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Federico Vite

El soundtrack culto

La casa del silencio (Grijalbo, 2013, 240 páginas) es una novela de la catalana Blanca Busquets en la que un violín Stainer del siglo XVIII funge como protagonista, la piedra del canto que detona los relatos. Quienes frecuenten el séptimo arte tendrán presente El violín rojo y, por supuesto, hay vestigios de Thomas Mann en este libro, en especial, del Doctor Faustus, pero aparte de las referencias obvias, esta propuesta editorial de nueva cuenta pone en perspectiva la musical vitalidad europea.
Busquets recurre al Concierto para dos violines en re menor, de Bach, para enfatizar las atmósferas y, con esa melodía emblemática, generar un contrapunto para que todas las historias reunidas en la novela mantengan la armonía en este libro de 240 páginas. La génesis de esta novela, refiere la autora, es precisamente la obsesión de una melómana:
“Tenía que hacer algo con el concierto para dos violines de Bach, que tiene un primer movimiento que parece una carrera entre los dos instrumentos, y también con la relación entre las dos violinistas que lo podrían interpretar, que podrían odiarse por ser las dos amantes del director de orquesta. Tenía esta idea y no me la podía quitar de la cabeza. Además, ya era hora de poner la música como hilo conductor de alguna novela, después de tantos libros, teniendo en cuenta que yo nací en una casa donde todos éramos más o menos músicos. Y también era hora de hablar de la relación musical entre el este y el oeste del tiempo de la Guerra Fría que yo conocí bien porque viajé como músico al otro lado del telón”. Más que una novela de amor y suntuosidad burguesa europea, descubre el lector presencias humanizadas por la música. La novela comienza con un concierto en Berlín, función que se tensa en cuanto una anciana aparece en el público; los músicos de la orquesta se ponen nerviosos de sólo de notar los gestos adustos de aquella dama. Desde ahí, la maquinaria narrativa de Busquets pone en marcha los enigmas de La casa del silencio, correlatos a la vida un director de orquesta de la Alemania del Este, exiliado en Barcelona, quien imparte clases de música a sus alumnas. La novela cierra su abanico literario con la presencia de Anna y de Teresa, violinistas enfrentadas por amor, y de María, quien cuida la casa del director de orquesta. Son tres mujeres con divergentes formas de comprender la vida, con bagajes culturales distintos, quienes se aferran a la imagen de un hombre que armoniza la existencia de esas tres mujeres, que descritas por Busquets son lugares comunes, pero funcionan para mostrar, casi a rajatabla, que la presencia de un hombre es destructiva, brutal.
Situada entre España y Alemania del siglo pasado, este documento también puede leerse como una saga familiar en la que la música define los estados de ánimo, la pasión y el desencanto. La mayor apuesta literaria del sexto libro de Busquets es la estructura de la novela, los distintos narradores que usa para que los puntos de vista en las historias construyan un enramaje polifónico. Enfatiza que la música marca, tácita o explícitamente, la vida de los personajes.
Decía George Steiner, se nos acabaron los principios, la posibilidad de la originalidad también es un lugar común. Ya nadie imagina lo novedoso en la literatura como una cantera robusta, ubicada en alguna parte del cielo literario. No. A veces basta el oficio narrativo para deslumbrar al lector. Aunque la técnica de Busquets sea impecable, no puedo aseverar que estemos ante una gran novela. Hay oficio, sin duda, pero falta esa dosis de humanidad. Algunos talleristas literarios señalan, ante ciertos textos perfectamente escritos: “les falta carne”. Parece una broma que la crítica literaria derive en términos gastronómicos, pero eso podría decir de La casa del silencio: no tiene carne. Considero que esta novela es una buena forma de introducirse al universo personal de Busquets, una narradora que desde hace años se ha interesado por explicar la contradictoria naturaleza femenina. No creo que Busquets haga libros para mujeres, pero noto una extraña forma de mostrar a lo masculino como un detonante del conflicto, un factor
machista sin el cual no se ponen en marcha las historias femeninas.
Busquets ha sido galardonada en varias ocasiones por sus obras en catalán. Ahora, sus novelas se publican simultáneamente en castellano y catalán. Ha publicado Presó de neu (Proa, 2003), El jersei (Rosa dels Vents, 2006), Tren a Puigcerdà (Rosa dels Vents, 2007), A saber dónde está el cielo (Plaza & Janés 2008) y La nevada del cuco (Grijalbo, 2012) con la que ganó, con la edición en catalán, el Premi Llibreter 2011.
La catalana presenta con La casa del silencio el soundtrack culto de las novedades editoriales para el otoño.

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