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Federico Vite

¿Quién es Robert Coover?

Noir, editada este mes por Galaxia Guttenberg, es la novela más reciente de Robert Coover (1932), parte del movimiento posmodernista que cambió la faz de la literatura norteamericana a partir de los años 60. Algunos escritores como John Barth, Donald Barhelme, William Gass, Thomas Pynchon, Susan Sontag y Kurt Vonnegut Jr, ofrecieron otro rostro a la narrativa estadunidense al proponer temas y estéticas diversas, pero coincidentes en su parodia a los artificios y convencionalismos existentes en los géneros literarios.
El también autor de Ghost Town afirma en una de las entrevistas que ha concedido al The New York Time Review of Books que él utiliza la parodia, el humor, la blasfemia e iconoclastia porque son sus recursos, no armas para criticar los vicios de una sociedad como la de Estados Unidos. No estoy mínimamente interesado en la fantasía, afirma, excepto por la forma en que afecta a mi vida en el mundo real y a veces la odio. Sólo me interesa la realidad, señala, y es lo único acerca de lo que escribo; se puede decir que tal vez no la entiendo, pero mis formas son lúdicas y puede que eso le pase inadvertido al lector despistado. Lo he dicho desde el principio, concluye, como Kafka, como Beckett: soy un realista intransigente.
Coover es quien más se interesó en deconstruir la visión aristotélica de la ficción. Ironizó los estereotipos, tópicos literarios y fílmicos. No creía que la estructura de la novela decimonónica dijera algo a los lectores del siglo XX.
En Noir, Coover dirige su atención hacia una tendencia narrativa ampliamente codificada, la llamada serie negra. Este experimentado creador respeta las convenciones manidas de la novela negra: violencia, vicios, incestos, atracciones fatales, mujeres misteriosas, pistoleros, policías corruptos, etcétera. La ciudad, vista por Coover, es oscura, dueña de una noche interminable. El autor no ofrece detalles esenciales de sus escenarios, no abunda en las descripciones; da por sentado que todos entendemos el mundo del que nos da cuenta, en primera persona, un viejo detective que recuerda la obra de escritores geniales como John Franklin Bardin, Fredric Brown o Marc Behm. Coover pone a reflexionar sobre el propio género negro a su detective y claro, las disquisiciones son proclives al clásico pesimismo de quienes habitan libros del género referido.
En la novela, Noir, el protagonista, platica con el espectro de una hermosa viuda que le ha contratado y que es asesinada en las primeras páginas, pero que retorna constantemente para complicarle la vida y, de paso, seducir al aturdido hombre. Los juegos con los tiempos en el texto, en los que continuamente se invierte el orden cronológico de los acontecimientos, refuerzan aún más esa sensación de extrañeza que propone el autor.
Un detalle que me parece genial de este libro es el cuidado sentido del humor, un tanto extravagante, pero sentido del humor al fin y al cabo. Por ejemplo, durante los recorridos del detective por la ciudad de interminable noche, la lluvia hace literalmente sopa a este tipo. Él llega a la oficina con la ropa completamente mojada y mientras la gabardina, pantalón, camisa y saco se secan, la secretaria le ofrece sus medias para que el hombre no tenga frío. Esta escena del hombre reflexivo con medias se repite constantemente. Y de pronto el narrador nos focaliza un asunto misterioso: el vello púbico del detective se vea teñido de rubio, lo que origina comentarios homoeróticos del propio Noir. Es una joya esa parte de la novela, pues muestra lo que varios autores del género negro nunca tocan, la posible ambigüedad sexual del detective, ese prototipo de la masculinidad salvaje.
Coover homenajea tanto a la literatura como al film noir en este documento. Refiere escenas de Orson Welles, La dama de Shangai, y de Jean Luc Godard, Alphaville y Pierrot Le Fou. Aquí la experimentación con las formas narrativas se agradece, incluso nos recuerda algunos capítulos de Los Simpsons, donde cine y literatura forman parte de una fábula metareferencial.
Coover cierra de forma elegante la novela. El detective sigue con las dudas de las cosas poco usuales que han ocurrido en este caso. Y dice: ¿De dónde chingaos hemos salido? La respuesta de su acompañante es emblemática: Lamento decirle señor Noir, pero el caso de la desaparición de la viuda negra ha concluido. Noir es una novela que reúne una gran narración criminal, excéntrica; bordea la alucinación y la locura.

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