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Moisés Alcaraz Jiménez *

Democracia y debates

 

 

Promovido desde el IFE recientemente se creó un comité de expertos para elaborar propuestas alternativas de formatos más ágiles y más eficaces para los debates entre candidatos a la presidencia de la República.

El pasado lunes ese comité inició reuniones con los representantes de los partidos políticos para en conjunto explorar nuevos esquemas para que estos debates sean un verdadero aporte a la democracia, contribuyan a despertar el interés ciudadano en esta actividad electoral y se conozcan mejor las diferentes opciones políticas y de gobierno con que cuenta el electorado al momento de emitir su voto.

Expertos y representantes de los partidos analizan también la posibilidad de que no sólo se realicen dos debates, sino que su número aumente, para lo cual ya existen los primeros acuerdos a pesar de la resistencia que desde ahora empieza a mostrar el representante del PRI. Si bien la ley en esta materia establece la realización de sólo dos debates existe la posibilidad de incrementarlos, aunque debería considerarse que en estos aspectos también es aplicable aquella idea de que más vale calidad que cantidad.

Desde ahora se discute en este comité la participación ciudadana en los debates mediante novedosos formatos que pongan fin a la rigidez de los procedimientos y flexibilicen las comparecencias de los aspirantes ante el llamado mercado electoral.

De esta forma se busca que la sociedad civil también cuestione de manera directa a los abanderados de los partidos y los obligue a ir más allá de la confrontación estéril y el debate de baja calidad en lo que suelen caer sin que en la realidad se conozcan sus verdaderas propuestas sobre temas de interés ciudadano más allá de posiciones ideológicas o sectarismos partidistas.

Los llamados expertos valoran la posibilidad de que especialistas en estos temas también participen para llevar a los candidatos a exponer con claridad sus planteamientos ante asuntos de interés público y sobre los grandes problemas nacionales que impiden avanzar hacia el progreso y el desarrollo social.

Se trata de obligar a los candidatos a que trasciendan sus tradicionales propuestas cargadas de insultante demagogia y expliquen a la ciudadanía cómo y con qué recursos van a realizar los proyectos que proponen. Que no sólo nos digan qué pretenden hacer, sino cómo lo van a hacer, porque ofrecer beneficios sin especificar recursos para alcanzarlos, es demagogia.

A estas alturas del desarrollo político y del avance de la cultura cívica resulta fundamental que un instrumento democrático como los debates de los candidatos a la presidencia de la República se modernicen y dejen de ser un espectáculo inútil o vergonzosa pasarela propia de la antipolítica o tomaduras de pelo que sólo exhiben la parte arcaica de nuestro sistema político que se pensaba ya superado.

Mientras en otros países estos debates son fuente fidedigna de información ciudadana e influyen decididamente en el ánimo del electorado, en nuestro país son tediosos episodios que hasta ahora son sólo remedos de encuentros que en nada contribuyen a la reflexión del sufragio.

Al final de los debates que hasta ahora se han hecho cada participante gasta enormes cantidades de recursos en propaganda para declararse vencedor. Este es un importante aspecto que debe regularse para darle a los debates la seriedad que requieren. Es conveniente que los debates sean una forma para que de manera libre los ciudadanos conozcan el perfil de cada candidato y más que nada se conviertan en un aporte a la democracia.

 

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twitter: @MoissAlcarazJim

 

* El autor es director estatal de Gobernación

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