Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Hay poco ingreso para quienes ofrecen sus servicios en los panteones de Zihuatanejo

*Niños y adolescentes, pero también adultos y adultos mayores, alquilan sus servicios como restauradores de tumbas y para el acarreo de agua

Brenda Escobar

Zihuatanejo

En Zihuatanejo, como cada año, los días de muertos representan una oportunidad para obtener un ingreso económico para niños y adolescentes de las colonias cercanas a los panteones, como lo son el de Agua de Correa y Los Loros; sin embargo, en esta ocasión también se observaron adultos y adultos mayores, ofreciendo sus servicios como restauradores de tumbas.
Durante un recorrido por ambos cementerios, este 1 de noviembre, fecha en que se festeja a Todos Santos o día de los muertos infantes, en el panteón de la comunidad Agua de Correa decenas de niños, adolescentes y varones adultos ofrecían a los visitantes sus servicios para acarrear agua, blanquear las tumbas, repintar las letras de las lápidas y tirar la basura.
Alberto González, de 19 años, vecino de la colonia 20 de Noviembre, se acerca a la reportera y le ofrece su fuerza de trabajo, “ahí me da lo que usted guste, lo que sea su voluntad”.
Cuenta que desde el 30 de octubre ha asistido al panteón a trabajar para conseguir dinero y ayudar a su madre, “aunque sea pa’ las tortillas”, pero el trabajo está escaso, “es que hay un montón de niños y la gente prefiere pagarle a los niños porque están chiquitos, dan más lástima”.
Al filo del mediodía no había juntado “ni 15 pesos, pero Dios quiera que mañana, que es cuando viene más gente, me vaya mejor”, comenta con tono animado por la fe.
Don Ramiro Zaparripa, de 58 años, de oficio albañil, también vecino de una de las colonias más marginadas de Agua de Correa, la Joya II, dice que junto con su vecino Nicolás decidieron cooperarse para comprar un bulto de cal, y bajar al cementerio para ofrecerse a blanquear las tumbas, “no hay trabajo, no hay muchas obras y en las pocas que hay, ya no contratan a la gente grande como yo, pero pues la familia pide de comer y uno tiene que llevar el gasto”; asegura que “es más vergonzoso y peligroso andar en cosas malas”.
Los precios por la limpieza de las tumbas y acarreo del agua varían, pero se puede llegar a un arreglo; el blanqueamiento de los sepulcros cuesta de acuerdo al tamaño, y va de los 150 a 300 pesos; el repintado de las letras es a 10 pesos y el acarreo de botes de agua de 19 litros está a 10 pesos, “pero ya queda a la voluntad de la gente”, dice don Nicolás.
Ernesto Barrera tiene apenas siete años, vive en la colonia El Barril, y junto con su hermano Alfonso, de nueve, llegaron este viernes por la mañana al cementerio para ofrecerse como acarreadores de agua; están descalzos y lucen ropa humilde; se trajeron las cubetas de su casa, “le dijimos a mi mamá que veníamos a trabajar y ella nomás nos dijo que nos cuidáramos”.
“Doña ¿ya tiene quién le lleve el agua? Yo se la llevo, doñita, me da lo que usted quiera”, le dice Ernesto a una mujer que llega al camposanto cargando un bulto con flores y una corona; enseguida, el menor corre a la pileta de agua que está en la entrada del lugar, la llena poco más arriba de la mitad y se la carga al hombro al tiempo que echa a andar detrás de la señora que anda a paso apresurado entre las tumbas; el niño se pandea al caminar por el peso de la cubeta, pero va animado, porque sabe que pronto tendrá algunas monedas en su mano.
Quienes están en el panteón ofreciendo su fuerza de trabajo y sus servicios, esperan conseguir dinero; lo mismo que los vendedores de flores, veladoras, coronas, tacos, aguas frescas, cocos fríos y hasta toronjas por montón, pero casi todos coinciden en que “las ventas están flojas” y que es poca la afluencia de visitantes al cementerio.
Una vendedora de flores dijo que pidió un préstamo en Compartamos, para surtirse y trabajar, “más que nada uno espera que entre hoy y mañana haya algo de venta, pero si no, me va a tocar dar la flor bien barata para sacar siquiera lo del costo, a que se me eche a perder”.
En el panteón Los Loros, ubicado a un costado del bulevar Zihuatanejo-Aeropuerto, deudos de los menores finados adornaban con flores de cempasúchil, nubes y terciopelo las tumbas de sus muertitos.
Otros más se afanaban en limpiar y lavar los sepulcros, “para nomás mañana venir a dejar las flores”, contó Elvira Ramírez, cuya hermana falleció recientemente.
En este lugar, por estar más alejado, son más los adultos que ofrecían sus servicios, principalmente de rehabilitar los sepulcros, “está difícil, la mayoría de la gente que ha venido prefieren ser ellos mismos los que limpian las tumbas y ya traen todo, escoba, cubeta, pintura, todo”, se duele don Félix Damián, quien a sus 56 años le es difícil conseguir trabajo de albañil, “pero pues Dios socorre, ojalá que mañana que es el día más grande, salga algo más de trabajo”.

468 ad