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Sin apoyo de autoridades inician vecinos de la Colosio la limpieza de sus viviendas

*En La Marquesita habilitan los propios colonos un albergue en una casa abandonada

Mariana Labastida

A dos días del paso de la tormenta tropical Manuel, que dejó a miles de familias afectadas, habitantes de la unidad habitacional Colosio iniciaron las labores de limpieza de sus viviendas una vez que bajó el agua, que alcanzó en algunos puntos casi dos metros, aunque otros siguen aislados debido a los encharcamientos que les impiden salir de sus casas.
En La Marquesita, los vecinos habilitaron un albergue en una casa abandonada donde están resguardados, pues salir implica pasar por cauces y encharcamientos donde se tiene reporte de presencia de cocodrilos.
Por la entrada a la Colosio hay paso vehicular y el agua no alcanza el nivel de la banqueta, pero tras pasar ese tramo de unos 10 metros el panorama cambias y se ven banquetas, calles, casas y muebles cubiertos de lodo. Allí el trabajo de limpieza empezó en las calles donde un día antes todavía se caminaba bajo el agua.
Por la limpieza las banquetas, aún con lodo al igual que algunas cocheras, están los muebles que fueron destruidos por el agua, además de que sillas, sillones, mesas, juguetes, trastes y ropa se pueden ver amontonados afuera de cada vivienda y atrás la gente con escoba, cepillo o jalador en mano expulsando el lodo que quedó en el interior de las casas.
Casa tras casa el panorama es similar y en condominios como Zafiro, las 10 familias que viven en el mismo andador trabajan arduamente para dejar nuevamente el lugar limpio. Ellas consiguieron energía eléctrica de una casa del otro lado de la calle porque en esa cuadra no hay luz, y bombean agua de un pozo que regalan también a los vecinos para que puedan limpiar.
“No vinieron cuando estábamos hundidos, usted cree que van a venir ahora”, responde Oscar Jiménez Aguilar al preguntarle si las autoridades llegaron a ayudarlos.
Recordó que fueron llamadas constantes las que hicieron a la Dirección de Protección Civil y reprochó que no haya emitido ninguna alerta.
Indicó que a diferencia de otros vecinos, ellos se resguardaron en un departamento de un tercer piso y allí todas las familias durmieron.
Caminando hacia la glorieta donde está la estatua de Luis Donaldo Colosio, que fue escenario de hechos de violencia cuando dos personas fueron ejecutadas ahí,  nuevamente aparecen las inundaciones, del lado izquierdo, donde el agua no ha terminado de descender.
Allí el charco se extiende hasta el camino viejo a Llano Largo, donde se encuentra la planta de tratamiento de aguas residuales de la CAPAMA.
El agua es chocolatosa y en el fondo el fango se pega en los zapatos y el olor a drenaje es penetrante.
En medio del agua está la familia de Adrián Solís Lara. El y cinco integrantes de su familia están encerrados desde el sábado en su vivienda y desde el patio, que está en alto, pide a los salvavidas de Protección Civil que reparten despensas en una lancha inflable que le lleven agua.
Adrián indicó que tiene alimentos suficientes, que no puede salir de su casa porque el portón está estancado con el lodo y agua, y que esperará a que baje el nivel para hacer limpieza tanto del patio como de sus vehículos que quedaron anegados y son su fuente de trabajo; él es conductor de taxi.
Desde su ventana, en un edificio al lado de la casa de Adrián, una mujer solicita que la esperen, que quiere ir a trabajar sin mojarse y  la lancha es la opción para salir seca de la zona donde vive.
El condominio Astros es otro de los que aún están inundados y el agua le llega a los habitantes arriba de las rodillas, aunque eso ya no los detiene para salir a comprar comida y utensilios de limpieza para sacar el lodo.
La Colosio no tiene agua potable y la mitad de la unidad tampoco tiene energía eléctrica. Los productos en las misceláneas se han acabado y los ciudadanos aún tienen alimentos pero escasea el agua de beber.

