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Eduardo Pérez Haro

Complicado contexto para el primer Informe de Gobierno

Para María Laura Mendoza Rocha

La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), dice que siempre sí, este año 2013 México crecerá menos en su economía. Apenas el miércoles de hace dos semanas, conocimos el ajuste a la baja sobre el pronóstico de crecimiento del Producto Interno Bruto, el Señor Agustín Carstens, Gobernador del Banco de México y autor indiscutido de “la teoría del catarrito” informó que en el análisis del banco central el pronóstico del 3.1 por ciento, que de suyo ajustaba el 3.5 por ciento que se había establecido en los Criterios de Política Económica, era nuevamente ajustado a la baja para definirlo en un rango entre 2.0 por ciento y 3.0 por ciento.
Entonces, la SHCP, reaccionó rápidamente y al otro día salió a declarar que para esta dependencia del Ejecutivo, se mantenía la cifra emitida en mayo y que México crecería al 3.1 por ciento, no se alcanzaron a cumplir dos semanas cuando se desdijo para aceptar que la economía mexicana siempre sí crecería menos de lo esperado y aún menos de lo que el Banco de México ya había anunciado pues, en sus cálculos, ahora sería de tan sólo el 1.8 por ciento. Sin duda es delicado que la dependencia responsable de la política económica, en tan sólo quince días dé un giro de 180 grados en sus argumentos y lo que parecía un gris pálido se convierta en gris Oxford, casi negro, ante sus ojos.
No obstante, el asunto de fondo es que la economía mexicana declina con riesgos muy delicados cuando se vincula con el desglose de indicadores como pueden ser los del déficit de la balanza comercial que dice que compramos más de lo que vendemos, o el de la balanza de pagos que debemos más de lo que podemos pagar, o el de inflación que nos suben más los precios del consumo que el de los ingresos o la salida de capitales que afloja la inversión y se reducen las fuentes de empleo y se agrava el desempleo abierto dejando como único refugio el empleo informal, sin seguridad social ni contribución fiscal.
El equipo de analistas de BofA-Merrill Lynch preveía un crecimiento de 2.8 por ciento, siendo de los más pesimistas, pero revisó su proyección a 1.5 por ciento. Otro caso es el de Scotiabank, que sostiene que la actividad productiva del país crecerá 1.9 por ciento en lugar de 3.6 por ciento estimado a principios del año. Banorte-Ixe pasó de 3.0 a 1.7 por ciento; Monex de 3.6 a 0.5 por ciento; Invex de 3.2 a 1.5 por ciento; Santander de 3.5 a 1.5 por ciento, y Ve por Más de 2.7 a 1.5 por ciento, entre otros. Estados Unidos sumergido en una profunda crisis y después de ajustar su pronóstico de crecimiento prevé alcanzar 1.7 por ciento, México en medio de declaraciones reiteradas de auto-alabo supone que crecerá 1.8 por ciento en un discurso francamente contradictorio por decir lo menos.
Rodolfo Navarrete, economista del sector privado, declara que “estamos bajando nuestra estimación del crecimiento del PIB de 2013 de 1.8 a 1.1 por ciento, mientras que la estimación de 2014 la estamos reduciendo de 3.1 a 2.3 por ciento. Al respecto Santander, México señala que nuestro país sería superado por China, Indonesia, la India, Malasia, Tailandia, Chile, Colombia y Turquía, con tasas de crecimiento para 2014 de 7.5, 6.0, 5.4, 5.2, 4.9, 4.7, 4.7 y 4.4 por ciento, respectivamente. Navarrete agrega que su “estimación de la inflación para 2014, que hoy está en 4.73 por ciento, y que contempla sólo la homologación del IVA a alimentos y medicinas tendrá que ser revisada al alza una vez conocidos los detalles de la reforma fiscal que se presentará el próximo 8 de septiembre. De ser efectivamente agresiva la reforma fiscal (misma que podría contemplar aumentos en los impuestos y en los precios y tarifas públicas, principalmente), afirma el economista del sector privado, tendría efectos recesivos en el corto plazo, aunque en el mediano provocaría una mejoría de los balances macroeconómicos que podrían alentar una mayor inversión privada. Pero no sólo eso, tales incrementos de impuestos de una u otra forma tendrán que ser trasladados tarde o temprano a los precios de los productos finales por lo que no podría descartarse un fuerte rebote de la inflación a partir de enero del próximo año
