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Sus recuerdos y sus manos le quedaron para celebrar el Día de Muertos en Chilpancingo, porque Tixtla está inundado

“Yo ya tenía comprometidos 35 ramos de quelites pero ahora ya no se pudo vender, vivimos al día, lo poco que teníamos de dinero lo usamos para comprar una caja de nopales y ahora vendemos en el mercado la bolsa en 10 pesos para poder comer al día”, relata un damnificado

Anarsis Pacheco Pólito

Chilpancingo

Don Roberto Abraján Hernández únicamente tiene para celebrar el Día de Muertos sus recuerdos y sus manos, porque esa festividad se canceló en el panteón de Tixtla, donde están sepultados sus padres, porque está inundado. Pero sus manos le ayudan a limpiar la tumba de sus familiares en erl panteón de Chilpancingo, mientras su esposa Herlinda Henández Moyao llena los floreros de agua. Ella tiene tres rosas que arrancó de un rosal, del campo, porque las coloridas flores de Tixtla están podridas por la inundación.
Abraján Hernández es un campesino de 81 años que perdió su siembra tras el paso de la tormenta tropical Manuel, en estas fechas de recordar a los que ya murieron visita el panteón nuevo donde la familia de su esposa fue sepultada.
Ahí limpia las cruces, corta el pasto que creció de más por la intensa lluvia de este temporal; platica en voz baja con sus vecinos de las cosas que quisiera colocar en ofrenda a sus parientes, de las mejoras que quiere para la tumba pero que no podrá realizar porque no le quedó nada qué vender y no tiene el apoyo del gobierno municipal, a un mes y medio de que pasara la tormenta.
“La lluvia me quitó mi maíz y el Ayuntamiento sólo ayuda a los que quiere, sólo a los que son apoyados por personas listas, a nosotros nos olvidan porque no sabemos leer”, se quejó un campesino mientras tomaba su sombrero roído por el gasto que le dio el paso del tiempo.
En ese lugar dos adultos mayores entrevistados dijeron que perdieron lo único que tenían para sobrevivir, lo que sembraban era lo que comían, ahora sólo venden nopal para ir comiendo día con día sin poder volver a sembrar porque su terreno quedó bajo el agua de la presa.
Don Abraján Hernández tiene su terreno en los márgenes de la presa Cerrito Rico y después de la lluvias del 14,15,16 de septiembre perdió todo su sustento; su maíz, su frijol, sus quelites y sus calabazas. Todos productos de los que comería hasta el nuevo temporal de lluvia.
Los dos ancianos son campesinos y lo único que venden son los quelites y los frijoles que siembran para comprar los medicamentos que usan y los gastos que vayan generándose. El maíz y las calabazas son para autoconsumo.
La familia es de Chilpancingo y siempre se ha dedicado al campo, a vender pipisa, cilantro, papaloquelite y otras legumbres, pero este año han perdido toda su siembra, por lo que se esforzaron para que creciera sano y fuerte.
Abraján Hernández comentó que el 13 de septiembre había llegado a un acuerdo con un comprador local para que se le pagara lo sembrado en 35 mil pesos pero la compra nunca se realizó.
“Tengo 81 años, ya no es fácil encontrar trabajo y nadie nos ayuda, las cosas no son tan fáciles como antes”, agregó mientras limpiaba sus pies llenos de lodo.
Ayer los adultos mayores llegaron al panteón del norte de la ciudad desde las 9 de la mañana y durante el transcurso se dedicaron a cortar el pasto que hay alrededor de la tumba donde descansa la mamá de Herlinda Henández Mayao, y su tío.
Doña Herlinda cortó tres rosas del campo para que la tumba no estuviera sola, sin ofrenda alguna, porque la calabaza en dulce que cada año colocan ya no podrá ser colocada sobre esa tumba.
Mientras limpia la cruz blanca le cuenta a su madre, como si estuviera ahí, todo lo que le pasó. Cómo el agua de la presa subió de nivel y no les permitió rescatar nada de lo que se sembró esta temporada para poderlo vender.
“Yo ya tenía comprometidos 35 ramos de quelites, pero ahora ya no se pudo vender, vivimos al día, lo poco que teníamos de dinero lo usamos para comprar una caja de nopales y ahora vendemos en el mercado la bolsa en 10 pesos, para poder comer al día”.
Doña Herlinda se queda en silencio mientras ve el piso de tierra en el cementerio y se limpia de manera discreta las lágrimas mientras recuerda esos días que acabaron con lo que tenían para sobrevivir, para comer.
“Yo fui a anotarme para que nos dieran apoyo porque dicen que el Ayuntamiento está dando apoyos de 10 mil pesos, pero desde que me anotaron en el censo nadie ha regresado para darnos alguna explicación de qué pasará”, relató.
Don Abraján Hernández tiene enterredos a sus papás en Tixtla pero este año no podrá visitarlos por primera vez ya que el panteón continúa bajo el agua, lo que le provoca tristeza y sólo piensa en ellos para que sepan que no puede ir a verlos.

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