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De Paulina a Manuel, la misma historia, los mismos errores

*Ayer se cumplieron 16 años del paso devastador del huracán sobre Acapulco

Mariana Labastida

A 16 años de Paulina se repite la historia con Manuel: las autoridades aseguran que informaron a la población del riesgo y los ciudadanos coinciden en que no se enteraron de la magnitud del fenómeno meteorológico.
Uno de los sobrevivientes del paso del huracán Paulina el jueves 9 de octubre de 1997, José Luis Carranza Pacheco, recuerda que no hubo una alerta que les hiciera tomar precauciones ante el incrementó del cauce del río del Camarón, como tampoco se enteró de alguna por la intensidad de la lluvia de la tormenta tropical Manuel, que se conjugó con el huracán Ingrid provocando en Guerrero numerosos daños.
Diez años después de Paulina, azotó la tormenta tropical Henriette en el 2007, que también causó inundaciones en la zona Diamante, mas no sé aplicaron medidas para evitar que ocurriera nuevamente.
Al igual que hace 16 años don José Luis, actualmente de 61 años de edad, no escuchó ninguna alerta o aviso de lluvias, sin embargo después de sobrevivir al paso de Paulina le quedó la experiencia de monitorear el nivel del cauce del río el Camarón, y así lo hizo desde la noche del viernes 13 hasta el lunes 16, pues debido a la lluvia “el río subía y bajaba como llovía mucho y luego se calmaba”.
En el 97, cuando el ojo del huracán Paulina estuvo sobre Acapulco, fue el sonido de las piedras sobre la barda de su casa lo que lo despertó a las 3:45 de la mañana, cuando se dio cuenta, don José Luis, su esposa Teresa Pilar Magallón, su hija Liliana Carranza Magallón y su madre, María Pacheco Marco, estaban cubiertas de agua, el primer piso de sus vivienda estaba inundado y sólo se veían los muebles y electrodomésticos flotando.
Recordó que aquel día llegó a las 10 de la noche a su casa, cenó con su familia y no se enteró ni por televisión ni por radio de alertas por la lluvia, por lo que como todos los días, se fueron a dormir.
Horas después, las tres mujeres estaban agarradas de un gancho colocado para el ventilador, ya no tocaban el suelo, por lo que José Luis decidió abrir la puerta principal para tratar de desfogar el agua que se acumulaba en el interior, y al hacerlo salió aventado por la corriente hacia la calle, desde su casa ubicada en la calle Nuevo León la crecida lo arrastró hacía la Niños Héroes, arrastrándolo hacía la Cuauhtémoc.
“Como podía me iba agarrando de los ficus, pero con mi peso y la fuerza del agua los arrancaba, yo iba agarrando de lo que se pudiera, lo que no quería era quedar debajo de un carro porque eso era la muerte”, recuerda don José Luis, quien entre la corriente de lodo y piedras que bajaba por la Niños Héroes lo escucharon pedir ayuda y fue rescatado cerca del taller de rines Sedomio, a unos metros de la Firestone.
José Luis recuerda que no podía abrir los ojos por el lodo que tenía en la cara, fue rescatado desnudo, sólo le quedó el cuello de la playera que llevaba, y entre las heridas más graves que tenía era un desprendimiento en la cara, cerca del ojo izquierdo y otra herida en el muslo izquierdo, donde se le desprendió la carne dejando a la vista el hueso, “cuando me toque pensé que era una varilla que me había enterrado pero no, era mi peroné”.
Durante horas su familia lo buscó, “un conocido nos dijo ‘andan buscando a luisiño’, le dijimos que sí y nos dijo que estaba por la Firestone”, recordó su hermano, lo trasladaron al hospital en una camioneta cargada con plátanos, y “dijimos a ver a qué hora nos vamos pa bajo con todo y carro”.
Pasó 45 días en el hospital entre malos tratos, falta de atención y lavados mecánicos con los que lograron rescatarle la pierna que médicos habían amenazado con cortar; su atención médica fue en el hospital del IMSS, donde trabajaba como químico.
Tres meses tardó en regresar a su casa, perdió todos sus muebles, “estaba inhabitable”, no recibió ayuda económica por los daños, y con un préstamo de 25 mil pesos de su trabajo construyó una barda y cerró las ventanas que tenía vista al río del Camarón, siguió con terapia psicológica, pero a 16 años sigue alarmándose con el sonido fuerte del agua.
José Luis se quejó de las autoridades, porque aunque se encauzó el río del Camarón, el cual ampliaron, no se respetó la línea indicada, por lo que el caudal tiene una desviación que provoca que el agua choque con la barda de su casa.
En el río del Camarón hay viviendas cuyos balcones están sobre el cauce,  y no hay espacios libres entre la barda que delimita con las viviendas; está nuevamente habitado hasta el último espacio; en el caso de la familia de José Luis siguen teniendo medidas preventivas para poder salir a tiempo en caso de otro fenómeno natural similar.
Por ello, durante las lluvias de Manuel estuvieron atentos al incremento del caudal, pero no recuerdan un aviso por parte de las autoridades del riesgo que representaba la lluvia, como tampoco ocurrió con el paso del devastador huracán de 1997.
Durante el paso de Paulina al frente del área de Protección Civil municipal se encontraba el actual director de esa misma dependencia, Efrén Valdés; asimismo estaba como gobernador, pero interino, Ángel Aguirre Rivero.
Por entonces también se expuso que se castigaría a los posibles responsables de la muerte de más de un centenar de personas, y lo único que se dio fue la renuncia del alcalde Juan Salgado Tenorio y cambios en la administración municipal.
Después se dio un desalojo de familias de la zona alta del Veladero y la reubicación de las mismas, acción similar al anuncio que se dio luego del paso de Manuel, de reubicación de viviendas que fueron dañadas por la inundación de la zona Diamante.

