Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Reportan dos casos de cólera en jardín de niños de Acapulco

*Todos los días la tierra se mueve, afirman vecinos de colonia de la capital

*Sobreviven 13 días 600 indígenas de Acatepec, aislados, sin alimentos, sólo comiendo plátanos

*Escasea el agua y la comida para 14 mil damnificados en El Paraíso, Atoyac

Severos daños en escuelas de preescolar en Acapulco: SEG; reportan dos casos de cólera

*Los jardines de niños ubicados en la Colosio, Coloso y Llano Largo no tuvieron clases y se reconoce que hay edificios con daños graves, sobre todo en los Bienes Comunales de Cacahuatepec

Karina Contreras

La jefa de sector 04 de nivel preescolar de la Secretaría de Educación Guerrero (SEG), Margarita Nava Muñoz, informó que hay varios jardines de niños que no tienen clases, y reveló que en el Luis G. Urbina de la colonia José López Portillo, las maestras le informaron sobre dos casos de cólera en alumnos, detectados el viernes.
Indicó que este jueves los jardines de niños ubicados en la Colosio, Coloso y Llano Largo no tuvieron clases y reconoció que tienen planteles con daños graves, sobre todo los  que se encuentran en los Bienes Comunales de Cacahuatepec, en comunidades como  Salsipuedes o Parotillas, donde las cosas son complicadas; que se les ha dificultado a las educadoras ingresar a los jardines de niños de Huamuchitos y Barrio Nuevo de los Muertos, porque hay muchos estragos, “hay una situación tremenda”.
Añadió Margarita Nava que el jardín del Kilómetro 40 también está imposibilitado para dar clases, pues se encuentra debajo de la carretera que se destruyó. Que otros planteles de preescolar afectados fueron los de Lomas de Chapultepec y el de Paso Texca, en una de sus aulas. Otro de los dañados, dijo la jefa de sector, es el kínder Luis Hidalgo Monroy, en la colonia Popular, por La Sabana, que ya no puede ser ocupado porque le cayó un árbol y se derribó una barda; esta escuela, comentó, ya había sufrido daños por el sismo de agosto.
Nava Muñoz reconoció que la falta de agua ha complicado el regreso a clases, porque no pueden arriesgar a los niños a una enfermedad y reveló que mediante un oficio, las maestras le informaron que en el jardín de niños Luis G. Urbina, de la colonia José López Portillo, se detectaron dos casos de cólera en alumnos.
El documento agrega que la falta de agua potable impide que los alumnos realicen sus necesidades fisiológicas, y “existan enfermedades infecciosas en los alumnos tales como cólera y enfermedades de la piel”, en el documento se informa de los dos niños enfermos; agrega que esa situación fue expuesta a los padres de familia y por el momento nada más están laborando las maestras en la limpieza, sin dar clases a los niños. Indicó que ante la situación pidió ayuda al rector de la UAG, Javier Saldaña, para una brigada.
Nava Muñoz dijo que ya hay brigadas, de supervisores y maestras, limpiando los planteles educativos que se encuentran en buenas condiciones y se valora que se abran en el turno de la tarde en las colonias colindantes para dar clases. Indicó que no pueden poner en riesgo la salud de los alumnos y se tienen que asegurar las condiciones para trabajar, que sabe que se tiene que cumplir el calendario, pero también se tienen que ver el contexto, se tiene que dar agua a las escuelas.
Informó Nava Muñoz que ya los daños en el nivel preescolar fueron reportados a la delegación de los Servicios Educativos Acapulco-Coyuca. Finalmente informó que mañana no hay labores, porque se realizará una reunión del consejo técnico escolar, donde participan los maestros de todos los jardines de niños.

