Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Una diva al rescate de los barrios del puerto

Óscar Ricardo Muñoz Cano

Quería pensar en que la premisa de la Barriada Fest recién terminada era algo así como que la revolución no ha hecho de nuestro país una comunidad o siquiera una esperanza de comunidad, como decía Paz, y que por ende, es urgente la integración y la recuperación de los barrios históricos de Acapulco…
Pero mientras esquivaba urbanos y taxis, únicos vehículos autorizados por Tránsito para bloquear la Costera, y llegaba al Zócalo, mejor relacioné algo que decía el buen Carlos Monsiváis: los pobres no seremos modernos, nos comunicamos por anécdotas, no por estadísticas.
¿Por qué? Porque en primera no hay alguna que nos cuantifique el beneficio que se le hace a la gente de los barrios con el sólo hecho de tomarlos en cuenta y celebrar, y celebrarlos, teniendo de colofón a Rocío Banquells en un Zócalo que se llenó de gente contenta. Y si bien el lugar no era el mejor, sí el único a la mano para contener la oleada de vecinos de los barrios de La Fábrica, El Comino, Petaquillas, el Pozo de la Nación y otros, que se juntaron a escuchar a uno de los ídolos musicales de los 80 y 90.
Porque en segunda, queda para el anecdotario que entre perros, basura y orines, propios de nuestro querido Zócalo, la gente “aguantó vara” durante más de una hora, llena de entremeses musicales y presentaciones de funcionarios y políticos que ni al caso, para esperar a la cantante de Luna mágica, canción de 1985 que la llevó al éxito en un momento en donde las canciones debían ser lo más cursi posibles, según el maestro don Joaquín Sabina, para ser eso, un gran éxito.
No obstante, fueron Ese hombre no se toca y Abrázame, las canciones que abrieron el concierto de una mujer hermosa, tez clara, ojo grande perfectamente maquillado y de rubio el cabello a los hombros, que actualmente brilla actuando en la televisión.
Ataviada con un conjunto de dos piezas en tonos ocres (según mi astigmatismo), la Banquells se dio vuelo con frases y formas a grado tal que sintiéndose cómoda, y entre toda clase de amigos, no dudó ni un momento en cantar Con él, tema de un álbum censurado en la radio por hablar abiertamente de la homosexualidad. Censura que, por cierto, elevó las ventas del mismo.
El acto, con el que culminaría el Proyecto Barrio, realizado por el gobierno municipal, y similar al que orquestaban los gobiernos priistas de antaño para el control de votos en esa zona del Acapulco Tradicional, fue conducido por Blanca Reina, quien al llegar el momento fue una de las encargadas de coronar a Rocío Banquells como Reina de los Barrios Históricos de Acapulco, distinción que la cantante agradeció gustosa en medio de aplausos y porras.
Acto seguido apareció el Mariachi Mar Acapulco, con el que la cantante “alebrestó a la raza” al ritmo de Si nos dejan, Entrega total, Volver o Paloma negra, sin importar que la temperatura ambiente hiciera escurrir el sudor de los cuerpos que ya bailaban unos con otros al ritmo de La puerta negra.
Y es que a eso me refiero con eso de ser pobre, de las anécdotas y las estadísticas; cualquier fiesta es bienvenida para pasar por alto el paso del tiempo y sus consecuencias; ¿a poco alguno de los asistentes recordó sus carencias y problemas? Al contrario, por un momento, los vecinos de esos barrios se sintieron importantes gracias a las autoridades, reconciliando, entre las canciones de José Alfredo interpretadas por Banquells y el mariachi, su pasado con su presente y a la espera de que las mismas autoridades no los olviden en el futuro.
Por ello y entretanto, “hay que seguir creyendo mientras no exista otra manera institucional de conseguir estímulos”. Así lo dijo Monsi. Por lo que no importaría ya si Banquells cantaba o no Luna mágica, mientras la música continuara, la gente bailara y todo pasara como si no fuera cierto, como en los sueños, y terminara una noche igual a las de siempre pero distinta a las demás.
Algo más. Si bien se acierta en que la apuesta por la transformación política encuentra su mayor aliado en el campo de lo cultural, (Monsi, otra vez) se falla de manera terrible al anhelar que los barrios de Acapulco se parezcan a los distritos de París, las favelas cariocas o los barrios de Bruselas. México, los muchos Méxicos tienen algo que los demás no: mexicanos que, ahora sí como decía Paz, derrochan esperando que el derroche mismo atraiga a la abundancia y si no la atrae, por lo menos se aparenta.

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