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Mientras haya pobreza habrá compra y coacción del voto, advierte consejero del IFE

Lourdes Chávez

 

Chilpancingo

 

Mientras se mantengan los índices de pobreza que existen en el país se mantendrá la compra y coacción del voto, pues los conflictos electorales ya no residen en lo electoral, sino en una serie de problemas estructurales de la sociedad mexicana que impactan en los procesos de elección, dijo el consejero del IFE, Lorenzo Córdova Vianello.

En una conferencia en el Instituto Electoral de Estado de Guerrero (IEEG), también señaló que urge una reforma de partidos políticos para restaurar la credibilidad de los ciudadanos en las instituciones, porque de acuerdo con encuestas de opinión en América Latina, la sociedad mexicana estaría dispuesta a aceptar regímenes autoritarios si así se resuelven sus necesidades vitales.

En la disertación del tema “Nuevos partidos políticos y el nuevo sistema de partidos en México”, indicó que las encuestas colocan a México en los últimos lugares de confianza en sus partidos políticos y en sus parlamentos, sólo superado por Guatemala y Haití.

Dijo que los estudios indican que la sociedad mexicana está dispuesta a tener regímenes autoritarios si ésta es la respuesta a las necesidades vitales más elementales de la población.

Subrayó que esta situación es delicada, porque por muchos órganos electorales muy bien acreditados que se tengan, sin partidos políticos y sin parlamentos sólo queda la vía del autoritarismo.

“De este tamaño es la responsabilidad de pensar, como sociedad, en rescatar el sistema democrático de partidos, esto es una realidad que debe preocupar, hay que analizar las causas y no podemos sacar de la agenda de pendientes el fortalecimiento del sistema de partidos”, expresó.

Reconoció que a los índices de desconfianza ciudadana han contribuido, por un lado, el pragmatismo electorero que caracteriza a las fuerzas políticas, el vaciamiento ideológico y programático de que adolecen y la falta de rentabilidad democrática interna que en muchos de los casos, también los caracteriza.

Aunque también señaló que no toda la responsabilidad es de los partidos políticos, pues desde los medios de comunicación se ha venido alentando un discurso antipolítico.

Explicó que antes de la reforma electoral de 2007, el acceso de los partidos políticos a los medios de comunicación dependía del favor o del costo que implicada acceder a ellos, y tanto era el chantaje de las televisoras que por un lado desacreditaban y creaban una mala fama de los políticos, y por el otro los tiene comiendo de la mano porque dependen de ellos para competir en el país.

Señaló que las televisoras colocaron a todos los diputados en una misma bolsa de borrachos vividores, despilfarradores del erario, de improductivos, y a los partidos en una bola de cúpula de élites que se preocupan más por sus intereses privados que por los colectivos. Consideró que eso cambió, si no radicalmente, sí de manera importante con la reforma de ese año.

Aceptó que el descrédito de los partidos está sustentado en la realidad, pero de manera intencionada “falsos juristas” y medios de comunicación que se presentan como voceros de la sociedad están impulsando un discurso antipolítico.

Añadió que este lamentable desencanto ha venido alentando una serie de propuestas que plantean la reducción del sistema de partidos, mediante requisitos que hacen más difícil su constitución y el mantenimiento de registros ya vigentes.

En este contexto, recordó que en 2010 se realizó una de las reformas electorales que entre los pocos resultados terminó aprobando la figura de candidaturas independientes, pero entonces omitieron su reglamentación.

Consideró que desde la perspectiva de lo electoral, no se ha buscado ponerle freno al abuso de los medios de comunicación, ni a la “vergonzosa subordinación que los órganos de la política asumen ante los medios”.

Pero insistió en que es importante discutir lo electoral sin sobredimensionarlo, y en las reformas estructurales del país incluir a los partidos políticos en la discusión, porque consideró que a la fecha sólo se han buscado falsos remedios para restaurar la crisis de credibilidad.

Reiteró que los partidos políticos son una parte insoslayable de las democracia, y si no hay credibilidad en ellos, tampoco puede haber confianza en los resultados de las elecciones, ni legitimidad democrática de los candidatos electos.

Insistió en que si las elecciones no tienen legitimidad, también se carece de legitimidad en el ejercicio del poder.

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