Todos los días la tierra se mueve, afirman vecinos de colonia de la capital

*El desplazamiento del terreno deja 80 viviendas afectadas con cuarteaduras severas en seis colonias del poniente de la capital, y las autoridades no actúan para prevenir más daños

Anarsis Pacheco Pólito

Chilpancingo

En siete días, seis colonias, entre ellas Rosario Ibarra, Vista Alegre, Lirios y Nueva Imagen, ubicadas al poniente de la capital del estado, han resultado afectadas por el desplazamiento de tierra; son un total de 80 viviendas afectadas con cuarteaduras severas, sin que las autoridades actúen para prevenir lesiones en la población.
Las colonias periféricas cuentan con más de 245 familias cada una, y el suelo donde fueron construidas las viviendas de material, es conocido como “mezcla”, ya que cuenta con mucha piedra y tierra que asemeja  el cemento, pero debido a las continuas lluvias de los últimos 13 días, el agua se ha filtrado en los terrenos con escasa capa vegetal.
El temor de los habitantes de esa parte de la ciudad es diario, incluso algunos han decidido dejar sus casas antes de que ocurra algún problema dentro de ellas.
El lunes de esta semana se registró el primer desplome de tierra, en la parte sur de la colonia Nueva Imagen, lo que generó aún más incertidumbre, pues se desplazaron más de 500 metros cuadrados del cerro; por ello abandonaron tres familias sus casas de maderas, que estaban en la falda del montículo que se desplazó.
Durante una caminata por las tres colonias que tienen mayor afectación, se pudo constatar que el lodo que se genera en cada lluvia es muy denso e imposibilita el libre andar, pues no hay calles pavimentadas entre más se camine hacia la parte sur después de la entrada de la colonia Rosario Ibarra.
Al llegar hasta la última casa de la colonia Nueva Imagen, los vecinos han sido testigos de los continuos movimientos de la tierra, que aseguraron se registran de manera diaria y sus casas de madera, donde viven las familias de escasos recursos, temen perderlas.
Faustino Morales Martínez, de 60 años, explicó que vive en su casa de madera desde hace poco más de tres años y nunca había sido testigo de algo similar en la zona; relató que por la mañana del jueves continuaron los movimientos de la tierra, lo que ha provocado más zanjas y cuarteaduras en la tierra, que no tienen profundidad alguna, por lo que temen que se registre una mayor.
“Por la madrugada del miércoles sentimos dos temblores, uno a la 1:15 de la mdrugada y el segundo a las 3 de la madrugada”, agregó.
Explicó que pese al boletín del gobierno del estado, que se distribuyó por la noche del miércoles, donde se recomendaba desalojar las viviendas de dichas colonias, por instrucción del Centro Nacional de Prevención de Desastres, ellos no recibieron las recomendaciones y aseguran que si el Ayuntamiento se los solicita, lo harán esperando que se les brinde un lugar para llegar.
En un panorama con vegetación abundante, sin calles pavimentadas y un ojo de agua que brotó de la tierra, los vecinos de Nueva Imagen esperan las indicaciones del Ayuntamiento para desalojar el lugar, aunque dejarían atrás su único patrimonio.
“Queremos la ayuda del alcalde, no necesitamos que nos visite, queremos que nos informe y que nos brinde la ayuda necesaria para no correr riesgos”, agregó don Faustino Morales.
La situación de la colonia Rosario Ibarra, donde hay más casas de material, es distinta, ya que por la construcción de las viviendas se ven con facilidad los estragos que provocan el desplazamiento de la tierra. Ahí los vecinos han recibido un primer informe de los geólogos, que han realizaron estudios de la tierra cinco días atrás.
Una de las vecinas, de nombre Generosa, dijo que se les informó a los vecinos que los estudios serán entregados hasta dentro de tres meses, pero criticó que no servirá de mucho que se entreguen en esa fecha, porque se corre con el riesgo de que pase algo como la caída de una casa.
“En tres meses se terminaron las lluvias, y para ese entonces de qué nos sirven, necesitamos salir ya de aquí”, agregó.
La familia Morales Pano continúa viviendo en casa de uno de los vecinos, que no ha registrado fisuras en ninguna de las paredes, pero recordó que ya fue el alcalde Mario Moreno Arcos y no se ha dado respuesta a las peticiones de contar con el apoyo, por lo que destacó que es necesario hacer algo, porque la tierra se está reblandeciendo y el agua brota.
En la capital del estado continúan las lluvias moderadas, aunque por la noche suelen caer con mayor intensidad y se siguen filtrando al subsuelo.
“Todos los días se está moviendo el cerro, la gente sigue vendiendo terrenos en la parte más alta de la colonia Nueva Imagen, y nadie dice nada”, concluyó una vecina.