La Marquesita

Hacía el otro lado, en el camino que conecta a Llano Largo con la Colosio, un olor a drenaje y animal muerto es constante. Allí todavía no baja el nivel del agua en la entrada y hay que pasar en camioneta para ir a la colonia La Marquesita, fundada hace 15 años, y que hoy quedó en medio del crecimiento de las unidades habitacionales.
Los pobladores de La Marquesita, aun cuando el nivel del agua en la zona Diamante bajó, quedaron rodeados en la Y Griega que divide el camino hacia Llano Largo y la Colosio, pues el agua alcanzaba en algunas partes un metro de altura y se extendía casi a la llegada de la colonia.
Allí un tramo de 50 metros estaba sin agua y nuevamente se encontraban con una corriente que pasaba por encima del puente vehicular.
Los afectados de La Marquesita culparon de la inundación de sus viviendas a la estructura metálica que se construyó este año para pasar un tubo de agua potable y quedara en lo alto, porque sirvió de barrera para retener la basura que corría por el arroyo formando una presa que no dio salida al agua.
Algunos hombres se aventuran a poner una cuerda para que los pobladores puedan pasar a las unidades habitacionales del otro lado, como Joyas del Marqués, Las Gaviotas y Las Garzas, y policías federales del grupo de Protección Civil deciden, después de ver el trabajo de los colonos, ayudarles y bajan herramienta para empezar a quitar la basura acumulada entre el puente y la estructura metálica. Otro grupo llega con una lancha inflable y en ella empiezan a cruzar a los ciudadanos de un lado al otro.
Unos 40 habitantes de La Marquesita pasaron dos días en las azoteas de sus casas, y aunque entraron lanchas particulares a rescatar a personas no todos se salieron. El cobro por el viaje iba de los 25 a los 100 pesos por persona.
Don Roberto Alemán Vinalay pagó 200 pesos para que se llevaran a su esposa e hija fuera de la inundación.
“Tenemos hambre, tenemos sed, la verdad es que los que entraron se llevaron a puros chilangos y a los de aquí no nos hicieron caso”, reprochó David Vázquez Ramírez, quien junto con su familia y otras 40 personas habilitaron una vivienda abandonada que no se inundó como refugio temporal.
Los vecinos les han dado ropa, cobijas e incluso camas. Hoy comerían arroz porque llegaron despensas de Protección Civil.
El lunes, cuando no tenían comida ni agua los hombres se aventuraron y fueron a donde se amontonó la basura a rescatar lo que pudieran comer; “aquí quédense, aquí están pisando tierra y en el albergue van a estar parados”, fue lo que les dijeron cuando en la desesperación pidieron ayuda a una lancha las mujeres que intentaron salir al ver que seguía aumentando el nivel del agua.
Aunque los pobladores se aventuran a tratar de salir caminando de La Marquesita el peligro el latente porque entre las aguas se han visto cocodrilos. Además está el riesgo de enfermedades debido a la muerte de animales.
“Aquí estaba bien bonito, no había muertes, aquí mataron a cinco muchachos y todos nos quedamos en silencio”, recuerda doña Martha, quien fue una de las primeras habitantes de la colonia y que nunca pensó que su fuente de trabajo, una miscelánea, quedara cubierta por el lodo.
Los policías federales recomendaron a los pobladores “retomar la confianza, la normalidad, hay muchas pérdidas materiales pero hay que regresar a la vida normal”.

El bulevar de Las Naciones

Una vez que bajó el nivel del agua en el bulevar de Las Naciones se reestableció el servicio de transporte público.
El tramo que estuvo inundado ahora estaba cubierto por vehículos intentando pasar con dirección al aeropuerto y viceversa, y en el camino la basura que quedó después del saqueo que realizaron a los comercios de la zona.
La zona comercial que empieza a unos metros de la glorieta de Puerto Marqués lucía devastada: las puertas de cristal o metal de los negocios estaban rotas y las ventanas por igual. Desde la avenida se pueden ver los destrozos no sólo cometidos por la fuerza de la naturaleza con el desbordamiento de la laguna, sino también de los vecinos que arrasaron con comestibles, bebidas, electrodomésticos y muebles.
La entrada a la Colosio volvió a su actividad comercial, los locales aunque no en su totalidad abrieron, tanto de comida como otros servicios que ofrecen a los visitantes y residentes.

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