Lo mismo

El 24 de septiembre, diez días después de que iniciaran las inundaciones en Acapulco, el secretario de Gobernación federal, Miguel Ángel Osorio Chong, dijo que se alertó a los estados en “tiempo y forma” de las lluvias, que habló directamente con el gobernador Ángel Aguirre Rivero; el 28 de septiembre el funcionario federal informó que al siguiente día se presentarían las pruebas de que se alertó y que no habían encontrado problemas o responsabilidades, “pero en su momento se hará la investigación pertinente”.
En una conferencia en Chilpancingo el 30 de septiembre pasado, el coordinador Nacional de Protección Civil de la Secretaría de Gobernación, Luis Felipe Puente Espinoza, informó que desde el 12 de septiembre se notificó sobre las lluvias y se activó un sistema de alerta, y por la noche el gobierno del estado presentó un micrositio donde se indica la cronología con la que se alertó vía redes sociales –Facebook y Twitter–, y se precisó que fue el 14 de septiembre cando se alertó por radio sobre las lluvias.
Mientras que el alcalde de Acapulco, Luis Walton Aburto, informó ese mismo día en sesión de cabildo que se hicieron avisos a la población y justificó que no se instaló el consejo de Protección Civil porque el gobierno federal sólo emitió una alerta amarilla que pasó a naranja hasta el domingo por la mañana.
Así como el gobierno federal, estatal y municipal informaron cronológicamente la secuencia de avisos que emitieron para informar de “lluvias moderadas” en Guerrero, en 1997 después del paso del huracán Paulina la Comisión Nacional del Agua (Conagua) a través de la Subdirección General Técnica del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) informó que desde el día 5 de octubre a las 11 de la noche se difundió la presencia de la depresión tropical número 18-E que se localizaba al sur de Huatulco, Oaxaca.
En el texto se informó que “Pauline” –le dejó el nombre en inglés– fue el huracán más intenso que se había desarrollado en Guerrero después de “Madeline”, que se desarrolló del 29 al  8 de octubre de 1976, que penetró a tierra en Petacalco.
Durante “Pauline” se registró una precipitación “extraordinaria de 411.2 milímetros en 24 horas”, la máxima que se tenía registro era de 384 el 16 de junio de 1974; durante el paso de Manuel por Guerrero se registró una caída de agua de 795.3 milímetros en los cuatro días de lluvia, que equivale tres veces a la lluvia mensual media de septiembre en el estado.
El día 6 según el archivo que permanece aun en Internet (http://smn.cna.gob.mx/ciclones/tempo1997/pacifico/pauline.pdf)   la depresión se elevó a categoría de tormenta y se le dio el nombre del Paulina y ese mismo día a las 4 de la tarde se intensificó a huracán a 335 kilómetros al suroeste de Tapachula, Chiapas.
En las primeras horas del día  7 Paulina mantenía su trayectoria hacía el Nor-noroeste, ya como un huracán categoría 4 en la escala Saffir-Simpson, y por la tarde empezó a disminuir a categoría 3 con vientos sostenidos de 1 85 kilómetros por hora.
El  8 de octubre por la mañana nuevamente se elevó a categoría 4 al sur-suroeste de Huatulco y a las 4:45 de la tarde el centro del “ojo” del huracán, nuevamente como categoría 3 entró a tierra entre Puerto Ángel y Puerto Escondido, Oaxaca, y a partir de ese momento “mantuvo su desplazamiento sobre la costa, inernándose en el estado de Guerrero”.
A las 4 de la mañana del 9 el “ojo” del huracán estaba a 30 kilómetros al Nor-noroeste de Acapulco, las paredes del mismo “golpearon fuertemente al puerto con lluvias intensas por efecto de la orografía”, se indica en el documento del SMN. Y los vientos máximnos sostenidos eran de 165 kilómetros por hora con rachas de 200.
Paulina continuó avanzando el 9 sobre tierra y a la 1 de la tarde se localizaba a 40 kilómetros al Norte de Zihuatanejo, tres horas después estaba al Nor-noroeste de Lázaro Cárdenas, Michoacán, y empezó a debilitarse a las 7 de la noche, convirtiéndose en tormenta tropical y la madrugada del 10 de octubre se degradó a depresión y se disipó horas después al sur-suroeste de Guadalajara, Jalisco.

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