Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Raymundo Riva Palacio

ESTRICTAMENTE PERSONAL

* Otro Mexico’s Moment

La prensa apareció tapizada en sus ediciones dominicales de evaluaciones críticas sobre los primeros nueves meses de gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, y malas noticias que trazan una continuidad conflictiva. Protestas y verbos que suenan beligerantes abundaron en las primeras planas. La efervescencia con la que asumió la Presidencia el 1 de diciembre entró en una espiral negativa ante dos temas que los priistas presumían saber cómo hacerlo, economía y seguridad, mientras que la congestión legislativa que produjo la ruptura del consenso político y la reacción al cambio, lo hacen ver débil frente a la transformación prometida.
Un análisis de la agencia Associated Press en su servicio en inglés que se distribuye a más de seis mil medios en el mundo, reflejó este fin de semana el ánimo prevaleciente: “Mientras Peña Nieto se prepara para dar su primer informe de gobierno el lunes, el nuevo México se parece mucho al viejo. Las proyecciones del crecimiento económico se han reducido casi a la mitad. Las calles están llenas de manifestantes contra las reformas, que han bloqueado el Congreso y forzado al Presidente a cambiar la fecha y lugar de su discurso.
“Los asesinatos relacionados al narcotráfico han caído, dice su gobierno sin dar a conocer las estadísticas. Pero el secuestro y la extorsión, los crímenes que afectan al ciudadano ordinario que Peña Nieto prometió atacar, están al alza. Después de 12 años de estar fuera del poder, el alguna vez partido autocrático conocido como el PRI, está encontrando un país democrático más complicado que aquél que gobernó durante 71 años”.
El Mexico’s Moment, con lo que la revista británica The Economist tituló el 21 de noviembre pasado un artículo de Peña Nieto en sus ediciones digitales, interpretando el contexto global en el que recibiría el Ejecutivo, se ha evaporado. La prensa extranjera manifiesta de manera constante su desencanto, y muestra también lo que piensan los gobiernos e inversionistas del mundo. “Francamente, el legado del mandato sexenal de Peña Nieto cuelga del balance”, escribió este sábado en el Miami Herald Roger Noriega, ex subsecretario de Estado y embajador ante la OEA en la administración de George W. Bush, actualmente investigador en el conservador American Enterprise Institute, al subrayar el dilema en el que se encuentra por la no aprobación de la reforma educativa.
Lo irónico de lo que se bebe en los medios –particularmente extranjeros–, es la omisión de la realidad objetiva mexicana. ¿Alguien podía pensar, entendiendo las dinámicas internas del sistema político, que una transformación como la propuesta, no iba a enfrentar resistencias? En 1994, la celebración de una parte del México que quería ajustarse a las nuevas variables del mundo con la apertura formal de la economía, produjo en enero el alzamiento de una guerrilla en Chiapas, en marzo el asesinato del candidato del PRI a la Presidencia, Luis Donaldo Colosio, y en septiembre el asesinato del secretario general del partido, José Francisco Ruiz Massieu.
Ningún ajuste desde entonces había sido tan radical como el propuesto por el presidente Peña Nieto desde el primer día de su gobierno. Sus primeros nueve meses en la administración los convirtió en una plataforma de despegue para reformas estructurales –educación, energía, fiscal, hacendaria y telecomunicaciones–, de segunda generación –política, penal, derechos humanos–, y de tercera –desarrollo sustentable, la expansión nacional y multisectorial de la transparencia, y anticorrupción, por ejemplo–, cuyo proceso de conclusión, por calendario legislativo, es el segundo semestre de este año.
La consecuencia fue una congestión que ha obligado a Peña Nieto y al PRI a trabajar sobre varias pistas legislativas simultáneamente, donde la dinámica para negociar y consensuar lleva las iniciativas a una especie de kaleidoscopio, en el cual piezas diferentes tienen que acomodarse con las demás para que sean aprobadas. De esta forma no puede haber reforma energética si no hay política, o tampoco avanzará si se atora la educativa. Peña Nieto, un político pragmático, no tenía otra opción si quería hacer cosas y, desde su diagnóstico, detonar el desarrollo de México. Su visión no es la de un importante sector de la sociedad, con el cual debate y lucha políticamente cada día. Sabía que habría esas resistencias y de ahí surgió el Pacto por México, la cocina de sus iniciativas, convirtiéndose en un instrumento tan indispensable para el cambio, que supeditó la vida pública a mantenerlo sin ruptura.
El Pacto por México ha sido mantenido a costa de todo, con una respiración artificial que requiere para concluir este año legislativo. Peña Nieto no tiene alternativa. La historia mexicana y del mundo demuestra que para transformaciones radicales, sólo se tiene de plazo el primer año de gobierno, cuando se tiene la mayoría del consenso, la fuerza, y los opositores y adversarios apenas se están acomodando a la nueva realidad que se vive. Las consecuencias son las que se viven actualmente. Si aguanta y avanza Peña Nieto, la protesta de 2013 será un pie de página en su biografía. Si lo vencen, su Presidencia se habrá agotado prematuramente. Su historia personal permite suponer que lograr su cometido es la puerta de la que está más cerca.

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