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Tomás Tenorio Galindo

OTRO PAÍS

¿También mató la CIA a Manuel Buendía?

Si fue la CIA la que ordenó matar al agente de la DEA Enrique Camarena Salazar a principio de 1985, es posible que un año antes hubiera ordenado igualmente el asesinato del periodista Manuel Buendía, ocurrido el 30 de mayo de 1984. En esta hipótesis, los dos habrían muerto por lo que sabían o podían llegar a saber. En los días en que fue ejecutado, Buendía investigaba los nexos de funcionarios del gobierno del presidente Miguel de la Madrid con el narcotráfico, y está comprobado que aquel mes se reunió dos veces con el secretario de la Defensa, Juan Arévalo Gardoqui, y que el mismo día en que fue acribillado había buscado con urgencia, a través del director de Pemex, ser recibido por el presidente. A su vez, el agente de la DEA habría descubierto la trama subterránea e ilegal montada por el gobierno de Estados Unidos  para financiar a la Contra nicaragüense, operación en la que además de vender armas a Irán, Washington recurrió al narcotraficante Rafael Caro Quintero para obtener ingresos adicionales.
En entrevistas con la cadena Fox News y la revista Proceso, esa compleja red tejida en torno al asesinato de Camarena fue revelada hace quince días por Phil Jordan, ex director del Centro de Inteligencia de El Paso (EPIC); Héctor Berrellez, ex agente de la DEA a cargo de la investigación del asesinato de Camarena, y Tosh Plumlee, ex piloto de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Los tres afirmaron que el gobierno estadunidense ordenó el asesinato de Camarena, e identificaron al cubano Félix Ismael Rodríguez como el encargado de organizar el crimen. La revelación echó abajo la versión oficial, según la cual Camarena fue asesinado por Caro Quintero porque descubrió el rancho El Búfalo, aquel gigantesco plantío de mariguana propiedad del narcotraficante, desmantelado en noviembre de 1984. La nueva versión sugiere que fue ejecutado porque descubrió los nexos que el gobierno de Estados Unidos desarrolló con el narcotráfico mexicano.
A la luz de ese contexto, adquiere credibilidad la teoría de que la CIA también estuvo detrás del asesinato de Manuel Buendía. El columnista había empezado a tratar el tema del narcotráfico, y conocía las relaciones que el titular de la Dirección Federal de Seguridad, José Antonio Zorrilla Pérez, mantenía con los capos del negocio. Es probable que contara con indicios sobre la existencia del rancho El Búfalo, que tenía protección de la DFS e incluso del Ejército, y quizás también sobre la vinculación de la CIA con el narcotráfico mexicano. De manera que aparece ahí un móvil más amplio y específico que explica su ejecución. Hasta ahora se había hecho creer que Zorrilla Pérez había ordenado eliminar al periodista sólo por el temor personal a ser expuesto en la columna de Buendía, pero la información aportada en estas dos semanas sobre el caso Camarena podría estar confirmando también el origen de este homicidio, que habría sido orquestado por la CIA en contubernio con la DFS y el gobierno de México.
Héctor Berrellez amplió la semana pasada los datos sobre la muerte de Camarena, e hizo alusión al caso Buendía. “Como supervisor de la Operación Leyenda y de la investigación, tuve acceso a la agenda de Kiki Camarena, la cual me entregó la oficina de la DEA en Guadalajara”, dijo. “La agenda tenía muchos nombres y números telefónicos. Uno de ellos, el de Manuel Buendía. Cuando empecé la investigación ese nombre no me decía nada. Cuando pregunté quién era Manuel Buendía me dijeron que se trataba de un periodista mexicano asesinado por la CIA y por la Dirección Federal de Seguridad (DFS) de México”.
“–¿Quién le dijo esto? –le pregunta el reportero.­
“–Fuentes mexicanas que obviamente conocían el asunto.
“–¿Le dijeron por qué lo mataron?
“–Investigué y llegué a la conclusión de que lo mataron porque publicó unas columnas en las cuales acusaba a la DFS de proteger a narcotraficantes, y a la CIA de estar asociada con la Federal de Seguridad en negocios turbios. Incluso identificó por nombre a algunos agentes de la Agencia Central de Inteligencia”. (Proceso No. 1929, 19 de octubre de 2013).
Buendía efectivamente desenmascaró a agentes de la CIA que trabajaban en México, pero nunca llegó a identificar a los funcionarios públicos vinculados al narcotráfico. En las dos columnas que dedicó al tema en mayo de 1984, los días 4 y 14, se hizo eco de una carta de los obispos del sur del país, en la que hacían notar el crecimiento del tráfico de drogas en la región, y advertía que el asunto debía ser encuadrado como un problema de seguridad nacional, por lo que requería la atención del secretario de la Defensa y del procurador general de la República. Nunca acusó a la DFS ni a Zorrilla, pero indudablemente se proponía hacerlo, lo que desde luego no pudo pasar inadvertido para el jefe de la DFS. De esa manera, con el asesinato del periodista a Zorrilla lo movía no solamente su interés personal, sino dar protección a la trama que involucraba al gobierno y a la CIA.
La versión de que la CIA participó en el asesinato de Buendía surgió desde el principio del caso y ha permanecido sin comprobar pero latente desde entonces. Y ahora posiblemente ya esté comprobada. Manuel Bartlett, secretario de Gobernación cuando ocurrió el asesinato de Buendía y la ejecución de Camarena, y jefe de Zorrilla, ha evadido el tema durante todos estos años con el alegato de la ignorancia. Pero no podrá hacerlo más. Jorge Carrillo Olea, subsecretario de Gobernación con Bartlett, no pudo haber sido más explícito: “La Dirección Federal de Seguridad estaba totalmente al servicio de la CIA” y “Bartlett lo sabía perfectamente”, dijo. (Proceso No. 1930, 27 de octubre de 2013).
Después de Zorrilla, el ahora senador Manuel Bartlett es quien más sabe de los pasajes turbios dados a conocer veintinueve años después de ocurridos los hechos. En cuanto al homicidio de Manuel Buendía, todo sugiere que fue parte de la sucia maquinaria echada a andar por el gobierno de Estados Unidos y ejecutada con eficacia y servilismo por las autoridades mexicanas.

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