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Inundado, cubierto de lodo y sin apoyo, siguen las comunidades de Cacahuatepec

*A una semana de que el río Papagayo arrasó e inundó viviendas, los vecinos de los pueblos del áerea en que se construiría la controvertida presa La Parota tienen que caminar hasta dos horas para conseguir alimentos

Mariana Labastida

A una semana de que el río Papagayo arrasó e inundó viviendas en comunidades de los Bienes Comunales de Cacahuatepec, éstas siguen incomunicadas, y aunque en algunas ha llegado la ayuda, como en Cacahuatepec, la mitad del pueblo se encuentra cubierto de tierra.
En comunidades como Ilamos y Rancho Las Marías los habitantes bajan a Parotillas y a La Concepción en busca de víveres, y más de dos horas hacen de camino por la mañana y nuevamente por la tarde. Son pueblos del área donde se construiría la controvertida presa La Parota.
“Párate ya está el río adentro”, gritó María Iris García a su esposo Félix Delgado, quien se habían rehusado abandonar su casa con la certeza de que el cauce no alcanzaría su vivienda, lo que nunca había ocurrido, por ello no tuvieron tiempo más que de sacar un colchón con algunas pertenencias arriba.
“En menos de una hora ya había llegado hasta allá”, dijo Don Félix señalando un punto a unos 30 metros de su casa.
Don Félix y María Iris son una de las 73 familias que se quedaron sin casa en Cacahuatepec, cabecera de los Bienes Comunales, donde el río arrasó o cubrió casi en su totalidad las viviendas que se encontraban más cerca  al cauce, a una distancia aproximada de 500 metros.
“Miedo” es la palabra que los pobladores repiten ante el hecho que los tomó por sorpresa, pues no pensaron que el río llegaría al nivel que alcanzó cubriendo la cancha, la comisaría de Bienes Comunales, la comisaría municipal, el centro de salud y la primaria. El agua siguió subiendo hasta alcanzar el metro y medio en viviendas que se encuentran sobre la ladera del cerro más cercano, a unos 40 metros de la calle principal, que quedó cubierta por una capa de lodo en algunos tramos de casi dos metros.
María y Félix se quedaron sin su sustento principal: el horno para hacer pan. También perdieron su cosecha de maíz como el resto de los pobladores de Cacahuatepec, que se quedaron sin alimentos, por ellos cuando llegó el primer helicóptero con despensas decidieron que los alimentos se elaborarían en dos comedores comunitarios, uno en el kínder y otro en la iglesia el pueblo, donde no sólo los que se quedaron sin vivienda, sino todos los pobladores, pueden pasar a comer. Son 592 habitantes.
El río Papagayo se comenzó a desbordar el sábado a las 8 de la noche y los vecinos comenzaron a ver cómo subía el nivel, por lo que a las 2 de la mañana se salieron los últimos de sus viviendas.
El cauce disminuyó el domingo, cuando se encontraron con un panorama desolador pues algunos no sólo no tenían casa sino que el pueblo completo no tenía qué comer, por lo que recibieron ayuda de las comunidades cercanas como El Cantón, Huamuchitos, Espinalillo, Barrio Nuevo y El Campanario que les llevaron alimentos.
La ayuda gubernamental llegó el martes y se instaló un módulo de salud, además de que les llevaron despensas por el camino que sube de El Cortés, por el municipio de San Marcos, aunque los afectados siguen en los albergues, en casas que aún están en pie de los vecinos que no fueron afectados directamente.
No todos tienen un lugar para dormir, por lo que lo hacen en mantas sobre el lodo y sin luz, la cual podría reestablecerse el martes, según los trabajadores de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) que trabajan en la comunidad.
Tampoco hay agua, los pozos de los que se abastecían los vecinos fueron arrastrados o cubiertos por el paso del río.
También los afectados han conseguido que les prometan autoridades que les reconstruirán sus viviendas y la pregunta que todos se hacen es ¿cuándo?
Aunque hay paso vehicular por El Cortés, la ruta de los pobladores es cruzando por el río Papagayo, por ello diariamente los pobladores se arriesgan a cruzarlo, y aunque ya descendió el cauce la corriente es intensa y arrastra la panga con remos que utilizan de transporte, 500 metros debajo del punto donde la abordan.
En cada panga van cuatro hombres maniobrando con remos y, a pesar de la contingencia, el riesgo y el esfuerzo que hacen para llevar a la gente de un lado a otro, los que dan el servicio siguen cobrando 10 pesos, la cuota normal.
Para llegar a Cacahuatepec, la tarde de ayer domingo ya había paso por el camino por la desviación de El Salto, debido a que no se puede usar por el otro camino que entra por San Pedro Cacahuatepec que está cortado después de la comunidad de Agua Caliente; se llega a La Concepción y a Parotillas, que es el último poblado hasta donde la mañana del domingo podían llegar los vehículos y hay que continuar el camino a pie por la ribera del río hasta el punto donde están las pangas para cruzar el río a Cacahuatepec.
El camino por el río es desolador, una mezcla de verdes con cafés. Los árboles que en los cerros se mantienen en pie y en la base de los mismos los estragos del paso del río que se llevó a su paso árboles frutales y cosechas, arrebatándole a los pobladores su forma de vida; se ven las huertas de árboles de limón cubiertas por el lodo, las milpas de maíz destruidas, por las cuales se tienen que caminar para abrirse camino entre la tierra que está blanda y cuarteada.

