol ayer.
Al ocultarse el sol se observó un éxodo de visitantes, pues la oscuridad en la playa, así como lo concentración de mobiliario en zonas poco iluminadas, generaron áreas de poca confianza que obligaron a los bañistas a retirarse.
“No queremos exponernos, aunque nos han dicho que hay gente en este lugar hasta pasada la madrugada traemos a los niños y no queremos que nada los asuste”, comentó la familia Núñez antes de dejar la playa Tamarindos .

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