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Duermen entre escombros y con agua de drenaje en sus patios en la barranca del Tule, a un mes de Manuel

*Las casas de madera con techos de lámina son resguardadas por un integrante de cada familia durante el día, mientras tratan de enderezarlas, pues día con día se van hundiendo debido al reblandecimiento de la tierra, que se va desplazando en silencio durante la noche

Anarsis Pacheco Pólito

Chilpancingo

Un mes tres días han pasado desde que la tormenta Manuel devastó colonias y el encauzamiento del río Huacapa, en la capital del estado, y aún siguen sin atender la demanda de reubicación de habitantes de la barranca del Tule, que todas las noches duermen entre escombros y con agua de drenaje que pasa entre sus patios.
Casas de madera con techos de lámina son resguardadas por un solo integrante de cada familia durante el día, mientras tratan de enderezar sus casas, que día con día se van hundiendo debido al reblandecimiento de la tierra, que se va desplazando en silencio durante la noche en la barranca.
Familias de escasos recursos, que de manera diaria consiguen el sustento para sus familias, para la educación, la salud y seguridad, regresan a sus casas que resultaron afectadas por el desplazamiento y desgajamiento de la tierra.
Trabajadoras de limpieza, señoras que lavan ropa ajena en casas, albañiles, agentes de seguridad privada y hasta trabajadores del Ayuntamiento capitalino, viven de manera irregular en zonas federales, arriesgando su vida ante la posibilidad de un desprendimiento de tierra.
Una amenaza diaria está sobre sus cabezas, sobre su escaso patrimonio, representada por la pared imponente de tierra, que después de la lluvia acabó con una de las casas de madera, de donde no se pudo rescatar nada; y hace un mes con tres días no han sido atendidos, ni auxiliados, ni reubicados.
“No creció mucho el caudal del río que baja por la barranca, lo que sí paso es que se reblandeció la tierra, se veía como escurría, por eso decidimos salirnos; en 15 años que vivo en esta zona, jamás había visto que la tierra se pusiera así”, agregó Carlos Ibarrias López, habitante de la barranca del Tule.
Carlos Ibarrias optó por sacar a su mujer y siete hijos, que vivían en una casa de madera con techo de lámina y un pequeño patio donde había un plátano, que ahora es regado por aguas negras que bajan de las casas que son habitadas en la parte superior de la barranca, las cuales tiene su drenaje roto y escurren como cascadas.
Ibarrias López llegó a la barranca después de vivir un rato en la comunidad de Chichihualco, donde era policía municipal, pero como cada gestión municipal paga favores fue despedido por órdenes del nuevo presidente municipal, por lo que decidió buscar mejor suerte en la capital del estado, donde se concentran los poderes estatales y burócratas.
“Aquí sólo puedes entrar a trabajar al Ayuntamiento si tienes palancas, aquí sólo puedes estudiar una carrera si tienes palancas; aquí todo es con palanca, mi hija quiso estudiar y sólo porque no teníamos para la mochada no pudo estudiar”, agregó, mientras se recargaba en la pared de madera de su casa endeble y remojaba sus botas en agua de drenaje.
Como empleado de seguridad, Ibarrias López gana mil 800 a la quincena, y para proteger a su esposa e hijos decidio rentar un cuarto en la colonia Obrera, para que por las noches duerman en un lugar seguro.
El cuarto que renta le cuesta mil 500 pesos, es decir que durante 15 días debe de sobrevivir la familia de ocho integrantes con 300 pesos, quienes gastan en comida, transporte y materiales para la escuela.
Durante la mañana y la noche, Carlos duerme en su casa de madera, con el riesgo porque la pared de tierra todos los días se remoja con el drenaje que escurre como río; “yo no podía seguir viviendo con el temor que mis hijos vivieran en esta casa, que fueran arrastrados por la tierra”.
Para tratar de resolver su problema de alimentación, solicitaron en el DIF municipal que se les apoyara con una despensa, para tener por lo menos comida para llegar a la siguiente quincena, pero los trabajadores le informaron que tenia que ir al Ayuntamiento, donde tampoco le resolvieron su exigencia a la que tiene derecho.
A 33 días de las lluvias, la zona pareciera que continúa sin atención del gobierno, los mismos vecinos van arreglando sus casas, sin que se les pague, como el gobierno federal encabezado por Enrique Peña Nieto cumpla con los compromisos de seguridad y bienestar de las familias, que hoy están expuestas a enfermedades por el drenaje que no ha sido atendido, y a morir sepultadas, porque la tierra sigue moviéndose en silencio.
“Mi casa fue censada por Sedesol, pero no me llega el recurso, no hay apoyo y dicen que esta es la última semana, tengo miedo de quedar en el abandono y sin tener un lugar donde reubicarnos”, agregó.
En la misma barranca se repite la historia, hay trabajadores de Protección Civil del municipio que  viven en zonas de alto riesgo, pero no pueden atender sus casas por estar ayudando en otros lados; mientras que la esposa del trabajador vive con su cuñada, en una casa que está a un lado de la pared de tierra que amenaza a las familias de escasos recursos.

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