La Concepción

Por El Salto se llega a La Concepción y al recorrer el pueblo se observan decenas de viviendas caídas. El río y los arroyos que pasan por la comunidad arrasaron con las casas hechas de tepetate, una mezcla de lodo y hierba para hacer los blocks, entre ellas la de la señora Paulina Zamora Santiago, quien vive con su esposo, tres de sus 10 hijas y uno de sus dos hijos.
Paulina está durmiendo en el cuarto que su hijo construyó para independizarse de la casita de adobe en donde vivían, misma que quedó reducida a escombros. Se alcanza a ver el colchón del catre de su esposo y ella alcanzó a salvar una cama. Ahí es donde se acomodan en medio de un charco de agua en la tierra, porque sigue corriendo agua por el arroyo a un lado de su casa y sigue lloviendo en esa zona.
“No quería irme”, dice con tristeza al ver su casa, pero tuvo que salirse cuando el agua del río le llegó a la cintura.
“Llegó todo rápido”, recuerda Pascual Agatón Dircio. Su casa, de paredes de adobe, madera y tejas, ahora es un montón de escombros semicubiertos por el lodo. Lo único que sigue en pie son los pilares del corredor de la entrada, donde quedó el medidor de luz en su lugar y un foco.
El vecino alcanzó a sacar de la casa un ventilador, una televisión y una cama con la ayuda de los demás pobladores.
También la hermana de Pascual, Gloria Agarón Dircio, fue afectada por la lluvia: “venía del río de allá y del arroyo que creció aquí y nos tapó”, dice mientras señala su pecho en referencia a dónde le llegaba el agua cuando salió de su casa.

Parotillas

Después de La Concepción está la comunidad de Parotillas, donde los estragos de la creciente del río se pueden ver en la cancha techada, en el centro de salud y la comisaría, donde la marca del agua alcanza los dos metros y aún hay residuos de ramas en las cercas. Allí el agua alcanzó a las viviendas que están del otro lado del camino principal que atraviesa la comunidad.
“Aquí estamos sufriendo las consecuencias de la naturaleza. En 66 años no había visto yo subir el río tanto, en el 47 subió pero hasta ahí”, dice don Eusebio Dorantes Valeriano, de 78 años, señalando el primer escalón de su vivienda. En esta ocasión el agua llegó metro y medio más arriba, donde estamos parados el agua dejó una marca en un cuarto de block de casi dos metros de altura.
Don Eusebio recuerda que cuando era niño de unos 5 años, la creciente del río subió por dos ciclones que estaban azotando en el municipio pero no se desbordó el cauce como en esta ocasión.
Don Eusebio, junto con otros dos hombres, trabajan en quitar la parte del techo de su vivienda que se cayó.
Agradece que toda su familia está con vida, pero lamenta que no solo su casa esté dañada sino también las cosechas tanto de él como el resto de los pobladores de esa comunidad; “quedamos a la deriva, queremos apoyo aunque sea poco, sabemos que son muchos los afectados”.
Antes de la casa de Don Eusebio nos encontramos con un grupo de personas que se acercan a cuanto vehículo llega. Son de las comunidades Rancho Las Marías y Los Ilamos y están sin luz, agua ni caminos.

Ilamos y Rancho Las Marías

Son las 5:30 de la tarde y de regreso de Cacahuatepec nos encontramos en el camino con pobladores de Los  Ilamos y Rancho Las Marías, quienes van de regreso a su comunidad. Por la mañana caminaron dos horas para llegar a Parotillas y aun con luz emprenden el camino de regreso.
Ellos esperaron todo el día obtener víveres para sus familias. Algunos llevan alimentos enlatados y agua, otros van sólo la costalilla con la que bajaron porque no alcanzaron alimentos para abastecerse.
Los pobladores van por el camino de terracería que, después de que trabajaran con una máquina durante el día, ya se puede transitar aunque con algunas dificultades, pero ya no se tiene que rodear y caminar por la ribera del río para poder bajar a sus comunidades, donde no ha llegado ningún tipo de ayuda.
Relatan que también hay casas tapadas por el lodo y otras fueron arrastradas, las cosechas destruidas y no tienen luz ni agua para beber; “a qué van para allá, quédense aquí no tienen luz ni pa ver la televisión”, les dice a unos conocidos un joven de Parotillas cuando los ve pasar de regreso a la comunidad.
Ellos, con el ánimo que les queda, medio sonríen a lo que toman como una broma. Hoy emprenderán nuevamente su caminata de regreso al pueblo más cercano para conseguir víveres si sigue sin llegar la ayuda a su comunidad.

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