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Con retraso, 26 días después de la tormenta, llega la ayuda a San Jerónimo para limpiar las casas

*Lodos, escombros, basura y agua encharcada, aún están en las calles, en las viviendas y en algunos tramos de la carretera para llegar a los poblados de este municipio de la Costa Grande

Karla Galarce Sosa

Las Tunas, Benito Juárez

A 26 días del paso de la tormenta tropical Manuel, los habitantes del poblado Las Tunas, que forma parte del municipio de Benito Juárez, con cabecera en San Jerónimo, recibieron ayuda de las autoridades para la limpieza de sus casas ayer.
En los poblados que conforman la franja Los Arenales y Hacienda de Cabañas, en San Jerónimo; así como El Bejuco, en Coyuca de Benítez, la ayuda fluye a cuenta gotas, pues los vehículos que transportan lodos y basura llegan uno a uno desde que ocurrió el desastre que destruyó más del 60 por ciento de la entidad.
Sobre la carretera hay miles de toneladas de lodo, pero también le acompañan muebles viejos y un fétido olor con polvo que dejan las llantas de los coches que ya pueden llegar hasta los poblados más cercanos a la playa.
El tiempo parece haberse detenido en algunas comunidades de la Costa Grande guerrerense, porque el panorama en muchas de ellas, hace pensar que la furia del meteoro ocurrió hace un par de días.
Lodos, escombros, basura y agua encharcada, aún están en las calles, en las viviendas y en algunos tramos de la carretera para llegar a los poblados de San Jerónimo, en la Costa Grande de la entidad.
El tráfico de las carreteras y caminos de Los Arenales, Hacienda de Cabañas, Las Tunas y San Jerónimo, era provocado por el paso de vehículos de carga pesada y máquinas retroexcavadoras que parecía cotidiano en esos pequeños poblados. Pero el polvo y el olor a putrefacción, eran evidencia de que el fenómeno natural había ocurrido hace muchos días.
Muebles de todo tipo, colchones, camas, automóviles, restos de puertas, techos, ventanas de las casas, eran el común denominador de las calles en los poblados, donde la limpieza no se detuvo a pesar de la visita de la esposa del gobernador, quien llegó para regalarles despensas, una colchoneta y para llevarles una brigada de limpieza.
En los pueblos menos sucios, se percibe el abandono de algunas viviendas, el esfuerzo de las familias por limpiarlas y el trabajo comunitario.  En aquellos donde no habían entrado las máquinas retroexcavadoras, los lodos que sus habitantes sacaron de sus casas, aún están en la calle y forman parte del paisaje; también se observan máquinas lavadoras en funcionamiento, y tendederos de ropa limpia llenos de prendas multicolores que sus propietarios rescataron de los escombros.
Sobre las cuatro calles principales de Las Tunas transitan vehículos, pero las calles adyacentes a la cancha y al centro de salud, todavía están cubiertas de lodo y agua.
En un recorrido por ese lugar, se observaron decenas de casas derrumbadas por la fuerza del agua que el río de San Jerónimo atrajo. Muchas casas, hechas con adobe y tejas quedaron en ruinas. El agua arrancó los cimientos y dejó sólo algunas tejas y basura, muebles y trapos enlodados.
Brigadistas de limpieza contratados por el DIF estatal comenzaron la remoción de lodos y escombros en las casas y calles del lugar que fue sepultado con más de un metro de altura en algunos sitios, como fue el caso del mercado, en cuyas paredes quedó la marca del agua.
Además de quienes fueron contratados por el gobierno para la limpieza, en la cancha se observó una brigada de médicos, encabezados por una comitiva proveniente de Chiapas, que brindaron más de 300 consultas el viernes pasado, informó su coordinador, Dony Fabián Pontigo Vázquez, quien agregó que las enfermedades de vías respiratorias es el principal motivo de consulta, seguido por las enfermedades de la piel.

La historia de Sara en Las Tunas

Sara espera sentada en el corredor de su casa la ayuda que el gobierno prometió. El agua arrastró casi todos sus muebles, ropa y trastes de la cocina. La fuerza que la corriente alcanzó, arrancó también la herrería de su casa y la llevó hasta el final de la calle. Su casa fue construida con tabique, cemento y algunas partes de adobe.
El tipo colonial de la construcción, hizo pensar a Sara Torreblanca que el agua no le haría nada en su casa; sin embargo, a ella la tuvieron que sacar sus vecinos con el nivel en el pecho y arrastrada con ayuda de una cuerda porque los remolinos que se generaron esa mañana del domingo 15 de septiembre la arrastrarían hasta el mar.
Lo que el agua le dejó, fue una base de cama colonial, una alacena y la efigie de Juan Diego decapitada, dos lámparas de cabecera y un poco de ropa que alcanzó a sacar de entre los lodos.
Descalza, con el cabello alborotado, con pocos dientes en su boca y con un sinfín de historias que contar, Sara Torreblanca agradeció, más que el apoyo por la limpieza de su casa, la visita de los funcionarios a su hogar, porque recorrieron juntos el espacio que quedó marcado por el lodo y la fuerza que traían consigo, y que le arrancaron prácticamente todo lo que poseía.

Más casos de vías respiratorias: Salud

La brigada de Salud arribó a Las Tunas y comenzó la atención en la cancha desde que comenzó la contingencia por la inundación, a pesar de que el agua alcanzó 2 metros de altura en el centro de salud del pueblo.
Los médicos provenientes de Chiapas informaron que el 30 por ciento de las consultas de las caravanas por la salud, son por enfermedades respiratorias.
El supervisor de caravanas del estado de Chiapas, Dony Fabián Pontigo Vázquez especificó que siete caravanas, dos de las cuales son de supervisión, viajaron durante dos días para llegar a Guerrero.
Son un total de 18 personas a quienes les llevó dos días para llegar a la entidad. “Tuvimos un camino largo, nos llevamos dos días para poder llegar aquí. Logramos dar más de 300 consultas en lo que es Las Tunas, (municipio de Benito Juárez), hoy se distribuirán dos caravanas tipo Cero en ese poblado”, dijo Pontigo Vázquez.
Abundó que las caravanas ofrecen servicios de salud a quienes carecen de un sistema de salud.
“Se les otorga la consulta y el tratamiento, y se les dan pláticas de orientación para prevenir la obesidad, se les explica la importancia de la descacharrización, y la limpieza del agua, la abatización”, dijo.
A pesar de la presencia de integrantes del sector salud, la gran cantidad de lodos y agua encharcados en las calles y en casas, los médicos vaticinaron un aumento en el número de enfermedades diarreicas y respiratorias, debido a las condiciones en las que se encuentran las familias.

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