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Comida, y que llegue a lugares aislados, piden en comunidades de Coyuca de Benítez a Mazón

*En Espinalillo decenas de casas siguen anegadas y otras se derrumbaron. De 7 de la mañana a 8 de la noche se puede atravesar caminando y con dificultades el derrumbado puente

Karla Galarce Sosa

Coyuca de Benítez

El paso de Coyuca de Benítez  a la Costa Grande, en el tramo de la cabecera municipal a Pénjamo funciona de las 7 de la mañana y a las 8 de la noche.
Miles de personas atraviesan el derrumbado puente del río de Coyuca, suben o bajan una escalera provisional y cruzan el brazo del río sobre tractores, burros o camionetas 4 por 4.
Trasladan víveres y ayuda a los damnificados, en una pesada marcha en la que es difícil conseguir diablitos, o montacargas, debido a que los fragmentos inclinados del puente y su fragilidad lo impiden.
La ayuda para los damnificados es custodiada por soldados del Ejército y marinos desde la carretera que viene de Acapulco, hasta el puente del río de Coyuca, donde los voluntarios la trasladan poco a poco a puntos cercanos para reunirla en otros y, finalmente llevarla a bordo de camionetas para repartirla en comunidades.
En un recorrido ayer por la mañana se observó a una gran cantidad de personas y turistas, quienes se trasladaban con víveres y maletas que iban acarreando en pequeñas cantidades.
Desde Acapulco, las personas llegan a bordo de transporte público o en coche particular hasta el puente, de ahí atraviesan a pie el derrumbado puente y bajan por una escalera provisional, hecha con madera y tabiques, la cual es vigilada por personal de Protección Civil para controlar el peso. Para bajar la mercancía, los donativos en víveres para los damnificados o, a las personas con alguna discapacidad quienes son auxiliados por policías municipales o soldados del Ejército, deben usar una cuerda, reunirlos antes de cruzar el brazo del río que se formó tras el paso de la tormenta.
Quienes tienen familiares o conocidos del otro lado del puente, abordan vehículos, rentan alguna motocicleta o carreta que es jalada con burros, para avanzar un kilómetro. Después deben bajar de ese transporte para caminar otros 500 metros de brecha, misma que fue abierta con maquinaria pesada sobre otra escorrentía del río. Posteriormente, para seguir con la travesía, se deben caminar otros 3 kilómetros para llegar a Pénjamo abordar algún transporte público y dirigirse hacia la Costa Grande.
Los servicios como la luz y la señal de celular son irregulares desde hace más de una semana que pasó el fenómeno. La gente de comunidades como Barrio Nuevo, San Nicolás, Cahuatitlán y Espinalillo, reclama la ausencia de sus autoridades municipales, así como la falta de apoyo para limpiar sus casas o atender los albergues.
El director de Salud municipal de Coyuca, Víctor Manuel Heredia de los Santos, informó que tienen siete albergues oficiales en funcionamiento, cuyo número de usuarios oscila entre mil 500 a 800 personas en cada uno.
Heredia de los Santos dijo que además de los albergues, los habitantes de las comunidades instalaron 12 comedores comunitarios que dan alimento a los aproximadamente 20 mil damnificados.
El funcionario municipal recorrió ayer algunos centros de salud a cargo de la Secretaría de Salud estatal (Ssa), que estuvo encabezada por el titular de la dependencia, Lázaro Mazón Alonso. Los habitantes de los poblados visitados, exclamaban “¡ayuden nos por favor, envíen comida, despensas!”.
Durante la caminata para poder llegar a Pénjamo, la gente manifestaba: “deberían llegar a donde la gente realmente no puede salir”.
En el poblado Espinalillo se observaron decenas de casas anegadas, otras derrumbadas por completo y unas cuantas en pie. Cientos de personas aún sacaban el lodo que entró en sus viviendas. La familia de unas de las casas más afectadas, dijo que no quiere quedarse allí porque la infraestructura “nomás truena y truena”. “Tengo un montón de cosas y no sé a dónde ir”, comentó la integrante más grande.
Allí en Espinalillo, en la parroquia de Nuestra Señora de la Candelaria, hay 180 personas que son auxiliadas por el sacerdote Cornelio Onofre Melo, quien detalló que 80 son niños. Hay una embarazada en ese albergue, así como un niño que fue mordido por un perro y una niña a quien picó un alacrán. Todos ellos fueron atendidos por la brigada de médicos que encabezó Mazón Alonso y, en el centro de salud aplicaron la vacuna antitetánica, entregaron crema para curar los hongos de los pies, así como desparasitantes y cubre bocas. Antes de llegar al poblado de Espinalillo, fue instalada una brigada médica que cuenta con médicos y enfermeras para atender a la población.
Los habitantes de las comunidades visitadas comenzaron la limpieza de sus casas y de las calles, el olor del pueblo, como el de muchos más que fueron afectados, es a putrefacción.
El regreso a la cabecera municipal, incluye otros cinco kilómetros de caminata, paso por zonas donde se levantan enormes nubes de polvo y pequeños hilos de agua que corren por debajo de los rellenos que fueron hechos con máquina para poder transitar en vehículos.

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