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Fallece el antropólogo Santiago Genovés; decía que la violencia es social, no genética

*Con la emigración de intelectuales españoles, fue traído por sus padres a México para posteriormente naturalizarse mexicano

Staff / Yanireth Israde y Diana Saavedra / Agencia Reforma

Ciudad de México

El antropólogo e investigador, Santiago Genovés, falleció la noche de este jueves a los 89 años de edad y hasta el momento no se han dado a conocer las causas.
En entrevista con MVS Radio, Benito Taibo lamentó el fallecimiento y dijo le sobreviven su hijo Diego, su nieto Mateo y su nuera Andrea.
“Es una verdadera pena la muerte de Santiago Genovés a los 89 años, antropólogo, físico, un enorme personaje de la cultura nacional”, mencionó.
Genovés era un antropólogo e investigador social español, nacido en 1923 en Orense, Galicia y radicaba en México.
Con la emigración de intelectuales españoles, Genovés fue traído por sus padres a México para posteriormente naturalizarse mexicano.
Genovés estudió en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, era doctor en ciencias antropológicas, grado que obtuvo en la Universidad de Cambridge, Inglaterra. Además fue investigador emérito del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM.
Al margen de la ciencia, Genovés escribió ensayos sobre Luis Buñuel, Emilio Prados Such, Franz Kafka, George Orwel, Marcel Proust, Pablo Picasso, Ceniceros, Alfonso Reyes, Rius, Rioja y dos libros: El mar, los peces y yo, y El pájaro rojo o El viaje a Nigeria.

Trató de comprender cómo funcionan en el humano los resortes de la violencia

El antropólogo español Santiago Genovés ha muerto por última vez.
“Si se vive de verdad se muere más veces de las que se vive”, proclamaba el investigador, quien de estudiar restos óseos prehistóricos pasó a entrevistarse con secuestradores de aviones, prostitutas o miembros de la ETA, todo para comprender cómo funcionan en el humano los resortes de la violencia.
También cruzó el Atlántico en una balsa –la Acali– acompañado de un pequeño grupo de personas para conocer el comportamiento en condiciones extremas.
Volvió al mar en pequeñas balsas la (RA 1 y RA 2) para comprobar la posibilidad de contactos transatlánticos precolombinos.
“Vi que una balsa en medio del mar es el mejor laboratorio aislado, inescapable, para estudiar el comportamiento y las relaciones humanas que tienen que ver con el conflicto”, argumentaba el científico fallecido la noche del jueves tras padecer, desde ocho años atrás, una serie de infartos cerebrales.
Podían parecer una locura sus proyectos, pero los “cuerdos” –contrastaba– crecen, mueren y se reproducen atrás de un escritorio, ocupándose de algo que no les interesa.
Ese era Santiago Genovés: “alguien que siempre buscó entender más que juzgar”, ponderó su hijo Diego en la funeraria donde lo despidieron amigos y colaboradores, tanto de la UNAM como de la ENAH.
“Decía que hacerse preguntas era lo que nos distinguía como seres humanos y él era un buen ejemplo, pues siempre se preguntaba cómo funcionaba el mundo, al igual que los niños”, perfiló el antropólogo José Luis Vera, director de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).
Los estudios de Genovés, quien se formó en México –país al que llegó como parte del exilio español– los adoptó la UNESCO para su Declaración Sobre la Violencia y más de 100 sociedades científicas del mundo; Entre otros puntos postula que la violencia no está genéticamente determinada, que no tenemos una localización para la violencia en el cerebro y que no es hereditaria.
“Genovés estaba preocupado por mostrar que la violencia era un problema que tenía que ver más con la cultura y el contexto histórico social, que con la genética”, dijo Cristina Oehmichen Bazán, directora del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM, que distinguió al fallecido antropólogo como investigador emérito.
Su postura de no considerar la violencia como una cuestión innata se granjeó la oposición del Vaticano, de Washington y de Moscú, reveló Genovés durante una entrevista en España en 1991.
Dependencias mexicanas como la PGR o la Dirección General de Prevención del Delito y Servicios a la Comunidad recibieron asesorías del investigador nacido en Orense, Galicia, en 1923, quien conoció el encierro en un campo de concentración franquista, antes de refugiarse en México.
También Scotland Yard, la policía de Londres, le pidió consejo para navegar en balsa por el Atlántico.
Genovés, autor de más de 20 títulos y dos centenares de artículos, fue además integrante del equipo de especialistas que redactó la Declaración sobre la Raza de la UNESCO, en la que se afirmaba que la existencia de razas diferenciadas no implica la superioridad de una sobre otras.
“La raza y el racismo conducen a la violencia”, prevenía el antropólogo, ganador en España del Premio Internacional de la Paz, Memorial Juan XXIII.
Curiosamente, entre esta portentosa obra, lo que Genovés más valoraba era un pequeño libro de poesía titulado El mar, los peces y yo”.
Eso, la poesía, fue un obsequio del poeta Emilio Prados, al que consideraba un padre: “Me enseñó que la vida sin poesía no es vida y que no hay otra manera de vivir”.
Además del idilio con la poesía, Genovés se acercó al cine. Su película ¿La Pax?, que indaga la violencia, recibió el siguiente elogio de su esposa: “Santiago, tú ya te puedes morir”.
“Fue el mejor piropo que jamás haya recibido en vida”, confesó el antropólogo.

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