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Nacen dos bebés de damnificadas que están en el CICI Renacimiento

*A una de ellas no la atendieron en los dos hospitales a los que acudió y tuvo que ir a una clínica particular

Mariana Labastida

No saben si tienen casa, en qué condiciones están sus muebles y no han podido reincorporarse al trabajo, pero tienen un integrante más dos familias que están en el albergue ubicado en el polideportivo CICI Renacimiento, donde se encuentran los recién nacidos hace cuatro y cinco días.
A una de ellas no la atendieron en el hospital General, luego que fue trasladada del Donato G. Alarcón,  y tuvo que ir a una clínica particular donde nació su bebé apenas 23 minutos después de haber llegado.
Eréndira Portillo Nava tiene 27 años, es ama de casa y el domingo a las 2 de la mañana abandonó entre el agua, con su hijo de nueve meses en el vientre, su casa en el andador Mina la Golondrina de la colonia Ciudad Renacimiento  acompañada de sus cuatro hijos y su esposo. El nivel del río les llegaba casi al pecho.
Los hermanos y cuñados de Eréndira acudieron a ayudarlos a salir, estuvieron sin saber qué hacer hasta que les dijeron que podrían irse al albergue habilitado en el polideportivo del CICI Renacimiento pensando en la atención a los niños y al embarazo avanzado que tenía, además de que no tenían un lugar donde vivir.
Desde que llegó al albergue Eréndira recuerda que traía molestias, el martes en la mañana entró en labor de parto, “se me rompió la fuente y le dije a una de las enfermeras que me dijo que me tenía que ir a un hospital y me llevaron al Donato”, hospital que está a unos 500 metros del albergue en Renacimiento.
Ahí pasó la noche pero en la mañana del miércoles le dijeron que no podían atenderla en el hospital así que la llevaron al hospital General en Ruiz Cortines.
En la ambulancia llegó al otro hospital a las 9 de la mañana cuando le dijeron que si la atenderían. Sin embargo, una hora después cuando pasó a revisión con el médico, le negaron la atención “que me fuera a un hospital privado, que tenía tiempo; yo ya estaba sangrando”, dice casi susurrando Eréndira, quien se atreve a contar lo que ocurrió cuando su esposo Cirilo la anima.
Del hospital General Eréndira y su esposo salieron a pie, sin dinero, pidieron ayuda a un taxista que aceptó trasladarlos a Ciudad Renacimiento donde está el médico Enrique García que la ha atendido en sus otros cuatro partos. “Llegando me canalizó porque ya me conoce que no me dan dolores fuertes, y luego, luego nació”, recuerda, según sus cuentas fue 23 minutos después de llegar a la clínica privada, menos de la hora que le dijeron que tenía para que naciera su pequeño hijo.
Eréndira y Cirino tienen cinco hijos de 8, 6, 4, 2 y ahora el pequeño Eduardo de apenas cuatro días de vida. Su esposo es comerciante abarrotero, pero sabe que perdió todo por las noticias que ha recibido de la colonia La Frontera donde tenía su puesto. “No ha de haber nada, dicen que se llevó las casas de madera que estaban a un lado y pues ahí estaba el negocio, se perdió todo la mercancía es casi imposible que esté ahí” dice Cirino.
No se han atrevido a salir del albergue a ver cómo está la casa rentada donde vivían, no saben si sus pertenencias siguen ahí ni en que estado están, ahora están anotados en los censos que han realizado en el albergue para apoyo de viviendas, “dicen que van a verificar casa por casa quién sabe cuánto vayan a tardar”, mientras están en una oficina administrativa del CICI, donde sólo se quedan Eréndina, Cirino y sus cinco hijos.
Los pañales, toallas humedas y ropita de bebé ha sido proporcionada por trabajadores del albergue a los nuevos bebés, tanto al de Eréndira como el de Rosy, que nació el martes en el hospital del IMSS.
Rosy Catalán Adame y su esposo, Miguel Ayala Biliebre, salieron de su casa rentada en Ciudad Renacimiento también el domingo cuando se inundó su casa, desde el sábado tenían la intención de salir, sin embargo se quedaron esperando para salvar algunas pertenencias, sólo ropa pudieron rescatar.
Ellos viven con otros familiares, Rosy, que es masajista en la playa, entró en labor de parto el martes y fue trasladada al hospital Vicente Guerrero donde nació su pequeña casi cuando llegó y la dieron de alta por la noche. Tuvo que regresar al albergue; su esposo es chofer y ella ama de casa, por ahora acondicionaron con dos colchonetas un escalón de las gradas de la cancha techada para poder dormir, no han regresado a su vivienda, ignoran en qué condiciones esté y no saben cuánto tiempo más estarán en el albergue.
Ambos bebés son cuidados por trabajadores del albergue que están al pendiente de las necesidades de las mamás y de los menores, entre el trajín de las preguntas y necesidades que piden sean atendidas el resto de los pobladores que están albergados ahí.

…Pierde una madre a tres de sus cuatro hijas

“Yo no pude comunicarme con mis hijas el domingo en la mañana que volvía a mi casa porque no había señal de celular, salí como a las 8:30, pero no había transporte. Cuando por fin logré subirme a uno, me quedé en Los Órganos porque el colectivo no quiso avanzar y de allá llegué caminando hasta aquí”.
La joven madre llegó ese mismo domingo a Lomas de San Juan a las 5 de la tarde. Al llegar recibió la noticia de que sus hijas habían muerto. “Cuando me dijeron lo que había pasado, no supe más de mí. Me perdí. No recuerdo más”, expresó.
Los vecinos que ayudaron a salir a Celene, contaron que ella quedó cubierta por el lodo hasta el cuello, lograron sacarla media hora después de que la tierra le dejó libre el brazo izquierdo. Afortunadamente, dijeron quienes la ayudaron, no tiene fracturas y ella y su bebé están bien. Sin embargo, denunciaron que ningún médico del sector salud de El Treinta la quiso revisar después de que la desenterraron, a pesar de que estuvieron en el centro de salud cuando la trasladaron como pudieron hasta allá. Comentaron que después de haberla llevado a varios consultorios privados, por fin, una doctora, de quien no recuerdan el nombre, la revisó y determinó que no tenía ninguna fractura.
Celene está en cama. Su figura es frágil y en su rostro se aprecian raspones, sus piernas también están lastimadas. En sus enormes ojos oscuros se agolpan la angustia y el dolor de haber perdido en unos segundos a su esposo y a sus tres hermanas menores; ellos dicen todo y su boca se niega a contar la tragedia que vivió; se llenan de lágrimas y el resto de su cuerpo se mantiene inmóvil. Sólo mira a su madre y juntas lloran la muerte de las niñas.
Los vecinos de Lomas de San Juan reclamaron que ninguna autoridad llegó para ayudarles, que fueron ellos mismos quienes sacaron los pequeños cuerpos de las niñas y de José Antonio. Y denunciaron que nadie ha apoyado a quienes perdieron su casa o, viven en riesgo de que algún otro cerro se desgaje y cubra a otras familias.
El camino para subir a la casa de Marisol Valentín, fue cubierto por toneladas de tierra, basura y aún corre un pequeño hilo de agua. La zona comienza a oler a putrefacción y las nubes de polvo color marrón se levantan poco a poco para cubrir ese poblado y a sus habitantes que siguen esperando la ayuda del gobierno ante la tragedia.

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