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Arturo Solís Heredia

CANAL PRIVADO

*La oportunidad de la reconstrucción

Quienes serán los responsables del proyecto de reconstrucción de las zonas afectadas por la tormenta tropical Manuel, podrían aprovechar la experiencia exitosa de países que han sufrido desastres similares al que sufrimos hoy, como Chile y Colombia, luego de los terremotos de 2010 y 1999, respectivamente, sobre todo porque sus proyectos de reconstrucción surgieron con un profundo sentido social, tan necesario en nuestro caso.
No se trata de repetir ciegamente experiencias ajenas, sin considerar contextos y circunstancias particulares, por exitosas que hayan sido, pero sí de comenzar la reconstrucción guerrerense con algo más que intuición, transparencia y buena fe.
No hacerlo, comenzar desde cero, inventando e improvisando como si esta fuera una experiencia sin precedentes e inédita, no sólo sería un acto de soberbia sino también de irresponsabilidad y negligencia, pues se podrían cometer errores y desperdiciar recursos innecesariamente.
Su soberbia histórica no impidió a Estados Unidos, la nación más poderosa del planeta, invitar al ministro de vivienda chileno, Rodrigo Pérez, para que compartiera con ellos “la exitosa experiencia de su país en política de reconstrucción de catástrofes naturales, con su homólogo estadunidense, Shaun Donovan”, encargado de dirigir las labores tras el desastre ocasionado por el huracán Sandy en 2012.
En una nota de la agencia EFE del pasado 2 de septiembre, el ministro andino informó que “hemos compartido con ellos la experiencia chilena que ha sido bastante exitosa, y precisamente al secretario Donovan, con quien tengo una relación bastante cercana, el presidente estadunidense Barack Obama le pidió que liderara ese esfuerzo tras el Sandy”.
Este huracán, que azotó a finales de 2012 la costa este de Estados Unidos, con particular fuerza destructiva en Nueva Jersey y Nueva York, fue el segundo más costoso de la historia reciente después del Katrina, y dejó cerca de 150 muertos en ese país y derribó decenas de miles de casas.
Durante su visita, añade la nota de EFE, “el ministro chileno recabó información acerca de la política de viviendas públicas del gobierno estadunidense enfocada hacia el alquiler.
“Es algo novedoso para nosotros”, reconoció, “ya que hasta ahora toda la política habitacional en Chile estaba destinada a la propiedad, familias que requieren ayuda se les entregaba una vivienda, ahora vamos a sacar esta nueva alternativa de alquiler, que lanzaremos a finales de 2013”.
Más adelante, subrayó que “hemos progresado mucho: hace 20 años teníamos un déficit de un millón de viviendas y ahora es de algo menos de 500 mil viviendas. Ahora el déficit es relativamente pequeño, no llega al 8 por ciento, es bajo, pero sí tenemos problemas de calidad”, reconoció Pérez.
En este sentido, mencionó que “en muchos casos, se hizo sin la consideración por el concepto de barrio o ciudad”, por lo que como resultado “tenemos guetos de pobreza en los cuales las viviendas son de mala calidad y el desafío ahora es darles a estas familias una segunda oportunidad”.