Sobreviven 13 días 600 indígenas de Acatepec, aislados, sin alimentos, sólo comiendo plátanos

*En helicóptero, llegó la Cruz Roja del Estado de México, después de que el comisario caminó ocho horas para pedir ayuda, y avisó que había tres familias desaparecidas y 40 casas sepultadas por el derrumbe de un cerro

Trece días estuvieron aislados, sólo comiendo plátanos y toronjas porque los alimentos se acabaron, 600 vecinos de Aguacate, en el municipio indígena de Acatepec, donde las intensas lluvias que comenzaron el 14 de septiembre aumentaron el caudal del río que partió en dos el pueblo y derribó el puente.
Sólo en helicóptero se puede llegar, y ayer la Cruz Roja del Estado de México llevó 129 despensas y medicinas. Pero los rescatistas no pudieron entrar en contacto con la parte del pueblo más afectada, al otro lado del río, donde el comisario Filemón Bolaños había reportado que por el derrumbe de un cerro quedaron bajo la tierra 40 casas y que tres familias estaban desaparecidas.
El vuelo en helicóptero desde Acapulco hasta Aguacate duró una hora y media. En el recorrido se ve desde las alturas que las cosechas están perdidas, comunidades enteras continúan bajo el agua y siguen las lluvias muy fuertes, los ríos arrastraron todo a su paso y comunidades que fueron divididas por la creciente de los arroyos que se convirtieron en fuertes corrientes de agua.
Al bajar a Aguacate, el helicóptero aterrizó en una zona empedrada, se observó a la comunidad dividida por la creciente del río y que el puente que comunicaba entre dos colonias se lo había llevado la creciente.
Ignacio Robles Rueda, vecino de la comunidad, informó en idioma náhuatl, con ayuda de un traductor, que por la creciente del río una parte del pueblo quedó del otro lado, “por medio de unas reatas (cuerdas), formamos una tirolesa donde nuestros vecinos nos abastecían de frutas (plátanos y toronjas o limas) y nosotros de agua potable mientras llegaba la ayuda, porque desde la semana pasada vamos medio comiendo y medio bebiendo para sobrevivir”.
Considera que con las despensas que llevó la Cruz Roja podrán alimentarse mejor, “en lo que abren los caminos y la lluvia deje de caer”.
Ante la presencia de los rescatistas, se formó una fila dedamnificados quienes se pasaban de mano en mano las cajas de despensas.
En Aguacate viven alrededor de 600 personas, y los que recibieron las despensas se comprometieron a compartirlas  con sus vecinos que están del otro lado del río, que es el comienzo del que al llegar a la costa se convierte en el río de Marquelia.
En esta parte, los indígenas nahuas desconocían aún la situación de las 40 casas reportadas como perdidas y las tres familias desaparecidas. Sólo dijeron que no sabían si “quedaron bajo la tierra, o aún están con vida”, y detallaron que el mismo comisario se encontraba entre los que resultaron más afectados.
La Cruz Roja del Estado de México llegó a Aguacate porque recibió el reporte del comisario, Filemón Bolaños, que caminó ocho horas y llegó a Ayutla,  este miércoles, y desde ahí comunicó la situación en su comunidad y pidió ayuda.
El comisario que habla náhuatl y poco español, con dificultades pudo avisar por teléfono a la Cruz Roja, e informó a este corresponsal que e Aguacate en había 96 familias, de las cuales 40 perdieron sus casas y de tres no se sabe nada.
Explicó que cuando el cerro se desbordó enterró varias casas de las cuales la mayoría de las familias pudieron salir con vida, pero tres familias no han sido localizadas, y no saben si quedaron bajo tierra o por miedo salieron de la comunidad con destino a Ometepec o Ayutla. (De la corresponsalía / Aguacate, Acatepec).

