Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Que saquen el agua, no despensas, piden a Aguirre en Tixtla

*Vecinos le reclaman al gobernador por presentarse en esa ciudad ocho días después de la inundación

*Nunca se alertó de la fuerza de la tormenta, recriminan vecinos de Renacimiento al alcalde

*Recibe Lázaro Mazón quejas por la falta de médicos que abandonaron la consulta en Coyuca de Benítez

Reclaman a Aguirre por presentarse en Tixtla ocho días después de la inundación

*No queremos despensas, queremos que saquen el agua ya”, le gritan después de esperarlo bajo el sol por dos horas

Rosalba Ramírez García

Tixtla

Los damnificados por la tormenta Manuel en Tixtla encararon al gobernador Ángel Aguirre Rivero para reclamarle su retraso y cuestionar el motivo de la tardanza para llevar ayuda a la cabecera municipal, que ayer cumplió una semana de estar bajo el agua.
Desde las 12 horas, decenas de tixtlecos se congregaron desde la avenida Insurgentes, donde empieza la zona de inundación, hasta el lugar donde llegaron camiones con despensas, cobertores, colchonetas y artículos de limpieza personal, pero los trabajadores del gobierno estatal no entregaban nada a los ciudadanos parados bajo el sol hasta que llegara el gobernador, que después de más de dos horas hizo acto de presencia.
A las 2:40 de la tarde llegó el gobernador a Tixtla, donde constató que siete de los nueve barrios de la cabecera municipal fueron afectados por las lluvias y están inundados desde el domingo, pero fue hasta ayer que las autoridades se presentaron  para buscar la manera de darle salida al agua que ha bajado apenas unos 50 centímetros.
A su llegada, los damnificados empezaron a gritarle “queremos que saquen el agua”, “porque hasta ahorita ya se están cayendo las casas”, “no queremos despensas queremos que saquen el agua ya”.
Ante la exigencia, el gobernador prometió que entregarían a cada uno de los damnificados una tarjeta con 10 mil pesos disponibles para que compraran parte de los electrodomésticos que perdieron, “porque algunos perdieron todo, refrigeradores, colchones, estufas, todo”, reconoció Aguirre.
Aguirre Rivero pedía orden ante la desesperación de los tixtlecos y prometía: “se extraerá el agua de la laguna y se atenderá la salud…”, pero de inmediato los afectados lo interrumpieron para exigir: “¡queremos que saquen el agua!”.
Los tixtlecos damnificados expresaron así su temor por los daños que puedan ocurrir a sus viviendas por permanecer siete días bajo el agua.
Entonces, el gobernador instruyó al director de la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado del estado de Guerrero (Capaseg), Arturo Jesús Palma Carro, “a solucionar el problema”.
Al respecto, el funcionario estatal dijo que ya estaban metiendo bombas que sacarán 60 litros de agua por segundo “en coordinación con el Ayuntamiento, que ha estado al pendiente en todo momento”.
Los ánimos estaban muy enardecidos entre los pobladores y ante esas palabras empezaron las rechiflas contra el alcalde perredista, a quien acusaron de no apoyarlos ni acercarse a la zona afectada hasta ayer.
Ante ello, Palma Carro afirmó que en el transcurso de la tarde llegaría a Tixtla “un monstruo de bomba”, que sacará 360 litros de agua por segundo.
Para calmar los ánimos, Aguirre Rivero anunció un programa de empleo temporal para que los afectados trabajen en la reconstrucción y limpieza de sus viviendas, por lo que pidió que se inscribieran en las mesas que se instalarían en cada albergue o campamento externo.
El gobernador les prometió que ningún damnificado “quedará fuera de los apoyos”, y que todo el que tenga alguna afectación en su vivienda será atendida, también dijo que los campesinos que perdieron sus cosechas o parcelas recibirán apoyos económicos.
Aguirre también instruyó a la titular de Sedesol para que en coordinación con la Secretaría de Salud (Ssa), realicen brigadas de que recorran las casas de los afectados (todas están inundadas). Para entregarlos explicó que solo necesitaba tener claras las afectaciones por eso estaban realizando los censos “casa por casa”.
Tras las promesas, los damnificados pedían al gobernador que les diera una fecha en la que se estarían realizando “todo lo que nos viene a prometer”, pero no hubo tal.
En el acto también estuvo la titular de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), Beatriz Mojica Murga; el titular de la Secretaría de Finanzas (Sefina), Jorge Salgado Leyva, y el acalde tixtleco Gustavo Alcaraz Abarca.