Residentes en el país enviaron a bancos en el extranjero 19 mil 629 millones de dólares en el primer semestre de este año. Esta salida de recursos fue 105 por ciento mayor a la reportada en el mismo periodo de 2012, y también representó un monto histórico, de acuerdo con los registros del Banco de México. El reporte de la balanza de pagos reveló que entre abril y junio se registró una salida neta de 9 millones de dólares en la inversión de cartera, con lo que representó la primera cifra negativa en poco más de cuatro años. Durante el primer semestre ingresaron 13 mil 191 millones de dólares en este rubro, 61 por ciento menos que en el mismo periodo del año anterior. El déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos sumó 11 mil 328 millones de dólares entre enero y junio de este año, que resultó 218 por ciento mayor al del mismo lapso de 2012, y fue su mayor monto en casi dos décadas, desde 1994, para un primer semestre. (El Financiero 26-08-13).
Estos son los datos y opiniones provenientes del sector financiero y de los economistas del sector privado que no se caracterizan por ser pesimistas ni de cuestionar el curso de los hechos ni el desempeño del gobierno, y aun así no parecen sino revelar una perspectiva complicada para lo que viene. La teoría del catarrito parece languidecer ante la fuerza de los acontecimientos y ahora sí se dice que la difícil situación de la economía mexicana es consecuencia de la desaceleración de la economía norteamericana, empero, los economistas del sector privado vuelven y señalan que no sólo es eso sino que la economía mexicana no está engarzada con las áreas en donde los estadunidenses presentan algunos signos de mejoría.
Me pregunto si costará mucho trabajo entender que las fórmulas que se han puesto en práctica al menos desde hace un par de décadas no sólo no permitieron alcanzar una vía de crecimiento sostenido sino que 20 años después ya no pueden ni siquiera alcanzar ese reconocido bajo crecimiento.
El auge global protagonizado por los países desarrollados está tocado, la planta productiva nacional no se ha desarrollado más que en algunas empresas que por lo demás, muchas de éstas, están ligadas a tecnologías, refacciones, financiamientos, insumos y hasta mano de obra que no es abastecida desde nuestro país sino que viene de fuera y así mismo repatrian parte importante de sus ganancias, que la infraestructura de producción y comercio está rezagada, que la mano de obra no está debidamente preparada, que nuestro sistema financiero no es competitivo, etc., o si se entiende pero se es rehén de los poderes económicos que se sobreponen o acaso ¿se es partícipe de intereses contrapuestos a la posibilidad del compromiso de colocar a México y a los mexicanos todos ante una mejor perspectiva.? O se combinan todas las respuestas?
Cualquiera que sea la respuesta no puede obviarse que el contexto de bajo crecimiento económico, elevado desempleo y altos precios de los productos de consumos generalizado establece un contexto complicado para el primer informe de gobierno y no el mejor escenario para forzar la reforma energética y proponer el pago de impuestos por el consumo de alimentos y la compra de medicamentos, lo de menos será imponerles democráticamente con la ayuda negociada de los partidos políticos pero ¿quién asumirá la inconformidad y el descrédito?, ¿quién se hará cargo de lo que sigue?, los partidos políticos no tienen raíces entre la población, el gobierno tendrá que afrontarlo pero ¿con qué?. Su teoría económica es parcial y probadamente insuficiente, su política de comunicación es su mejor recurso pero no alcanza a cubrir las limitaciones de la primera y su política-política se enfrenta al riesgo de confundirse con las exigencias del control político a toda costa.
No es irrazonable insistir en la teoría y la práctica de la economía política al lado de las teorías de la información y del conocimiento, de la evolución y el nuevo institucionalismo, tan sólo por señalar que si existen otras plataformas desde donde entender y asumir los problemas y enfrentar a los poderes fácticos de todo signo y carácter que usan camuflarse en las máximas del crecimiento y el desarrollo.

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