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Eduardo Pérez Haro

Democratización de la productividad o protección de poderes fácticos

Para Guadalupe Paredes

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“El rezago de la productividad de México en las últimas tres décadas ha sido la gran limitante para el crecimiento económico, el abatimiento de la pobreza y el bienestar de la población, aseguró el secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray. Por lo que “Se debe democratizar la productividad y formalizar la economía para elevar este indicador”.  “El secretario de Hacienda afirmó que si México no se hubiera rezagado en ese indicador y hubiera crecido a la par de Corea, en la actualidad habría 86% menos de pobres en el país”. (El Universal, jueves 9 de mayo).

Suena bien pero no parece serio colocarlo en esos términos pues da la impresión de que todos nos hemos distraído de una manera descomunal e inaceptable, incluidos tres sexenios priístas (Miguel de la Madrid, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo) que quedan ahí comprendidos, y a la vez pareciera que se ha descubierto la “piedra filosofal” cundo un solo factor “productividad” parece encerrar todo para superar nuestras penas y fatigas. Excesivo resulta apelar al “hubiera” para suponernos en una suerte como la de Corea.

Podemos suponer que los entendimientos del secretario de Hacienda son superiores a esta declaración que más bien parece obligada por el papel del discurso y la comunicación política orientados a la construcción mediática de ambientes de opinión favorables para hacer transitar las reformas estructurales cuyo turno toca ahora a la financiera, la fiscal y la energética, pero igualmente obligados estamos a ampliar los términos de la discusión que debe tener lugar, máxime que en el discurso del gobierno no encontramos un planteamiento completo y abierto, sino sólo un fraseo de conceptos generales que conectan con las aspiraciones de una mejor suerte por parte de la sociedad mexicana. Inteligencia de medios de comunicación política pero no ingeniería del desarrollo.

Sin duda, la productividad puede ser el eje ordenador de una gran transformación de México. Ello no agota los contenidos de una transformación pero los ordena, podría ser la resultante material de una base sobre la cual se desplegaría una nueva etapa de auge y desarrollo nacional porque significaría la base de una nueva capacidad competitiva colocando a México en la posibilidad ingresar de manera amplia en los mercados internacionales de la era global y autoabasteciendo el mercado interior a bajos precios. En efecto la productividad en su definición representa mayores unidades de bienes y servicios a menores costos y por tanto a precios bajos.

Ciertamente como lo hacen los coreanos que sin duda son uno de los principales países proveedores mundiales de bienes y servicios de alta tecnología en telecomunicaciones, es el país con más patentes registradas después de Japón y Estados Unidos y el segundo productor mundial de electrodomésticos digitalizados, son parte actuante de la industria aeroespacial y avanzada en robótica y biotecnología. Los coreanos hacen todo eso pero no exportan manuales de productividad porque no los hay. Si los “hubiera” otros países seguramente no “hubieran” esperado 30 años.

Los coreanos son productivos y competitivos porque son precisamente de uno de los países en los que se ha procesado una revolución en la educación y en la tecnología, en la organización de la producción y en la infraestructura para la producción y el comercio, y asimismo, en la superestructura política y cultural con el concurso indiscriminado de toda la sociedad coreana, y lo han hecho viendo al mundo y desde su milenaria historia y muy particular condición geopolítica.

La productividad, expresada como producir más con menos, es una definición económica que tiene muchas exigencias y mediaciones para convertirse en realidad y eso también hay que decirlo y ponerlo sobre la mesa, pues, de lo contrario puede perfilarse como un ardid discursivo para dar gato por liebre. Se habla de productividad como el asunto principalísimo pero aún no se dice ¿qué vamos a producir?, ¿cómo lo vamos a producir?, ¿cuánto vamos a producir? y ¿para quiénes lo vamos a producir?

Corea colocó un proyecto a la altura de las exigencias de su pueblo y con clara conciencia del entorno mundial de entonces a la fecha, ¿cuál es el proyecto nacional de México y cuál el camino?, ¿dónde están los acuerdos de refundación del “contrato social”?, ¿cuáles las reglas y cuáles los mecanismos?, ¿con qué instrumentos? y ¿quiénes son los actores y cuál es el papel de cada uno? ¿qué y en dónde firmamos?, dirán los sectores, gremios, colectivos, etc. o debemos de entender que El Pacto por México que está suscrito por los dirigentes de dos partidos políticos disminuidos y cuestionados en su interior es base para la Reforma del Estado. ¿O habrá reformas estructurales sin Reforma del Estado?, ¿de verdad se cree que se puede superar el atraso y alcanzar la modernización tecnoeconómica sin reconfiguración de los acuerdos que regulan y direccionan la acción del Estado?

Basado en sus capacidades creadas y aprovechando las condiciones del exterior, México conoció un periodo de gran dinamismo entre mediados de los años 1930’s y mediados de los años 1960’s. En esas tres décadas, el país registró un gran cambio estructural al pasar de un país rural a un país predominantemente urbano. Aunque lejos de ser una potencia económica, el país alcanzó un desarrollo industrial que le inscribía en la tesitura del mundo de ese momento.

Sin embargo, cuando el modelo dio muestras de agotamiento, los poderes ya creados para entonces en la economía y la política nacionales se aferraron tras el interés de mantener y hacer crecer sus fortunas y privilegios, no se introdujeron los cambios para madurar la industrialización en concordancia con las exigencias del momento y durante la década de los 1970’s se optó por alargar la vida de ese modelo que ya había dado de sí y que en el mundo había entrado en desuso.