El caso de Colombia

El 25 de enero de 1999, en la región del Eje Cafetero colombiano, dos sismos afectaron un área calculada de mil 360 kilómetros cuadrados, con un saldo de mil 185 muertes, 8 mil 523 heridos y más de 550 mil damnificados. Además, afectaron más de 100 mil inmuebles, y ocasionaron severos daños a la infraestructura pública, social, económica y de servicios públicos de 28 municipios, así como al medio ambiente.
Dadas las malas experiencias previas de atención de desastres, los colombianos optaron por un modelo alternativo, vinculando a la sociedad civil como socio del Estado y operando bajo principios de eficiencia, celeridad y transparencia.
De acuerdo con información en el portal web del diario colombiano Crónica del Quindio, “este modelo restableció las condiciones físicas y sociales en un tiempo récord de tres años y generó las bases para reemprender el desarrollo en la región. Y fue bajo la dirección del Fondo para la Reconstrucción del Eje Cafetero (Forec).
“El presupuesto básico de este mecanismo se basó en la aparente incapacidad de las administraciones locales y seccionales para atender una crisis de magnitud y proporciones nunca antes vistas, además de la destrucción de viviendas e infraestructura física. Detrás de todo el discurso alrededor del Forec, el objetivo no era otro que recuperar la zona del desastre por medio de la restauración de la llamada ‘vivienda esencial’ y la infraestructura básica de acuerdo con normas sísmicas apropiadas”.
El sitio web agrega más adelante que “la respuesta fue un modelo de intervención social basado en una fuerte colaboración entre el Estado y la sociedad civil, en el cual las organizaciones no gubernamentales actuaron como administradoras de la reconstrucción de áreas o zonas geográficas (gerencias zonales), trabajando en estrecha colaboración con las comunidades afectadas, los gobiernos locales y las organizaciones de la sociedad civil, para identificar y establecer las prioridades en las actividades de reconstrucción, y elaborar y ejecutar el plan para la respectiva zona”.
El proyecto mereció el premio Sasakawa 2000 que otorga la ONU, como “un nuevo modelo de gestión territorial para el renacer de una región”.
Volviendo al caso chileno, uno de los programas más exitosos que surgieron como parte de la reconstrucción después del terremoto, se llamó ‘Reconstrucción con empleo y diálogo social’.
En un documento de la Asociación de Municipalidades, Tierra de Neruda, se describen las características del programa. En la introducción, se enuncian los efectos negativos principales del terremoto: destrucción de viviendas, destrucción de conectividades, y destrucción de infraestructura y servicios públicos municipales. Además, se destaca el “impacto en el empleo, especialmente en los pequeños productores agrícolas, en las viviendas destinadas a actividades productivas familiares, en el pequeño comercio”. Casi una calca de los efectos de la tormenta tropical Manuel en Guerrero.
En el documento se explica que en el momento de la crisis se inicia una relación de colaboración entre la Oorganización Internacional del Trabajo (OIT, única agencia de la ONU cuyos mandantes son representantes de gobiernos, empleadores y trabajadores) y la asociación de municipios Tierra de Neruda, en la que la primera aporta asistencia técnica para “un proceso de reconstrucción que ponga la recuperación del empleo como centro del desarrollo comunal, y los municipios aportan la dirección y ejecución del proyecto”.
En síntesis, para los responsables del proyecto ‘Recons-trucción con empleo y diálogo social’, los elementos clave en la relación de colaboración con la OIT son: capacitación al personal municipal y a las instituciones locales, ya que “es una herramienta generadora de competencias que permanecerá en el futuro”; y fortalecimiento del diálogo social, pues “asegura la participación de la comunidad en los procesos de planificación y dota de rol clave a las empresas locales, especialmente a las PyMES, en la reactivación de las actividades económicas productivas”.
Es obvio que no soy experto, autoridad, ni siquiera lego en la materia, pero basado en las experiencias chilena y colombiana, creo que bien podríamos enfrentar la crisis ocasionada por el paso de Manuel como una oportunidad, más que como un problema.
Para ellos, el reto principal al que los enfrentaron los terremotos no solo era la simple reconstrucción de edificios, viviendas e infraestructura, como se destaca en el documento anterior, pues “los desastres naturales también son un llamado a abrirse a nuevas oportunidades y nuevas posibilidades de desarrollo para avanzar en el mejoramiento de la calidad de vida de las personas afectadas”.
Por lo pronto, en una reunión con autoridades estatales y municipales, el secretario de Economía del gobierno federal, Ildelfonso Guajardo, destacó la importancia de aprovechar en serio los recursos extraordinarios que llegarán a Guerrero para la reconstrucción, contratando siempre que sea posible a constructores y mano de obra locales. Que la lana se quede aquí, les dijo Guajardo, según me contó uno de los asistentes a la reunión.
Dijo bien, pero no basta para comenzar bien.

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