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Evocan en Bellas Artes el primer aniversario luctuoso de Carlos Fuentes

Óscar Cid de León / Agencia Reforma

 

Ciudad de México

 

La sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes resultó insuficiente, y hubo que colocar pantallas en el lobby del recinto para recibir a las decenas de personas que se dieron cita para evocar el primer aniversario luctuoso del escritor Carlos Fuentes.

En el recinto estaban reunidos su amigos, quienes, en torno a una mesa, hablaron de él y destacaron el legado a partir de su obra.

Entre los presentes estuvieron Héctor Aguilar Camín, Gonzalo Celorio, Juan Ramón de la Fuente, Hernán Lara Zavala, Federico Reyes Heroles, Vicente Quirarte, así como la viuda del autor, Silvia Lemus, y su hija, Cecilia Fuentes Macedo.

La bienvenida corrió a cargo del presidente del Conaculta, Rafael Tovar y de Teresa.

“Fuentes creyó siempre en la inteligencia como palanca para mover al mundo”, expresó, “era un pozo de sabiduría, de información, pero, sobre todo, de amistad”.

Por eso estaban convocados sus amigos. La amistad, recordó Quirarte, fue un arte finísimo que el autor de La región más transparente y La muerte de Artemio Cruz supo cultivar muy bien.

Fallecido el 15 de mayo del año pasado, Fuentes otorgó a muchos el privilegio de ser uno con él, permitirnos hacer más sólidos y posibles nuestros sueños, afirmó Quirarte.

Celorio celebró que haya partido íntegro, sin enfermedades de por medio: lúcido, fecundo, vigoroso, jovial, apuesto, enérgico, saludable. “Murió como había vivido”, dijo.

“Fuentes le dio la bienvenida al mundo todos los días de su vida”, añadió Aguilar Camín, “transitó por el mundo como un prestidigitador enamorado de su oficio”.

De la Fuente se refirió al político, al humanista que amó sobre todas las cosas a su país.

“México fue la gran pasión de Carlos Fuentes”, ponderó, “y precisamente por eso fue también su gran obsesión: su historia analizada, su meritorio recorrido, su dinámica social, rigurosamente descrita; su voluntad interpretada, su alma explotada, sus contradicciones, sus aciertos, sus ambivalencias, sus habitantes, sus dioses, su vitalidad encarnada en él mismo”.

“¿De dónde era Carlos Fuentes?”, se preguntó Reyes Heroles, y más allá de México, reconoció su universalidad.

Provenía, dijo, de un territorio de confluencias, de una gran cultura dónde cabían Balzac, Flaubert, Quevedo, Carpentier, Faulkner, entre muchos otros.

“Para él, la gran construcción del gran universo de la verdadera cultura surgía de las confrontaciones. Ésa era la única forma de crecimiento, de ampliación de los horizontes”, resaltó.

Al término de la mesa homenaje, fue inaugurada en el Palacio de Bellas Artes una exposición fotográfica que despliega un recorrido a través de la vida del también autor de Aura y Terra nostra.

Curada por Vicente Rojo, otro de su amigos, y con imágenes de fotógrafos como Héctor García, Rogelio Cuéllar y Claudia Guadarrama, la muestra fue inaugurada por la viuda de Fuentes, Silvia Lemus, quien agradeció las muestras de cariño al escritor.

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