Escasea el agua y la comida para 14 mil damnificados en El Paraíso, Atoyac

*Los cerros alrededor continúan desgajándose y ponen en riesgo a familias completas que no pueden salir debido a lo accidentado de cualquier camino, carretera o vereda. Hay nueve albergues con vecinos de 17 comunidades. Cuatro colonias fueron destruidas por la crecida de agua de los tres arroyos que convergen en el centro del pueblo

Karla Galarce Sosa

El Paraíso, Atoyac de Álvarez

El Paraíso dejó de serlo y se convirtió en un pantano. Todos los días, a todas horas llueve, por lo que los trabajos de decenas de hombres, que buscan liberar los tramos de la carretera cubiertos por los derrumbes, parecen un esfuerzo en vano.
Escasea el agua y la comida para unos 14 mil damnificados. A El Paraíso confluyen decenas de pequeñas rancherías de la sierra guerrerense, sus vecinos llegan ahí para abastecerse de agua, alimentos y medicinas.
Los cerros alrededor continúan desgajándose y ponen en riesgo a familias completas que no pueden salir debido a lo accidentado de cualquier camino, carretera o vereda.
Con cada lluvia la tierra se convierte en un lodo tan espeso y blando que imposibilita caminar sobre él.
La belleza del paisaje que ofrece la sierra guerrerense contrasta con la crudeza que viven sus habitantes desde hace más de 15 días. Con cada lluvia llega el temor de que la naturaleza les arrebate sus casas con el agua o los sepulte bajo el lodo que arrastra de los cerros que rodean sus pueblos.
A pesar de que El Paraíso es un pueblo de paso casi obligado de los helicópteros que van a su comunidad vecina, La Pintada, las personas que viven en alguno de los albergues desde hace 15 días reciben muy poco de la ayuda humanitaria que el gobierno u organismos internacionales envían, porque la comida, la ropa y el apoyo moral los reciben de sus vecinos y de la iglesia.

Las vías para llegar a El Paraíso

El camino en carretera para llegar a ese poblado desde Atoyac, donde el INEGI reporta 4 mil 600 habitantes, hoy es una vía sumamente riesgosa.
Hasta el miércoles pasado había 44 derrumbes y nueve deslaves. Los primeros llegan a alcanzar un carril de extensión y la única vía que hay para llegar a la parte serrana a bordo de un vehículo particular o de servicio público, corre el riesgo de presentar cortes completos en el asfalto debido al paso de camiones pesados y las corrientes de agua que no cesan. Los deslaves en cambio, llegaron a cubrir en su totalidad la carretera, pero los hombres de las nueve comunidades que hay entre Atoyac y El Paraíso se organizan todos los días y reabren la comunicación carretera por las mañanas, regresan a sus poblados por la tarde, comen, descansan y vuelven al día siguiente con palas, carretillas, cubetas y machetes para evitar quedarse completamente incomunicados.
La solución que el gobierno halló para hacer llegar víveres y sacar de esas comunidades a los enfermos fue la vía aérea. Pero volar también tiene sus riesgos.
Los helicópteros sobrevuelan en promedio tres horas al día, de 10 de la mañana a la 1 de la tarde, antes de que la Sierra Madre del Sur se cubra de neblina.
Usar un helicóptero bajo esas condiciones podría ser fatal, comentó el presidente municipal de Atoyac, Ediberto Tabares Cisneros, quien había informado el martes por la noche que el Ayuntamiento tuvo que contratar los servicios de una aeronave de pequeñas dimensiones para efectuar algunos rescates y llevar comida ante las interminables peticiones de los habitantes de aquella región, quienes llegaban –después de hasta doce horas de caminatas bajo la lluvia y entre el lodo–, a solicitar ayuda.
Tan sólo de Atoyac a El Rincón hay cuatro deslaves y nueve derrumbes; de El Rincón a San Andrés está el menor número de tramos dañados con dos deslaves y dos derrumbes, al igual que en el tramo que comunica a San Andrés con Santiago de la Unión aunque de Santiago de la Unión a Río Santiago se contaron once derrumbes; de Río Santiago a El Porvenir y El Limón hay nueve derrumbes y dos deslaves, pero uno de esos derrumbes cubrió por completo las dos carreteras en una superficie que rebasó los 200 metros de distancia y cinco metros de altura.
Hasta el poblado La Estancia de San Vicente había nueve derrumbes y un deslave carretero. El derrumbe que comunica a El Imperial con El Paraíso es el que impide el paso de cualquier vehículo. Esa es el área en la que decenas de personas deben caminar de día para poder llegar a otros pueblos como La Pintada, Santo Domingo, El Tambor, Agua Fría, El Quemado, Cerro Prieto y otros más lejanos.
El alud es de enormes dimensiones. Allí trabajaban tres máquinas retroexcavadoras. A la distancia parecen pequeñas manchas amarillas en comparación con la gran cantidad de tierra que cayó sobre la carretera.
Los trabajadores paran las máquinas durante las lluvias y permiten el paso de la gente que va de un lado a otro.
El traslado de los escasos víveres o medicinas, gasolina y personas se realiza a pie. La consistencia de la tierra impide también el uso de animales para trasladar la carga, porque el peso de burros, carretas, mulas o caballos es mayor que el de un humano. La gente debe descargar las camionetas y atravesar el alud con la carga, dejarla del otro lado y subirlas a otro vehículo para llevarlas a El Paraíso, para donde se deben caminar 5 kilómetros para llegar.
Quien corre con suerte y hay espacio, es trasladado durante 20 minutos hasta ese poblado en camioneta o cuatrimoto, aunque el vehículo debe atravesar un tramo de unos 30 metros de carretera hundida, cuya continuidad fue restablecida en sus extremos con tierra para que las ruedas pudieran atravesarlo.

