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Presentan libro del controversial mural de Diego Rivera en el Centro Rockefeller

Redacción

Al participar en la presentación del libro El hombre en la encrucijada. El mural de Diego Rivera en el Centro Rockefeller, realizada este miércoles 8 de mayo en el área de murales del Palacio de Bellas Artes, el presidente del Conaculta, Rafael Tovar y de Teresa, destacó que en esta obra el artista mexicano plasmó dos visiones que se refieren al pasado y el futuro del mundo.
“Capitalismo y socialismo quedan plasmados en esta obra donde Diego Rivera ya no recurre a los pensadores humanistas griegos o latinos, sino están aquí Trotsky, Marx, Lenin, están todos aquellos que le dan contenido ideológico a una visión del mundo. Y en ella está el hombre medio, decidiendo en la encrucijada hacia dónde voltear y hacia dónde caminar”, señaló Rafael Tovar y de Teresa.
El titular del Conaculta estuvo acompañado por la especialista en Diego Rivera, Susana Pliego; Marcella Lembert, vicepresidenta de Bank of America; Carlos Phillips y el periodista Javier Aranda Luna.
Rafael Tovar y de Teresa recordó que es en 1933 cuando Rockefeller le entrega a Diego Rivera el espacio del edificio que lleva el nombre de su familia en Nueva York para que lo pinte, en medio de un mundo convulsionado por los cambios sociales y las utopías que se gestan tanto en Europa como en América, y que en mucho eran consecuencia de la Revolución Rusa y el pensamiento marxista, pero al mismo tiempo, en el otro polo, del capitalismo.
“El problema principal que se da entre Rockefeller y Rivera es que había un contrato en el que se especificaba que de acuerdo con los bocetos es como se entregará la obra y que cualquier alteración rompería el acuerdo entre artista y mecenas. La figura de Lenin que no estaba en la propuesta original es la que causa toda la polémica. Esa es la razón por la que interrumpe Rivera esta obra, se pelea con Rockefeller y finalmente es destruida, quedando solamente los bocetos”, recordó Rafael Tovar y de Teresa.
El presidente del Conaculta celebró la restauración que se realizó de los bocetos originales del mural con el auspicio de Bank of América, así como la edición del libro, publicado por Trilce, en el que se documenta el proceso de rescate en el Museo Anahuacalli.
“Diego Rivera siguió en esta obra la tradición de compartir el conocimiento a través del arte, sobre todo la forma de educar. En su juventud estudia en Italia las obras más representativas y los frescos del siglo XV. Esto se traduce a imágenes mexicanas, a colores mexicanos, pero además a todas las formas de conocimiento que recoge el humanismo, una idea de ese mundo del siglo XV es lo que Diego Rivera vio y representa en este mural en el siglo XX”, afirmó el presidente del Conaculta.
Susana Pliego, especialista en Diego Rivera, expuso que hay muchas historias en torno a este mural, por lo que su investigación abarcó los archivos de México y Nueva York, encontrando entre otras cosas que Rivera utilizaba incluso fotografías de Rusia para pintar muchas de sus imágenes.
“En el momento en que se pinta este mural la familia Rockefeller comparaba a Diego Rivera con Matisse y Picasso, por lo que deseaban tener sus imágenes en el lobby de su centro”, explicó Susana Pliego.
Relató que cuando llega Diego Rivera a Nueva York le impacta la gran depresión económica y al mismo tiempo le impresiona que Rockefeller creara con su edificio más de 40 mil empleos directos.
“Diego contrata a una gestora, Francis Payne quien le consigue el encargo de este trabajo, y una vez que se firma el contrato, Diego Rivera comienza a alterar las condiciones, incorporando color a las imágenes y rechazando la idea de que sea en tela, pues él quería que en caso de que se destruyera su obra se tuviera que hacer con cincel y martillo”, indicó la especialista.
Afirmó que el boceto original incluye elementos como la televisión, la radio, el cine, adelantos que Rivera comienza a ver en las calles de Nueva York, aunque tampoco se olvidó de los iconos de su ideología, incorporando el rostro de Lenin, cuya imagen la copia de unas postales que compra en una librería.
Recordó que Rockefeller le envía una carta a Rivera donde le pide que cambie a Lenin por algún personaje desconocido, petición que el muralista rechaza, afirmando que prefiere ver su obra destruida a alterar su idea.
“Curiosamente el día que Rockefeller rompe el contrato con Rivera, coincidió con la fecha en que los nazis llevaron a cabo una de las más grandes quemas de libros en Europa, lo cual es incorporado por el pintor al mural, comparando ambas censuras bajo el mismo mosaico”, detalló Susana Pliego.
“Durante la inauguración del Centro Rockefeller –agregó– el mural fue cubierto con una tela en la que inscribió: ‘El muro de los lamentos’. Incluso por un tiempo hubo un proyecto de llevarlo al Moma (Museo de Arte Moderno), pero finalmente el 9 de febrero de 1934, después de una junta de arquitectos, se decidió tirarlo con cincel y martillo en una sola noche.”
Marcella Lembert, vicepresidenta de Bank of America, consideró que el apoyo a este tipo de proyectos es una forma de conservar la riqueza del pasado, siendo en 2012 cuando los apoyos de su institución se extendieron a América Latina, comenzando por Brasil y México.
“Nos sentimos muy orgullosos de que el 23 de marzo de 2012 se iniciara el rescate de los bocetos monumentales de Diego Rivera en el Museo Anahuacalli, por un equipo de restauradores que documentaron su trabajo en un capítulo de este libro, se aplicó color a las obras en algunas zonas y se intervino de forma respetuosa sus imágenes con materiales que fueran compatibles con los originales”, expresó.
Destacó que para la publicación de El hombre en la encrucijada, de Editorial Trilce, se utilizó también material inédito de Diego Rivera.
“Sin duda este trabajo y estos materiales nos permiten encontrar nuevos aspectos sobre la obra de este gran artista, cuyo mural más famoso cumple 80 años y que es un legado para las nuevas generaciones de mexicanos”, apuntó la vicepresidenta de Bank of America.
El periodista Javier Aranda Luna, indicó que en este mural se sintetiza en una imagen la idea que Diego Rivera tenía del capitalismo como precursor de activos congelados.
“Diego cimbró a la sociedad neoyorkina de entonces. Si en México fue un gestor de las interpretaciones de nuestro pasado y nuestro futuro, este mural mostró en Estados Unidos al capitalismo que en medio de la recesión bebía Martinis”, refirió Aranda Luna.

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