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En el DF no conocen nada de lo que se hace en cultura en los estados: Eduardo Casar

*La televisión y la lectura no son incompatibles, afirma el artífice del exitoso programa La dichosa palabra, de Canal 22, quien estuvo en la FILA la semana pasada

Óscar Ricardo Muñoz Cano

Los mojitos son medicinales, dice uno; a ver qué le parecen, caballero, quiero su opinión, a ver si le echo más hielo o menos hielo para el próximo, dice el otro con su marcado acento cubano; está buenísimo, buenísimo, contesta el primero, mientras lo saborea y da las gracias para luego buscar un sitio fresco y platicar con nosotros…
Ya es de noche en la cuarta jornada de la primera Feria Internacional del Libro de Acapulco (FILA). El calor que aún no baja de los 30 grados y nosotros, sudando la gota gorda en un rincón del Centro de Convenciones, acompañando al maestro Eduardo Casar luego de su conferencia Escribir para leer mejor presentada el viernes pasado.
Quizás para muchos de los asistentes su nombre como tal no les indica nada, a pesar de lo bien que la pasaron durante la conferencia, pero si lo relacionamos con el exitoso programa de televisión La dichosa palabra, de Canal 22, la cosa cambia…
“Somos el Raúl Velasco de la televisión cultural”, bromea mientras se acomoda en una de las sillas en compañía de Cristina Gallegos, famosa bailarina mexicana avecindada en el puerto, y que eventualmente participa de las actividades en Centro Cultural Acapulco, a quien por casualidad encontró en la FILA este mismo día luego de tiempo de no verse.
Nos incomoda ser inoportunos pero ambos acceden a platicar con nosotros cuando sopla el viento de la noche y decimos salud como quien invoca a Tláloc para amainar el calor que nos envuelve. Las presentaciones de rigor y unos comentarios acerca de La dichosa palabra y sus diez años al aire.
“Te recuerdo, yo hice 18 años en radio, cinco en Radio UNAM y 13 en Radio Educación con un programa que precisamente era sobre la cultura y los estados porque un problema que hay en la capital del país es que no conocen nada de lo que se hace en los estados  y hay excelentes programas de lectura, de creación, etcétera, y la gente no lo sabe porque no se centralizan y no repercuten”.
Es entonces cuando tocamos un tema serio: la centralización de la cultura. Y amablemente el maestro Casar nos comenta que “la centralización tiene que ver con programas de descentralización, y en el sexenio anterior todo lo que había al respecto se perdió. Por ejemplo, mucho de lo que había de este programa de Alas y raíces para niños; en términos de Conaculta (Consejo Nacional para la Cultura), fue un desastre porque se cuidaron unas áreas y se descuidaron muchas otras”.
Sin embargo, mientras la maestra Cristina es pesimista en ese sentido, Casar auguró que para los próximos años se buscará enmendar la plana pues hay gente como Saúl Juárez, subdirector en el área artística, que ha luchado mucho en ese sentido, y rechazando que cada sexenio se construya y destruya el país en materia cultural; “las instituciones pueden resistir incluso a una mala directora como Sari Bermúdez”.
Un sorbo a los mojitos que ya van por la mitad.
“Ahora, recapitulando, el chiste de La dichosa palabra es que es autoinsuficiente (risas); es decir, se concibe como una especie de invitación a la lectura y demuestra que la televisión y la lectura no son incompatibles. Diez años lo demuestran”, afirma orgulloso.
No obstante, no disimula su repudio a los programas grabados al decir: “es como si estuvieras cogiendo y te dicen: oye, detente, échale pasión, pues claro ya no se te para…”.
Carcajadas de unos mientras otros se sonrojan y sorben rápidamente de su vaso un último trago.
Licenciado en lengua y literatura, ganador de un premio de ensayo y poeta con diez libros publicados es parte del palmarés de Casar, quien tranquilamente nos dice: “yo escribo cada que se me ocurre algo, no escribo con disciplina más que cuando escribí una novela o he escrito cuestiones que tienen plazos, como aquel guión para la película sobre Gertrudis Bocanegra que se filmó en los 90”. “La poesía la leo mucho más fácil y es mi género favorito”, afirma gustoso, “y estoy al tanto de los nuevos poetas” al mismo tiempo que asegura hay un pequeño boom en cuanto al ensayo, otro género que el maestro Casar disfruta, destacando a gente como Luigi Amara, Vivian Abenshushan y Heriberto Yépez, con una corriente donde el ensayo es menos académico.
Hacemos una pausa. Casar reflexiona y mira inquieto a la maestra Cristina para decirle que así como no está ya al pendiente de los nuevos narradores, tampoco lo está de la danza actual. Ésta rápidamente le asegura que no hay estética, ni ética ni ningún concepto universal, que sólo hay cirqueras gordas y feas que montan cosas lujuriosas sin ningún propósito ya que, afirma molesta, hasta las que bailan en un tubo tienen uno…
La expresión de Casar es la de alguien a la que se le fue el último camión a casa. Sabe que Cristina Gallegos tiene una opinión basada en sus estudios en la UNAM y en el extranjero. En sus premios nacionales e internacionales.
Esperamos un momento. Pregunta entonces si hay ballet folclórico en Guerrero y comenta con tristeza sin esperar una respuesta. “Acapulco es un lugar que debe luchar en contra de la concepción de los turisteros que piensan que la cuestión cultural no vende. Estoy seguro de que si se organiza algún evento cultural en alguna de esas cadenas hoteleras, poco a poco la cuestión irá ganando espacios”.
Y agrega: “las cosas culturales son muy lentas. Uno quisiera ver cosas pronto. Antes no había talleres de creación. Ahora hay muchos. Antes, la literatura infantil era pobrísima. Ahora, el fondo de Cultura Económica recibe más ingresos por lo que publica para niños que por el resto de todas sus colecciones juntas…”.
Y más: “ahora, los niños están obligando a sus papás televisivos absolutos, a leer, eso es muy bueno”, cuando se termina su mojito.
Nos ofrecen otro pero mejor, aprovechamos la oportunidad para despedirnos de ambos y dejarlos recordar los años y contarse las historias que se deben no sin antes oírlo decir que “el problema de cuando yo hablo de cultura es que soy muy optimista, y el rollo de la cuestión cultural es muy pesimista”. Sonreímos mientras seguía soplando el aire en la FILA. La noche refresca, lo mismo que las palabras de Casar.

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