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Impacta al público el performance de artista austriaca radicada en México

Redacción

 

 

Doris Steinbichler, artista originaria de Austria, pero avecindada desde los años 90 en México, presentó un performance de tono místico en la Gran Galería del Centro Cultural Acapulco, la noche del jueves pasado.

Para llevar a cabo la pieza que ofreció en el Festival Internacional de Performance Transmuted se llama Conócete a ti mismo, fue invitando a cada persona que estaba en las afueras de la Gran Galería, porque su acto requería de la participación directa del público.

El trabajo se dividió en dos partes, la primera, consistió en sentar al público en cojines que dispuso en el piso, mientras ella, al centro, elaboraba ondas sonoras con recipientes de cristal, que golpeaba levemente con un par de piezas de cristal, y sonaban como campanas, pasaba por las bocas de los recipientes estas piezas y el sonido se expandía en el salón, penetrando los oídos de las personas, que estaban con los ojos cerrados y en silencio.

La austriaca comentó que la intención de su performance es hacer un viaje infinito, “quiero invitar a todos a estar en un momento del tiempo y el espacio, acompañándonos mutuamente en un reencuentro con nuestros sentidos, y en última instancia con nosotros mismos”.

Para crear un estado de trance, Steinbichler pasó entre los participantes esparciendo con suaves movimientos de la mano las vibraciones sonoras. Había un ambiente de gran espiritualidad, calma y sosiego.

Manejaba las frecuencias de sonido, las subía y bajaba, las convertía en colores: morado, verde, azul, amarillo, en un arcoiris de sensaciones. Antes de su presentación, comentó que esta pieza busca, mediante la sonoridad, crear sensaciones espirituales, que efectivamente logró.

Posteriormente, usó un láser múltiple, verde, que proyectaba sobre su pecho y las paredes, y daba la sensación de estar viendo un cielo estrellado. En el pecho tenía un espejo con forma de corazón, adornado con puntas de metal, y pasó entre la gente reflejando la luz, con lo que conseguía el efecto de pintar un corazón sobre los cuerpos, en una bella metáfora de la luz del corazón del artista que ilumina a su público.

En la segunda parte, salió del salón, y en unas tiras de plástico resistente que estaban dispuestas con anticipación en los árboles del patio, ayudada por un par de láseres verdes, proyectó la luz, y creó bellas líneas luminosas, que a veces tomaban forma de conchas de mar, otras, de centellas, anémonas, explosiones siderales, mientras ella se arrojaba sobre las tiras de plástico, haciendo magia con su delgado cuerpo cubierto de estelas verdes.

Una de los participantes comentó sobre la experiencia: “sentí como si estuviera en una habitación desconocida, oscura y fría, luego se fue iluminando con una luz blanca; tenía miedo, me sentía angustiado, sentí como si alguien se asomara a verme y cuando yo lo volteaba a ver, se escondía, pero luego me fui relajando. Me sentí muy bien”.

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