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Limpieza y reactivación comercial, la prioridad en el bulevar de Las Naciones

*Vecinos de diversas colonias exigen ayuda al Ejército en el fórum Mundo Imperial mientras soldados y comerciantes trabajan para borrar las huellas de las inundaciones

Óscar Ricardo Muñoz Cano

Protestas de la gente e intentos para seguir con la actividad comercial de la zona es el panorama de estos días sobre el bulevar de Las Naciones, donde a marchas forzadas se trabaja para borrar las evidencias de las pasadas inundaciones.
Vecinos de colonias como Navidad de Llano Largo, Las Delicias y hasta de San Pedro las Playas, al menos unos 50, se plantaron frente al foro Mundo Imperial, a donde reclamaron a soldados del Ejército la falta de ayuda para con ellos, al tiempo que veían cómo acomodaban despensas recién llegadas.
Ahí, el comandante Arellano, encargado de las actividades militares de apoyo, les explicó que su obligación era darle auxilio a la gente que estaba aún en el albergue y no la de repartir despensas por lo que si querían algún tipo de ayuda los invitaba a formarse a la hora de la comida para que les fuera ofrecida, explicación que molestó a los vecinos pero que no pasó de ahí, mientras los soldados desmontaban la carpa donde laboraban para refugiarse dentro del estacionamiento del Forum.
Mientras tanto, en el interior, decenas de refugiados esperaban, unos jugando dominó y otros ensimismados y con la música de miembros de la Orquesta Filarmónica de Acapulco, la hora de comer; mientras que en el exterior otros hacían cola para recibir atención médica y ser censados.
Mientras tanto, algunos turistas extraviados aún preguntaban por las salidas de autobuses gratuitos rumbo a la ciudad de México.
Desde anoche ya no salen de aquí, contestó un guardia de seguridad del fórum, quien agregó que todos los camiones saldrían desde el Centro Internacional Acapulco y que sólo están recibiendo a gente para ser transportada en avión.
Al mismo tiempo, otro grupo de vecinos, en su mayoría mujeres y niños, hacía lo propio frente a las instalaciones del Centro Regional de Atención de Emergencias de la Cruz Roja del otro lado de la calle, donde policías estatales montaban guardia y les explicaban que ahí no era centro de distribución.
“Nos dijeron que nos saliéramos de nuestras casa y nos viniéramos para acá”, le reclamó una señora, oriunda de La Estación.
“No, aquí no hay nada, seño”, contestó el uniformado, nada.

Resignación y consuelo

Sin embargo, y a pesar del caos reinante, en varias partes sobre el bulevar de Las Naciones a marchas forzadas decenas de trabajadores buscan afanosamente borrar las evidencias de las lluvias pasadas, mientras comerciantes se apuran a limpiar la mercancía para ofrecerla al tiempo que emergen como hongos salidos de las lluvias los puestos de comida.
El tramo que va de Puerto Marqués a la unidad Luis Donaldo Colosio está prácticamente limpio, mientras que la ruta hacia el aeropuerto está totalmente despejada. En ambos casos, trabajadores que afirmaron pertenecer al programa de empleo temporal  informaron que la idea es acabar este fin de semana con toda la limpieza. Incluso, del bulevar que entra a la unidad Luis Donaldo Colosio rumbo a Llano Largo.
Para las 12 del día de ayer, las labores de limpieza en el Aeropuerto estaban más que avanzadas, a decir de Ana Y. Hipólito, guardia de seguridad privada, quien aseguró que ya para hoy las operaciones se reanudarán en la terminal aérea.
Mientras tanto, pequeñas misceláneas, ferreterías, tiendas de decoración y venta de muebles y hasta algunos restaurantes abrieron sus puertas para ofrecer todo lo necesario para continuar con la reconstrucción; almuerzos desde 68 pesos que incluyen fruta y un guisado de panza de res, hasta tinacos de 2 mil 300 litros en 4 mil pesos.
En la unidad Colosio, el ambiente es más surrealista: entre nubes de polvo se yerguen los puestos de tacos a pesar de la insalubridad. Del mismo modo, pequeñas fondas y hasta puestos de verduras, aguas y pollo crudo o frito aprovechan los ríos de gente que van y vienen por la zona.
Y no importa, porque en este momento, la gente que perdió su ritmo rutinario de vida busca consuelo en las tareas de limpieza, realizadas a consciencia, con la poca agua que les proveen las contadas pipas que transitan por ahí.

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