El sector salud

La información que fluye entre los habitantes de esos poblados, llega a cuentagotas. Tan sólo el sector salud que instaló un módulo de consultas médicas en El Paraíso hace un “corte de datos” cada cuatro días porque se hace el cambio de médicos y enfermeras en ese período de tiempo.
El coordinador municipal de Salud en Atoyac, Jesús Ríos Vargas informó que sólo en El Paraíso hay nueve albergues con habitantes de 17 comunidades, quienes son atendidos por la Secretaría de Salud (Ssa).
El miércoles por la mañana el titular Lázaro Mazón Alonso de la Ssa llevó medicinas a El Paraíso como parte de la dotación a los centros de salud que realiza desde que inició la contingencia que dejó la tormenta tropical Manuel.
Jesús Ríos informó a Lázaro Mazón que la semana pasada llegaron a realizar hasta mil 200 consultas, pero el número de atenciones descendió en 300 casos cada día.
Ríos Vargas informó que la falta de luz en la zona genera casos de enfermedades diarreicas, infecciones de vías respiratorias y hongos en la piel, además que no era posible vacunar a las personas contra el tétanos, pues no hubo luz durante diez días.
Una brigada de médicos que el Instituto Estatal de Cancerología (Iecan) envió a Santo Domingo –a hora y media después de La Pintada– no llegó debido a una incesante lluvia que cayó el martes y que obligó a la tripulación del helicóptero de la Marina que despegó de Acapulco, a dejarlos en El Paraíso debido a las malas condiciones de vuelo por el clima.
Cada brigada de médicos que llega a la sierra atoyaquense reabastece las bodegas de los lugares donde ofrecen consulta y medicinas, mismas que poco a poco llegan a las comunidades más alejadas, gracias a que sus habitantes bajan a El Paraíso y las piden, comentaron los médicos y las enfermeras.

El Paraíso perdido

La historia de Adán y Eva que narra el escritor londinense John Milton en su Paraíso perdido, novela que escribió en el siglo XVII se muestra en los vitrales de la iglesia de Guadalupe: Adán y Eva, la manzana, el mal simbolizado por una serpiente y los ángeles como testigos. Pero la tragedia vívida que se observa en El Paraíso guerrerense parece el capítulo del Apocalipsis de la Biblia.
Desde el corazón del pueblo hasta sus extremos hay calles carcomidas por el agua, casas derrumbadas y niños jugando entre la tierra y la basura que el río arrastró.
En el centro, las calles y comercios quedaron cubiertos con arena y lodo. El edificio de la escuela primaria también quedó sepultado.
Se observa a la gente intentando rescatar lo poco que el agua les dejó y los cimientos sin paredes de lo que alguna vez fueron casas que arrastró en tan sólo una hora que creció el nivel de los arroyos.
El sonido de las corrientes de agua hace eco entre los callejones.
Cuatro colonias fueron destruidas por la crecida de agua de los tres arroyos que convergen en el centro del pueblo.
La gente de las colonias Recodo, Oriental, Centro y Cuauhtémoc no tuvieron más alternativa que dejar sus casas porque el reblandecimiento de la tierra y el derrumbe de los cerros amenazaba con matarlos.
“Gracias a Dios no nos pasó nada, ya ve que en La Pintada hubo mucho muerto”, comentan algunos habitantes del lugar.
Palos, basura y el siempre presente color rojizo de la tierra son huella en las paredes de casi todas las casas del pueblo. En las partes más profundas y en donde el agua cobró fuerza hay marcas que rebasan el metro y medio de altura. El agua arrastró al lecho del río camionetas, coches, casas y los puentes que comunicaban a las colonias.