Los reclamos al gobernador

Sin mencionar a la Coordinadora Regional de Autoridades Comuni-tarias (CRAC), ni a la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, el gobernador agradeció “a todas las organizaciones que se coordinaron para ayudar”, y dijo que el trabajo de los ciudadanos que se organizaron fue “fundamental”, “son ejemplo de la participación ciudadana, han sido un factor determinante para salir de la crisis en la que estamos viviendo”.
La respuesta de los damnificados no se hizo esperar y le gritaron: “¡solo los comunitarios y los de Ayotzinapa nos ayudaron!”
Un maestro aprovechó el momento para interrumpir al gobernador y precisar que el problema se tenía que solucionar de fondo y le pidió que no fuera a ofenderlos a Tixtla con limosnas.
El tixtleco, que se negó a dar su nombre, encaró a Aguirre Rivero para pedirle que se pusiera “al nivel de un gobernante y deje de repartir dadivas”. Le recordó que las colonias o asentamientos más próximos a la laguna, año con año se inundan y esta vez “fue catastrófico”
“Queremos que usted se ponga a la altura de un buen gobernante, que no nos traigan limosnas, deben conocer el sentir del pueblo”, reclamó exaltado el maestro que tuvo que salir de su casa inundada casi hasta el techo desde el domingo 15 de septiembre.
De hecho, descalificó la solución que el director de Capaseg propuso, “no es una solución, tenemos que trabajar, pero más ustedes (autoridades), porque ustedes tienen los recursos, les exigimos que ya se pongan las pilas y saquen el agua, porque ustedes quieren venir y darnos una limosna, no solucionan, quieren sacar la laguna con un popote, ¡por favor!”.
En ese momento fue la primera vez que se escucharon aplausos de apoyo al maestro.
Y continuó: “discúlpeme, pero yo no puedo venir a darle “vivas” cuando yo veo que mi gobernador después de ocho días se viene a presentar ¿qué le tengo que aplaudir señor gobernador? ¿estar en las condiciones en que estamos, así bajo el agua? Estamos cansados de tanta indiferencia”.
–“Ya, ya lo escuché”, quiso interrumpir Aguirre Rivero, pero una fuerte bulla de los damnificados lo obligaron a guardar silencio para escuchar al maestro que hablaba molesto a punto de llanto.
–“A eso vino, a escuchar, que se calle el gobernador, ahorita está hablando el pueblo”, le espetaban.
Entonces el maestro le reprochó al gobernador que no lo dejara hablar, “cuando un gobernante sea capaz de escuchar el sentir del pueblo, entonces estaremos hablando de un gobierno respetuoso y democrático, pero autoritariamente, usted me quiere callar”.
Entonces el asesor del gobernador Ricardo Castillo Barrientos señaló y encaró al damnificado, y gritando le ordenó que bajara la voz.
El maestro insistió en que en Tixtla no querían limosnas, sino soluciones definitivas y que era necesaria la creación de una salida de la laguna al lado sur para que no volvieran a inundarse en la cabecera.
Otra damnificada, una mujer humilde que logró quedar casi al frente del gobernador, gritaba desesperada, llorando con las manos en el rostro: “¡puro Acapulco, Acapulco no es Guerrero!, mi casa se está cayendo porque es de adobe y el agua le hace mal y apenas se viene a parar…”.
Después de los reclamos de los ciudadanos, el gobernador caminó acompañado de su comitiva dentro del agua hasta llegar frente a la iglesia de El Santuario, donde el gobernante quedó cubierto hasta el pecho.
Así sumergido en ese lugar, Aguirre Rivero concedió una entrevista a reporteros de Televisa, para después salir de inmediato saludando a las familias que le quedaban de paso e irse.

Nunca se alertó de la fuerza de la tormenta, reclaman vecinos de Renacimiento al alcalde

*Durante una visita de Luis Walton por la zona, los habitantes se quejaron de que a ellos no les han entregado despensas