Durante la década de los 1970´s, ya sin solvencia para financiar la continuidad del crecimiento industrial, el Estado mexicano apeló al endeudamiento externo que se vio favorecido por los precios del petróleo, pero cuando éstos se desplomaron al iniciar la década de los 1980’s México se quedó colgado de una deuda desproporcionada con relación a su capacidad de ingreso.

De entonces a la fecha (1982-2012) la economía y la sociedad mexicanas, se han venido diferenciando y polarizando en grado tal que su continuidad en esas condiciones pone en riesgo a ambos polos de la estructura económica y social, y por ende al país.

Suele decirse que México ha crecido en un nivel, muy por debajo del nivel y ritmo requerido para afrontar sus crecientes necesidades, a saber 2.0% TMCA 1982-2012, pero una manera más realista de decirlo, es que ha sido extraordinariamente dinámico y exitoso para algunos productos sobre todo de exportación, aunque no sólo, y para algunas empresas en particular, mientras que la gran mayoría de las empresas y la población en edad de trabajar han sucumbido en el bajo perfil del mercado interior.

México no está en el mismo sitio que hace 30 años pero no está mejor, porque se optó no por un modelo neoliberal que arrojó saldos de desigualdad sino por una particular modalidad del modelo que arrojó saldos de desigualdad amplios y extremos (llegamos tarde y entramos mal). La paradoja es que ahora se cierra el círculo que da cuenta del agotamiento del modelo neoliberal en su versión de medio siglo en el mundo desarrollado  y de tres décadas en México pues ya hizo crisis en los países que se beneficiaron con mayor alcance, y en ese contexto, poco le queda en países como el nuestro donde no alcanzó a beneficiar a la mayoría por esa inclinación seguidista y subordinada, carente de gallardía, de creatividad, de independencia y de atención a nuestra condición nacional.

Hoy la Europa del libre comercio “se sumerge en la recesión más larga de su historia” reza el periódico Español El País en su primera plana del jueves pasado. En el balance del primer trimestre  con respecto al del año pasado en cuanto al crecimiento de su Producto Interno Bruto se complica con números negativos; Finlandia (-0.1%), Dinamarca (-0.7%), Holanda (-0.1 %), República Checa (-0.8%), Francia (-0.2%), Portugal (-0.3%) España (-0.5%), Italia (-0.5%), Chipre (-1.5%), Grecia, Malta etc. todos para atrás con decrecimiento de su riqueza y los que están bien, digamos que están a punto de estar mal por ejemplo Irlanda 0.0%, Austria 0.0% Reino Unido 0.3%, Alemania 0.1%.

En ese contexto se debate el freno o ampliación de los programas de austeridad, los niveles admisibles del déficit fiscal así como los tiempos para alcanzarlos, los esquemas de auxilio a la banca, las pensiones, el desempleo, etc. En Estados Unidos los presidentes regionales de la Reserva Federal debaten sobre la continuidad o freno de las políticas monetarias expansivas que se han venido usando para reanimar la economía pero que a la fecha no logran el resultado esperado mientras en Japón el Primer ministro Shinzo Abe ha puesto en práctica un ambicioso programa de estímulos monetarios “para combatir la pertinaz deflación, el estancamiento con el que vive la tercera economía del mundo desde hace dos décadas”.

Así, mientras en los países desarrollados y principales protagonistas del modelo neoliberal de desarrollo se revisa cómo sortear la crisis en un forcejeo de posiciones donde claramente la sociedad de base se opone a los esquemas de austeridad y desempleo, en México emprendemos reformas que se acomodan en el esquema neoliberal que va de salida, nos repetiremos en la historia fallida de alargar la vida de un modelo que revela abiertamente su agotamiento ajustándolo para hacerlo más eficaz en favor de los poderes fácticos, así, sin mayor ingeniería para el desarrollo que la proclama que reza que el crecimiento cuando se erija con especial brío será para todos, pero habría que agregar que no hay bases para ninguna de las dos afirmaciones.

¿Por qué habría de levantarse impetuoso el crecimiento económico en México y de manera distinta a la altamente centralizada que conocemos?, ¿sobre qué base?, ¿con qué infraestructura?, ¿ con qué fuerza laboral si no está preparada?, ¿con qué tecnología sino hay más que la que se compre?, ¿con qué vinculación de mercados si alrededor del 90% del comercio se realiza con Estados Unidos en franca desaceleración de su crecimiento económico?, ¿con qué financiamiento si es de los más caros y condicionados del mundo?, ¿con qué patrón de actividad si no hay definición de la demanda a cubrir? y ¿por qué habría de alcanzar a todos? sino hay precedente de que así sea cuando se crece por parte de grandes empresas multinacionales de elevada composición externa de insumos y partes y altamente tecnificadas que no están encadenadas a las industrias subalternas y no producen derrama económica significativa.

Llegamos tarde pero no hay que tardarse en salir, ni hay que salir en estampida sino transitar, procesar un proyecto y asumir nuevos acuerdos y compromisos, dando lugar a nuevos actores, reconociendo una estructura social que no es la que se prefiguró en la etapa cardenista ni en los momentos desesperados del echeverrismo, hay con quiénes, existe espacio, manera y oportunidad. No todos los empresarios compran riesgos, que los asuma el Estado.

 

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