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Jaime Castrejón Diez

El candidato del PRI

También en el Partido Revolucionario Institucional se dieron las circunstancias para que hubiera un candidato único. El candidato Enrique Peña Nieto había sido puntero en las encuestas por más de un año y hubo poca competencia para ganarle la nominación, el único que se mencionaba era el líder del Senado Manlio Fabio Beltrones, pero los juegos del PRI que comandaba Humberto Moreira lo marginaron. Fue también factor la fuerza de la Cámara de Diputados que obedecía a Enrique Peña Nieto y bloqueaba todas las acciones que podían haber sido parte de una precampaña del mencionado senador Beltrones. El ser candidato único tiene ventajas, no se desgastó en la contienda interna, pero también tiene desventajas pues el haber sido nominado casi por aclamación no le permitió presentar su pensamiento y su plataforma. Realmente llegó en un movimiento muy típico del viejo Partido Revolucionario Institucional que para evitar las divisiones internas, prefería tener candidatos únicos ungidos casi por aclamación.
El candidato empezó a hablar del nuevo PRI, es decir a tratar de desligarse de la herencia del viejo PRI, sin embargo los viejos cacicazgos han sido respetados y los antiguos vicios del PRI están a la vista. No sabe uno si creer que los vicios han sido superados porque hay una herencia negra y personajes negros también, como Mario Marín ex gobernador de Puebla, Ulises Ruiz de Oaxaca, Humberto Moreira de Coahuila y otros gobernadores y políticos que representan precisamente el viejo PRI, del que se quiere desligar en su retórica el candidato del PRI. La verdad de la real politik es que no sólo los abraza sino que los lleva a su grupo de campaña. Si vemos la lista de sus compañeros de viaje nos damos cuenta que hay muchos personajes que realmente tienen el repudio de la ciudadanía.
Parte de la plataforma de campaña es que están en contra de una elección de Estado. La idea de que el PAN está utilizando instrumentos del gobierno federal para propiciar su candidatura, ha sido expuesto por el mismo candidato y por muchos de los líderes del partido, en varias ocasiones. Tal vez sí haya una interferencia del Partido Acción Nacional, pero no es suficiente ni para Acción Nacional estar recordando los vicios del PRI ni para el PRI estar protestando por la posibilidad de una elección de Estado. Ambos tienen cola que les pisen.
En este momento los 18 gobernadores priístas son un activo importante para el candidato, pero hay que ver también que algunos de ellos han desarrollado resistencias y pudiera reflejarse también en la votación hacia la Presidencia de la República. Es también obvio que los gobernadores priístas en estos doce años que no ha habido un priísta en Los Pinos se han convertido en verdaderos señores feudales, que manejan su Poder Legislativo y el mismo partido con sus ideas personales. Esta será realmente la prueba difícil, sí llega a ganar la Presidencia de la República poder volver a los gobernadores a su estadía anterior, es decir que el presidente de la República puede dominar los problemas estatales que hasta ahora los gobernadores celosamente han guardado para ellos.
La guerra del PRI es contra los antipriístas, no necesariamente del partido en el gobierno sino que hay una corriente antipriísta en el país que se puede detectar fácilmente, que casi se ha convertido en un rasgo cultural. Esa tendencia antipriísta puede afectar esta unidad que hasta ahora ha sido la marca que ha querido poner en su precampaña el ex gobernador del Estado de México.
Hay otro factor que pueda afectar la candidatura de Peña Nieto. Antes la fuerza del PRI era sectorial, pero después de doce años se ha vuelto territorial. Los gobernadores han crecido en autonomía, la ausencia de un Presidente priísta los ha hecho más fuertes, guardan celosamente su feudo y esto les ha dado más poder que el que tenían hace doce años. Esto significa que el candidato tendrá que negociar con cada uno de ellos y eso tendrá su precio. Algunos de ellos tienen fuerte oposición en sus entidades y eso lo puede heredar Peña Nieto.
Hay también otro problema, que es el de la vieja nomenklatura que está siendo desplazada por la nueva mexiquenklatura y que ya hay síntomas de fricción entre las dos. Esta segunda está tratando de manejar no solamente la campaña sino tratando de marginar al viejo grupo de posiciones futuras. La realidad es que estas luchas internas pueden ser más peligrosas para el candidato que los mismos comicios. No vaya a ser que acompañe al Peje a su lugar de retiro…

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