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Vidulfo Rosales Sierra

La visión eurocéntrica de la justicia

Hoy en día se nos ha impuesto la concepción de que la ciencia, la tecnología, las matemáticas, el derecho y la cultura en general tuvieron su origen y ascenso en Europa, invisibilizando las demás civilizaciones. Así, el resto de las regiones del mundo son periféricas y bárbaras. A los africanos se les estereotipa de caníbales, a los pueblos mesoamericanos como aquellos bárbaros que sacrificaban inútilmente a los humanos arrancándoles el corazón, sólo Europa es la cuna genuina del conocimiento y la cultura. La humanidad debe agradecerle a Europa.
Nada más lejos de la realidad, Enrique Dussel destruye de manera contundente esta tesis. El filósofo dice que antes del sistema-mundo Europeo existieron otros sistemas interregionales en los que se desarrollaron grandes civilizaciones, como los egipcios, los chinos e hindúes, que inventaron los números, las matemáticas, el alfabeto y leyes garantistas y justas.  En ese momento Europa era una civilización periférica y bárbara. Cuando allí se encontraban en el oscurantismo de la Edad Media, las otras civilizaciones, daban cuenta de grandes adelantos en la ciencia, la tecnología y su sistema de leyes y justicia. Un ejemplo de ello es el Código de Hammurabi que más allá de la Ley del Talión su interpretación y aplicación trasciende la figura de sacerdote y el rey,  recayendo en un tribunal.
De igual forma las culturas mesoamericanas tenían un sistema jurídico y de justicia que privilegiaba el bien común y el fortalecimiento de la vida en colectivo. Allí la vida y la persona adquieren gran relevancia, los débiles, necesitados y pobres son el marco que pretenden proteger.
Con la colonización y el nacimiento del nuevo Estado nacional, los sistemas jurídicos de los pueblos indígenas fueron destruidos y se les pretendió incorporar de manera violenta al occidental–europeo, (derecho Romano). Se les sometió a reglas y procedimientos que les eran ajenos, descontextualizados de la realidad y las costumbres de los pueblos indios. El derecho occidental es meramente objetivo, mientras que el indígena es cosmogónico. En éste la conducta del hombre está interrelacionada con elementos de la naturaleza como el agua, el viento, el fuego y los árboles.
A la luz del derecho occidental y mestizo se cometieron grandes injusticias contra los indígenas, como ejecuciones infundadas y despojos. En nombre de la justicia occidental se esclavizó, despojó y exterminó a los pueblos originarios.
El Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo y la Declaración de Naciones Unidas sobre Pueblos indígenas reconocen la opresión, marginación y discriminación histórica a que fueron sometidos los dueños de estas tierras y por ello obliga a los gobiernos a reconocerlos como actores políticos diferenciados que forman parte de una nación pluricultural. En tal virtud los obliga a respetar su libre determinación para decidir sus propias formas de organización social y política. En consonancia con estos instrumentos internacionales se legisló el artículo 2 de la Constitución Federal y la Ley 701 en Guerrero.
Por otro lado, la justicia occidental impuesta en México desde hace tiempo está en crisis. Es incapaz de resolver los problemas más sentidos de la población, impera una corrupción en todos los niveles de los que la operan. Su finalidad que es hacer vigente los derechos de todos se ha envilecido. Sólo sirve para enriquecer a los que la operan, reprimir a los disidentes políticos y sostener a un sistema político y económico decrépito.
Los policías judiciales –conocidos popularmente como “los judas” por sus atrocidades en agravio de la población pobre– y los ministerios públicos son los mayores esquilmadores de los indígenas y campesinos. En la región de La Montaña el Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan ha documentado que en los últimos tres años la Policía Ministerial ha cometido 90 extorsiones, mientras que la Contraloría Interna de la Procuraduría de Justicia es un elefante blanco que sólo sirve para dar chamba a los amigos.
Estas fueron algunas de las razones que motivaron el surgimiento la CRAC como una experiencia y proceso inédito de los Pueblos na savi y me’phaa de la Costa-Montaña. Recuperaron sus sistemas normativos y sus formas ancestrales de hacer justicia y resolvieron en un 90 por ciento los problemas de inseguridad y delincuencia común en su zona.
Fiel al legado los sabios, los na savi y me’phaa han rediscutido su justicia, la han adaptado a las nuevas realidades y hoy día es un sistema respetuoso de los derechos humanos, el proceso se inspira por los principios de gratuidad, oralidad, publicidad, inmediatez y prontitud y la reeducación se basa en el trabajo comunitario y consejos que brindan los sabios del pueblo.
Es ilustrativo el caso de un hombrea del Estado de México que en el año 2012 fue procesado por delincuencia organizada, su proceso se llevó a cabo en menos de tres meses imponiendo una sentencia de tres años. El 13 de julio en una Asamblea Regional su caso fue abordado, los consejeros dieron cuenta de su buen comportamiento y que se había reeducado, otorgando la libertad absoluta, la familia del detenido reconoció que su familiar era adicto y violento y agradeció a la CRAC haberlo transformado en hombre de trabajo.
De haber sido juzgado por el sistema de justicia occidental, a la fecha el proceso de este hombre no habría terminado, los familiares hubieran gastado cuantiosos recursos en abogados y regalías económicas a jueces, secretarios, mecanógrafas y hasta archivistas de los juzgados y estaría atrapado en la vorágine de la corrupción y criminalidad que impera en los centros penitenciarios y cuando saliera su potencial delictivo habría aumentado exponencialmente.
La CRAC desnudó al modelo occidental, mostró sus falencias normativas y prácticas y de inmediato el Estado reaccionó reprimiendo y persiguiendo este sistema de justicia. A menudo en los juzgados y ministerios públicos se hace alusión al sistema de justicia de la CRAC como una práctica bárbara y del pasado, no es casual lo que expresaron en el Congreso del Estado el secretario de Gobierno y el procurador, esto forma parte de la visión racista, eurocéntrica y discriminadora de los mestizos que operan la justicia.
Cuando surgió la CRAC varios caciques ganaderos y políticos de San Luis Acatlán fueron juzgados por el sistema de justicia indígena. Esto enardeció a la clase política, al cacicazgo regional y ministerios públicos y jueces que los protegían. La oligarquía guerrerense se vio amenazada porque los indígenas acabaron con los privilegios y las ganancias que obtenían al proteger a la delincuencia.
Por eso los poderosos han determinado pisotear los tratados internacionales y las leyes de nuestro país desplegando la represión, mediante el uso excesivo de la fuerza, han allanado las comisarías de los pueblos y pisoteado las varas sagradas de los comisarios apresándolos sólo por hacer justicia y brindar seguridad como nos enseñaron nuestros ancestros. Mientras tanto, a los que secuestraron, asesinaron, descuartizaron y robaron, el procurador y secretario general de Gobierno los llaman víctimas y los ponen en libertad inmediata.
Pero no es de extrañarse, así funciona la justicia occidental, los delincuentes andan sueltos y en la cárcel están los indígenas que no entendieron los formulismos de una justicia extraña y los pobres que no tuvieron para pagarle al juez, secretarios, actuarios y mecanógrafos.
Hoy día los indígenas y campesinos tenemos claro que sólo nuestro sistema de justicia resolverá los problemas de seguridad y delincuencia, dado que la justicia occidental arcaica, caduca, descontextualizada y corrupta alimenta al crimen, sirve para reprimir a los opositores políticos y sostener un sistema político y económico opresor.

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