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Buscan michoacanos asilo político en California ante la inseguridad en el estado

Ante la ola violenta del crimen organizado en Michoacán, huir del pueblo de Felipe Carrillo Puerto, en Buenavista Tomatlán, fue lo más viable: Pedir asilo político en Estados Unidos era la esperanza.
Para Rosa, nombre ficticio de una habitante de Felipe Carrillo Puerto que está en Tijuana tras huir junto con otras cuatro familias de Michoacán, la ilusión pronto comenzó a difuminarse.
Al cruzar por esta frontera a Estados Unidos y entregar las pruebas de la narcoviolencia en Michoacán, el agente del Buró de Aduanas y Protección Fronteriza en San Diego, California (CBP, por sus siglas en inglés), le dijo secamente: “Esto es basura”.
Rosa llegó a la frontera en un autobús hace unos 10 días con la esperanza en obtener asilo político en Estados Unidos debido a la matanza de mujeres embarazadas y niños en su pueblo natal, luego de que una vecina le informó que varias michoacanas consiguieron ingresar legalmente a California de esa forma.
Para pedir asilo político, uno de los líderes comunales de La Ruana les entregó un disco compacto con videos de la violencia en su pueblo, recortes de periódicos con fotos de mantas que dicen “SOS Mujeres y Niños en peligro, ayúdenos”, así como una carta firmada por él, cuya copia posee Grupo Reforma.
“Los ciudadanos de la localidad del 18 de marzo, municipio de Buenavista, desde el 24 de febrero están amenazados de muerte por el crimen organizado, ya que está viviendo una ola de violencia e inseguridad y careciendo de lo básico para vivir”, indica el documento.
Según Rosa, alrededor de 15 personas salieron de La Ruana, Buenavista y Tepeque, en el mismo autobús que ella abordó junto con su hermana y dos de sus hijas para huir de Michoacán hacia Tijuana.
“Yo pagué 7 mil 420 pesos por los pasajes de mis dos hijas de 12 y 16 años y mi hermana”, dijo.
Rosa ya había trabajado en Estados Unidos, sus hijas son ciudadanas norteamericanas y las pudieron cruzar de manera legal, pero al entregar las pruebas de la narcoviolencia en Michoacán, el agente del CBP simplemente negó el acceso a la mujer michoacana.
“Me duele que nos quedamos sin dinero mi hija y yo por el boleto (de ida a Tijuana), nosotros apenas ganamos a 10 pesos la caja de limón, pero ahora que los Templarios piden 50 por ciento de las ganancias por persona, nos quedan 5”, expuso.
Su familia quedó dividida, su esposo está en Michoacán, sus tres hijas en California y ella en Tijuana. (Aline Corpus / Agencia Reforma / Tijuana).

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