Aurora Harrison

Vecinos de Ciudad Renacimiento, que también resultaron afectados, exigieron al alcalde Luis Walton Aburto que los apoye con despensas porque no les ha llegado nada, y se quejaron porque no se alertó a tiempo sobre la intensidad de la tormenta tropical Manuel.
Durante un recorrido de supervisión que hizo el alcalde por esa zona, entró por la avenida principal que va a la colonia Arroyo Seco y atravesó en su camioneta varias calles por la orilla del río de La Sabana. En el trayecto observó a familias completas limpiando sus viviendas y sacando el lodo.
Walton Aburto llegó a donde estaba el puente que lleva a la colonia La Frontera, que fue arrastrado por la crecida del río.
“Tenemos necesidad de comida”, reclamaron los vecinos y se quejaron de que no les han llevado despensas, y en respuesta el alcalde afirmó que los regidores aprobaron un presupuesto para comprar despensas y que se les entregarán.
“Para los alimentos, cómo le vamos a hacer, en el mercado nos quitan el poco dinero que tenemos en la mano”, señaló una de las vecinas que se le acercó al alcalde, quien se dijo molesta porque no les han llevado ninguna despensa; “somos afectados y no nos han traído nada, queremos que también nos regresen a ver como otras colonias donde ya se entregó la ayuda”.
Otra vecina dijo que “confiamos en su palabra porque aquí en Eje Central de Renacimiento sólo pasan carros de despensas y nosotros qué, también somos damnificados”.
Pidió que se haga un recorrido casa por casa y que el apoyo llegue a quienes sí resultaron afectados porque “tenemos mucha necesidad y nadie nos ha apoyado”.
Por otra parte, los vecinos se quejaron con el alcalde porque no se les alertó a tiempo sobre la intensidad de la tormenta, “no hubo plan de evacuación”.
“No se nos avisó de la tormenta, nosotros estuvimos al pendiente, y hubieran venido en mi casa se metió el agua más de un metro y no se avisó”, reclamó una de las afectadas, quien pidió que se informe a la población para que tome precauciones.
En respuesta, el secretario de Seguridad Pública, Jesús Cortés Jiménez, le dijo a la vecina que se emitieron las alertas para que tomaran precauciones, pero ésta insistió en que es obligación de Protección Civil informar sobre las lluvias “pero nunca nos avisaron nada y estuvimos al pendiente, no hubo información”.
“Ya se van a tomar cartas en Protección Civil”, respondió el jefe policiaco a los vecinos que se quejaron que no se alertó de las lluvias.
Al preguntarle que pasará con el director de Protección Civil, Efrén Valdés, Cortés Jiménez declaró: “vamos a ponerlo más y estoy esperando instrucciones del presidente. Todo el mundo se queja de que no hubo alerta”.
Al insistirle si se va a cambiar al funcionario, declaró que “todavía no lo sé, vamos a esperar instrucciones”, a pesar de que aceptó que han recibido varias quejas de la población de que no se emitió la alerta y no se evacuó a tiempo.
Antes el alcalde se detuvo a orilla del río de La Sabana, donde estaba el puente para pasar a La Frontera. Lo acompañaron el secretario de Obras Públicas, Manuel Malváez Rosillo; el diputado federal Ricardo Mejía y regidores.
Después se trasladó a la cancha techada del Paseo de La Sabana, donde supervisó el centro de control para dar apoyo a esa zona.
La directora de Obras Públicas explicó que se asignó en ese centro una brigada médica para dar atención a esa zona, que el director de Salud vacunó a la población, además de que se atendió a las personas enfermas y se auxilió a damnificados.
Ante la insistencia de la población de las despensas, el alcalde dijo que hoy se les entregarán alimentos, que los trabajos de limpieza que se han hecho en la zona son “esfuerzo del Ayuntamiento hasta donde los recursos nos alcanzan”.
Por la mañana, la secretaría general del Ayuntamiento, Magdalena Camacho Díaz, acompañó a los soldados y marinos a la entrega de despensas en la comunidad de Xaltianguis, así como a otros poblados de esa zona.
Durante el trayecto en el Kilómetro 39, en donde la carretera se cortó, había decenas de personas esperando ayuda.
La funcionaria dijo que las despensas se reparten en las diversas comunidades a través del Ejército y la Marina, los que tienen el control de los alimentos, que el Ayuntamiento sólo coordina.
Justificó que no las hayan entregado antes porque no se podía acceder a las comunidades pues la carretera estaba cortada y con deslaves de tierra.
Ayer había maquinaria pesada de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes rellenando la carretera que se cortó para que pudieran pasar de manera provisional vehículos, además se observó a varias decenas de personas caminar ese tramo para pasar al otro lado en busca de alimentos y agua porque en las comunidades ya se habían escaseado.

