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Se suma Óscar Chávez a la protesta de los maestros y contra la privatización del petróleo en su concierto

*El cantautor ofreció su recital 16 en el Auditorio Nacional para 10 mil personas, durante casi tres horas

Jorge Ricardo Nicolás / Agencia Reforma

Ciudad de México

Es el recital número 16 y detiene el tiempo. Óscar Chávez vestido de guayabera, pantalón, botas, todo de negro, asume el mando en el Auditorio Nacional.
“Gracias a la lluvia, gracias a los maestros –que mantienen un plantón en el Zócalo en defensa de los derechos laborales–, gracias a ustedes que vinieron”, dice apenas iniciar el concierto, sentado en una silla que dejará sólo en el intermedio y hasta que el concierto se termine.
La noche, la del sábado, está para que la voz de Óscar Chávez suene fuerte: con miles de maestros en protesta, con el anuncio de marchas al día siguiente en contra del PRI que busca privatizar de nuevo el petróleo, con un sector de la sociedad y de los medios de comunicación pidiendo la represión contra los maestros con una fuerza que no se les ha visto a la hora de protestar en contra del narcotráfico.
Por eso en medio de todo esto, la gente aplaude que una figura así se sume a los manifestantes.
Óscar Chávez tiene misma imagen de hace años. El pelo hacia atrás, la frente llena de arrugas, las marcas en los párpados, las patillas largas: la figura que conocieron los nacidos después de los 90.
Pero si el símbolo de la canción de protesta y del folclor mexicano parece detener el tiempo, también le imprime unas variantes. Es más, esta noche estrena dos canciones y ni siquiera acepta cantar todos sus éxitos. Y cuando alguien del público le grita: “¡Canta una que me sepa!”. Él, burlón, le responde: “Te puedo cantar El Rey, si quieres”.
Dedica la mayor parte de su recital anual desde 1997 a canciones de amor y desamor, pero la crítica no se queda afuera. Tan sólo el título del concierto es: Se vende mi país, una canción para la noche puesta. Pero antes de cantarla, empieza con Huapango viejo: “Un huapango siempre/ de enero a diciembre/ que soporte el año/ sin hacernos daño/ un huapango eterno/ que mate al gobierno/ de la estupidez”.
Sigue un estreno, una parodia que compuso con motivo del nombramiento de un Papa latinoamericano y la fiebre de visitas que despertó entre los políticos mexicanos: “Pobre pueblo de pelados / triste pueblo sin calzones/ o nos gobiernan pelones o nos gobiernan peinados”.
Óscar Chávez entona en el Auditorio Nacional, para 10 mil personas, casi lleno, durante casi tres horas.
Cansados de pedir clásicos como Macondo, La mariguana, La casita, Fuera del mundo, La niña de Guatemala, Lágrimas negras o Hasta siempre, los asistentes, la mayoría adultos o adultos mayores acompañados de sus hijos o sus nietos, se dedican a aplaudir al final de cada pieza.
Hasta el intermedio, Óscar Chávez canta sólo piezas desconocidas.
Pero de pronto sí, una conocida incluso por la televisión. Suena Por ti, remueve antiguos sentimientos.
Así que la noche recupera su brillo y después del intermedio viene lo mejor. Viene un bolero: Cenizas, y la parodia que le ha dado título al concierto, que corean todos: “Se vende mi país y da coraje / Se vende mi país es un ultraje/ Se vende mipPaís y sus petróleos,/ y los santos obispos con sus óleos./ Yo no lo vendo, no, porque lo quiero./ Yo no lo vendo, no, mejor me muero”.
En dos pantallas se proyectan imágenes que van desde la masacre estudiantil de 1968 ordenada por el PRI en Tlatelolco, el incendio ABC en Sonora en 2009 donde murieron 49 niños y cuyas familias todavía piden justicia.
La lista de agravios parece interminable y quién sabe si Óscar Chávez, con más de 100 discos grabados, tenga tantas canciones para contarlos.
El concierto sigue con Macondo. Todavía hace un encore con Perdón y Flor de azalea que el público canta desde los pasillos o al filo de su asiento con las sombrillas. “Le seguimos el año que entra”, dice el cantautor.
Afuera está la lluvia, la noche negra, al día siguiente y todo este lunes, la resistencia.
“Esta canción (Se vende mi país) la compuse hace 11 años y por desgracia sigue siendo muy vigente. Me encantaría no tenerla que cantar, la he cantado diez años y la volveremos a cantar el año que viene hasta que sepamos qué va a pasar”, comentó el cantautor.

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