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Representan la historia de amor epistolar entre el escritor Antón Chéjov y su esposa

Redacción/ Taxco

 

Acercarse por medio del teatro a la vida de personajes célebres es al mismo tiempo un reto y un riesgo.

Pero acercarse a la vida de un escritor y dramaturgo como Antón Chéjov podría considerarse una temeridad.

A pesar de ello, la escritora Carol Rocamora y el director David Hevia se embarcaron con Tomo tu mano en la mía en la odisea de representar la difícil relación entre el célebre autor ruso y su esposa Olga Knipper, una actriz que representó exitosamente en su país algunas de las pocas obras teatrales escritas por su marido.

El reto de esta puesta en escena –que se presentó el domingo en el teatro Juan Ruiz de Alarcón del hotel Posada Misión como parte de las Jornadas Alarconianas en Taxco– se centraba en cómo adaptar el contenido de las 400 cartas de amor que ambos se escribieron durante seis años, desde su relación de noviazgo hasta la muerte de Chéjov, en 1904.

Para ello, el director David Hevia apostó a dos actores que pudieran representar ese espíritú cínico-cómico de autor de El jardín de los cerezos, y a la esposa, la joven e impulsiva Olga. Para el primero escogió a un actor con muchas tablas en el oficio, Rafael Sánchez Navarro, y para la segunda a la joven Mariana de Tavira.

Los intérpretes dan a la obra el respaldo necesario para mantener la atención del público, aunque no se esté familiarizado ni con la obra del autor ni con la bullente época de la Rusia pre revolucionaria donde los nombres de Gorki, Tolstoi y Stanislavski, confluyeron decididamente para abrir al mundo la escuela literaria y dramática de esa nación.

Apenas respaldados por un magro escenario (un viejo escritorio, algunas sillas de madera, un espejo con iluminación y una que otra pieza de menaje más), así como con transiciones de tiempo y espacio sugeridas por el juego de iluminación, música y efectos de sonido, los actores se esforzaron por imbuir al público del sentimiento que sostenía una historia de amor destinada a un previsible final.

Alejado de Moscú debido a la tuberculosis que padece, Chéjov debe vivir al sur de Rusia, alejado de su esposa y mantener una relación epistolar.

Así, nos enteramos de los temores y autocrítica de Chéjov como autor para terminar su obra Las tres hermanas, al tiempo que conocemos las vicisitudes actorales que afrontaba su esposa para representar las obras mencionadas.

Sin embargo la parte escencial de la obra es aquella donde atestiguamos el amor que existe entre ambos, amor que en el caso del escritor podría parecer un tantro raro, pues para él no es necesaria la cercanía o presencia material de la mujer amada, acaso por ese sentido de desesperanza y extravío con que vivió su vida.

Precisamente esa historia de amor es lo que subyace debajo de la obra, el hilo conductor al que los asistentes no pueden renunciar y que finalmente, en el lecho de muerte, parecen entender esa forma tan especial de amar que tuvo Chéjov.

 

Las atmósferas Chéjov

 

Con una reflexión acerca de la correspondencia que hay entre el alma rusa y la mexicana, fue como culminó la conferencia magistral Atmósferas de Chéjov, impartida por el actor, director y autor de teatro, David Hevia, y el escritor y también director de teatro, David Holguín, dentro de la Cátedra Ingmar Bergman, de la UNAM, presentada el domingo en las Jornadas Alarconianas.

Los especialistas, moderados por el profesor Gabriel Rodríguez, comentaron que aunque la obra del escritor ruso Anton Chéjov está constituida por un reducido número de trabajos, es objeto de relecturas y revisiones.

Al parir de que el trabajo de dramaturgia del escritor ruso es un modelo a seguir, y representa un desafío para cualquier director, por su profundidad y su complejidad, el dramaturgo David Hevia recordó que la atmósfera contenida de la época y los puntos en común de las revoluciones mexicana y rusa, dan pie a que nosotros podamos entender esa “debilidad por lo emocional” y sintamos empatía por las denuncias y los males plasmados por Chéjov en sus textos.

Sus obras, que en su mayoría se escribieron dentro de un contexto donde la aristocracia rusa pierde su poder, nos narran personajes insertos en un realismo extremo, dejando de lado la moralidad y la intención de educar al espectador, logrando con ello destacarse como un autor sin compromiso y pasión.

Por su parte, el dramaturgo David Olguín describió el trabajo teatral de Chéjov como minucioso y descriptivo, donde lo cotidiano y no lo exótico es el tema central; donde el

lenguaje expresa el habla cotidiano y muestra la relación entre las personas y su entorno, exponiéndonos temas relacionados con los problemas de la existencia humana, “muy a pesar de que como dijo el propio Chéjov, sólo lo inútil tiene sentido”.

La conferencia magistral Atmósferas de Chéjov, dentro de la Cátedra Ingmar Bergman, de la UNAM, comentó el profesor Gabriel Rodríguez, se presentó por primera vez de manera foránea para estas Jornadas Alarconianas. (Con información de Oscar Ricardo Muñoz Cano).

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