El café y la iglesia cobijan a los damnificados

En la iglesia de Guadalupe y la vieja fábrica de empacado de café de El Paraíso se alojan 457 personas. En esos dos albergues, los más grandes que fueron habilitados por quienes se quedaron sin casa, las familias esperan la llegada de más comida porque la que tienen es poca, escasea.
El sacerdote de la iglesia, Salvador Salmerón dijo que sólo contaban con maíz para dos días más, lo que significa que hasta hoy viernes tenían asegurada la comida; después de entonces si no llega alguna ayuda sólo comerán arroz blanco hervido.
Las imágenes de la virgen de Guadalupe y de Montserrat resguardan las noches de los damnificados en la iglesia.
El panorama de las 107 personas que viven en la antigua empacadora de café es similar al de la iglesia pues los viejos tanques para el lavado del grano fueron habilitados como dormitorios, las zonas de descarga funciona como cocina y sobre algunas máquinas procesadoras fueron colocados unos mecates para tender ropa.
La iglesia de Guadalupe alberga a 350 personas, quienes se organizan para lavar baños, ropa, hacer comida y limpiar las carreteras. Lo mismo hicieron los de la empacadora, aunque no tienen baños allí y en cambio tienen a su lado la cancha de futbol a donde descienden cada día por lo menos dos helicópteros con personas o escasos víveres.

Piden más ayuda e información

Desde que comenzó la emergencia por el paso de la tormenta tropical Manuel fueron trasladadas las mujeres embarazadas que presentaron complicaciones. También fueron enviadas personas que tenían alguna enfermedad cardiovascular diabética a los hospitales de Acapulco.
El delegado de la colonia Quebradora, Catalino Valente Martínez viajó una hora desde su casa para recibir ayuda de la Cruz Roja, sin embargo la camioneta se regresó con las despensas que llevaba porque aún no puede entrar a El Paraíso. Aunque no pudo llevar comida a sus vecinos, se regresó con una dotación de medicamentos para contrarrestar los hongos que la humedad provocó en muchas personas.
La bolsa de plástico que los médicos de la brigada le entregaron llevaba medicinas para diabéticos e hipertensos, también llevaba pastillas para aliviar diarreas y antibióticos; los nombres de las medicinas están enlistados en un papel escrito a mano con instrucciones generales de cómo tomarlos.
Valente Martínez pidió a las autoridades que envíen más comida porque la que llevaron (apenas 12 despensas para más de 50 familias) ya se la terminaron.
La señora Magdalena Pinzón Marcelo, vecina de la colonia Nuevo Oriente dijo que esa fue una de las más golpeadas por la crecida del río. Detalló que son unas 60 familias que se quedaron sin casa, pues el agua se llevó al menos 40 casas.
Decenas de personas desean saber el paradero de sus familiares. Anhelan tener una vía de comunicación más para avisar a sus familiares que están bien.
Tal es el caso de la vecina de la colonia Guadalupe, Dominga Villa Morales, quien perdió su casa y el número telefónico para avisar a su hija Apolinar Vázquez Villa, quien vive en la ciudad de México, que está a salvo.
Jesús Ríos Vargas dijo que los vecinos de algunas comunidades le pidieron información de María Eugenia Sánchez García, Reyna Tinoco Abundio, Martina Tinoco Abundio y Liliana Deybis Bautista, todas embarazadas con ocho, seis, cinco y tres meses de gestación que tuvieron complicaciones. Las embarazadas, detalló, tienen 21, 16, 18 y 15 años de edad respectivamente.

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