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Raymundo Riva Palacio

ESTRICTAMENTE PERSONAL

*Simulación en Virreyes

Las reuniones secretas de la Secretaría de Gobernación con los líderes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), se desarrollaron en una casa-oficina que tiene el subsecretario Luis Enrique Miranda en Virreyes, una zona exclusiva de las Lomas de Chapultepec en la ciudad de México. Siempre fue Miranda el interlocutor de los líderes del magisterio en rebelión. Juntos, presionaron a la Secretaría de Hacienda –para que les resolviera el problema del dinero–, y al ISSSTE –para que les diera de alta plazas que irregularmente crearon. Relegaron sistemáticamente a la Secretaría de Educación, y humillaron sin piedad al gobernador de Oaxaca Gabino Cué.
A esas reuniones asistían regularmente representantes del gobierno de Oaxaca, y en ocasiones Cué, pero rara vez los dejaron hablar cara a cara con la Sección 22 de la CNTE. Los atendía Miranda y una vez que terminaban, ya no había necesidad de pedirles que se retiraran, pues ya sabían que no eran bien recibidos. La Sección 22 dijo desde un principio de la negociación con el gobierno federal que arrancó en mayo, que en el primer momento que estuviera Cué o sus subalternos, ellos se retiraban de toda negociación. ¿Qué buscaban? Recursos, prebendas –que Oaxaca estuviera excluida de la reforma educativa– y un pretexto político para mantener el metabolismo magisterial, de acuerdo con funcionarios que saben los detalles de esas reuniones.
A Miranda lo tuteaban –“Luis”, le decían con familiaridad a quien apenas habían conocido–, pero nunca en forma tan denigrante como se referían de Cué. Varios funcionarios recuerdan cómo cuando se tenía que ver un tema con el gobierno de Oaxaca, le decían al subsecretario, palabras más, palabras menos: “Llámalo, que venga rápido”. A veces Miranda lo convocaba de manera súbita y Cué, en actitud de genuflexión, llegaba, recibía instrucciones terminantes del subsecretario, y salía sin poderse sentar en la misma mesa con la Sección 22. Todo era siempre un juego político.
La Sección 22 es un equivalente al cártel de Los Caballeros Templarios en Michoacán: dominan la vida pública y tienen sometido al gobierno estatal. Las bases de este poder se establecieron durante el gobierno de Heladio Ramírez, quien firmó en 1992 un acuerdo donde les entregaba instalaciones en la ciudad de México –que son las que utilizan sus líderes actualmente como oficina y dormitorio– pero, sobre todo, les entregaba el poder para nombrar a los representantes gubernamentales en el Instituto Estatal de Educación Pública y todo el poder para controlar y asignar las plazas con premios y castigos. El acuerdo fue firmado con el entonces líder Erangelio Mendoza, uno de los líderes históricos del EPR.
Ese acuerdo de hace 21 años normó las relaciones políticas de la CNTE con los gobiernos estatales, a quienes cada año, al iniciar la negociación salarial, les aplicaban su estrategia: movilización-negociación-movilización. La siguiente fase, que ya fue utilizada en la ciudad de México, es confrontación-enfrentamiento. La última, que era la que habían acordado Miranda y la CNTE hace casi tres semanas, la resistencia desde sus aulas en Oaxaca, se incumplió. Para quienes conocen la dinámica de la CNTE, esto no es ninguna sorpresa. En las reuniones en Virreyes, estaba claro desde un principio.
–“la lucha de la CNTE lleva 34 años”, dijo en una de esos encuentros Francisco Villalobos, secretario de Organización, y uno de los dirigentes radicales. “Estamos acostumbrados a la movilización”.
Sus interlocutores, algunos más novatos en este campo que otros, lo oían.
–Sabemos que la reforma educativa es necesaria. La apoyamos y sabemos que tiene que hacerse, pero para nosotros no es un tema educativo sino político –agregó otro de los dirigentes.
–Necesitamos la movilización para mantener fuerte el movimiento –agregó otro. Es un movimiento político –subrayó.
El discurso público es antagónico al privado. Quienes mejor conocen a la CNTE saben que no cumplen ningún acuerdo a menos que satisfaga su objetivo político, dijo un funcionario. Y lo han demostrado. Miranda les dio todo lo que originalmente pedían, y a cambio era el regreso a clases. Incumplieron el acuerdo y elevaron las exigencias y la violencia. A nadie engañaron, salvo a aquellos que se dejaron engañar. A Miranda lo usaron y lo tiraron a la basura, y el martes, al amenazar con la toma del aeropuerto, lo descalificaron como interlocutor. Elevaron su petición: sólo hablarían con el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, quien los recibió el miércoles. No les fue nada bien, porque finalmente les dijeron que de nuevas concesiones, ya no habrá nada.
¿Se soluciona el problema? La CNTE siempre juega al límite y a ganar, pero cuando ven que la ruptura es inminente, reculan. No lo habían hecho porque Miranda nunca les dejó claro que habían llegado al tope. Si las cosas cambiaron en las últimas 48 horas tras el encuentro con Osorio Chong, se verá este fin de semana, cuando la simulación en Virreyes, tenga un primer colofón.

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