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Héctor Manuel Popoca Boone

Sensatez

Héctor Manuel Popoca Boone

El presidente de la República, Enrique Peña Nieto, dio cabida a la sensatez en el contenido de la iniciativa de reforma hacendaria que envió a la Cámara de Diputados federales la semana pasada. Hubiera sido una imprudencia política recargar el incremento de los impuestos principalmente en las espaldas de la población de menores ingresos económicos. En la miscelánea fiscal prorrateó tal aumento bajo el principio de que “pagarán más los que más ganan”. Criterio distributivo de carga justo, por ser progresivo, en función de las retribuciones económicas que obtienen los habitantes y empresas del país.
El hecho de que la mitad de los mexicanos sean pobres, el pagar más impuestos potencializa el descontento social. Ya hay cuerdas demasiado tensadas después de la aprobación de la reforma educativa y de la polémica que ha desatado la iniciativa de reforma energética. Han provocado resistencia e impugnación social creciente.
Con una economía semiestancada y al borde de la parálisis total (recesión), donde la cadena virtuosa inversión-producción-empleo-consumo está dislocada y a punto de romperse, el aumento de gravámenes irrita a cualquiera. Además, no habría base real para recabar impuestos y la estructura gubernamental entraría en inviabilidad financiera con serias restricciones en el erario público disponible para el gasto.
También destacable es que en esta iniciativa hacendaria el gobierno federal contemple gastar, o mejor dicho invierta, un poco más de lo que recaude con el propósito de financiar un “Programa de aceleración del crecimiento económico”, que detone la inversión productiva para sacar a la economía nacional del marasmo en la que actualmente se encuentra. Su éxito dependerá de la disminución de la corrupción y el despilfarro que caracterizan a nuestra economía.
Tal medida se aleja de los cánones de la economía neoliberal de no tener déficit público para reactivar o provocar crecimiento económico. Toma distancia de implementar medidas draconianas de austeridad en el gasto público, del congelamiento de los salarios de los trabajadores, de las devaluaciones de la moneda y de altas tasas de interés bancario, que han causado pobreza generalizada con convulsiones sociales recurrentes tanto en países de América Latina, Europa, como en la misma meca del neoliberalismo: Estados Unidos.
La iniciativa de reforma hacendaria no es rechazable del todo al no incrementar el IVA y sí gravar lo que antes injustamente se esquivaba hacerlo: tasar los extraordinarios excedentes económicos que los dueños reciben de sus empresas, las ganancias especulativas obtenidas en la bolsa de valores y eliminar, en parte, los tratamientos preferenciales y los regímenes especiales que provocaron elusiones fiscales que han contribuido al acaparamiento del ingreso nacional por unas cuantas manos.
A reserva de lo que aprueben los diputados, por los conceptos y porcentajes impositivos propuestos, vista en su justa dimensión, más que una reforma hacendaria es solamente una modernización de nuestro sistema fiscal. Algo es algo.
PD1. Por lo sucedido en Ayutla y denunciado por la UPOEG, se incrementa la presunción de que las policías institucionales han sido caballos de Troya para que la delincuencia y la impunidad hayan dañado vida y patrimonio de cientos de miles de mexicanos, desde hace décadas.
PD2. Los representantes de la policía federal, al no asistir al Congreso local para declarar lo conducente dentro del juicio político en curso, sobre las ejecuciones extrajudiciales de dos normalistas de Ayotzinapa, dan pie a la mayor conjetura de que en elementos de dicha corporación recae la culpabilidad de esos lamentables sucesos acaecidos en el régimen del ex presidente Felipe Calderón.
PD3. Estimados Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador: si anteponemos los intereses de nuestra patria, a los intereses políticos de cada cual, seguro estoy que la defensa del petróleo mexicano la haremos con mayor contundencia y eficacia. ¿Es mucho pedir?
PD4. En comparación a Morelos, la mayoría de los gobernantes, políticos y funcionarios públicos actuales somos unos enanos.

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