Comida, y que llegue a lugares aislados, piden en comunidades de Coyuca de Benítez a Mazón

*En Espinalillo decenas de casas siguen anegadas y otras se derrumbaron. De 7 de la mañana a 8 de la noche se puede atravesar caminando y con dificultades el derrumbado puente

Karla Galarce Sosa

Coyuca de Benítez

El paso de Coyuca de Benítez  a la Costa Grande, en el tramo de la cabecera municipal a Pénjamo funciona de las 7 de la mañana y a las 8 de la noche.
Miles de personas atraviesan el derrumbado puente del río de Coyuca, suben o bajan una escalera provisional y cruzan el brazo del río sobre tractores, burros o camionetas 4 por 4.
Trasladan víveres y ayuda a los damnificados, en una pesada marcha en la que es difícil conseguir diablitos, o montacargas, debido a que los fragmentos inclinados del puente y su fragilidad lo impiden.
La ayuda para los damnificados es custodiada por soldados del Ejército y marinos desde la carretera que viene de Acapulco, hasta el puente del río de Coyuca, donde los voluntarios la trasladan poco a poco a puntos cercanos para reunirla en otros y, finalmente llevarla a bordo de camionetas para repartirla en comunidades.
En un recorrido ayer por la mañana se observó a una gran cantidad de personas y turistas, quienes se trasladaban con víveres y maletas que iban acarreando en pequeñas cantidades.
Desde Acapulco, las personas llegan a bordo de transporte público o en coche particular hasta el puente, de ahí atraviesan a pie el derrumbado puente y bajan por una escalera provisional, hecha con madera y tabiques, la cual es vigilada por personal de Protección Civil para controlar el peso. Para bajar la mercancía, los donativos en víveres para los damnificados o, a las personas con alguna discapacidad quienes son auxiliados por policías municipales o soldados del Ejército, deben usar una cuerda, reunirlos antes de cruzar el brazo del río que se formó tras el paso de la tormenta.
Quienes tienen familiares o conocidos del otro lado del puente, abordan vehículos, rentan alguna motocicleta o carreta que es jalada con burros, para avanzar un kilómetro. Después deben bajar de ese transporte para caminar otros 500 metros de brecha, misma que fue abierta con maquinaria pesada sobre otra escorrentía del río. Posteriormente, para seguir con la travesía, se deben caminar otros 3 kilómetros para llegar a Pénjamo abordar algún transporte público y dirigirse hacia la Costa Grande.
Los servicios como la luz y la señal de celular son irregulares desde hace más de una semana que pasó el fenómeno. La gente de comunidades como Barrio Nuevo, San Nicolás, Cahuatitlán y Espinalillo, reclama la ausencia de sus autoridades municipales, así como la falta de apoyo para limpiar sus casas o atender los albergues.
El director de Salud municipal de Coyuca, Víctor Manuel Heredia de los Santos, informó que tienen siete albergues oficiales en funcionamiento, cuyo número de usuarios oscila entre mil 500 a 800 personas en cada uno.
Heredia de los Santos dijo que además de los albergues, los habitantes de las comunidades instalaron 12 comedores comunitarios que dan alimento a los aproximadamente 20 mil damnificados.
El funcionario municipal recorrió ayer algunos centros de salud a cargo de la Secretaría de Salud estatal (Ssa), que estuvo encabezada por el titular de la dependencia, Lázaro Mazón Alonso. Los habitantes de los poblados visitados, exclamaban “¡ayuden nos por favor, envíen comida, despensas!”.
Durante la caminata para poder llegar a Pénjamo, la gente manifestaba: “deberían llegar a donde la gente realmente no puede salir”.
En el poblado Espinalillo se observaron decenas de casas anegadas, otras derrumbadas por completo y unas cuantas en pie. Cientos de personas aún sacaban el lodo que entró en sus viviendas. La familia de unas de las casas más afectadas, dijo que no quiere quedarse allí porque la infraestructura “nomás truena y truena”. “Tengo un montón de cosas y no sé a dónde ir”, comentó la integrante más grande.
Allí en Espinalillo, en la parroquia de Nuestra Señora de la Candelaria, hay 180 personas que son auxiliadas por el sacerdote Cornelio Onofre Melo, quien detalló que 80 son niños. Hay una embarazada en ese albergue, así como un niño que fue mordido por un perro y una niña a quien picó un alacrán. Todos ellos fueron atendidos por la brigada de médicos que encabezó Mazón Alonso y, en el centro de salud aplicaron la vacuna antitetánica, entregaron crema para curar los hongos de los pies, así como desparasitantes y cubre bocas. Antes de llegar al poblado de Espinalillo, fue instalada una brigada médica que cuenta con médicos y enfermeras para atender a la población.
Los habitantes de las comunidades visitadas comenzaron la limpieza de sus casas y de las calles, el olor del pueblo, como el de muchos más que fueron afectados, es a putrefacción.
El regreso a la cabecera municipal, incluye otros cinco kilómetros de caminata, paso por zonas donde se levantan enormes nubes de polvo y pequeños hilos de agua que corren por debajo de los rellenos que fueron hechos con máquina para poder transitar en vehículos.

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