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Hace gala la artista Astrid Hadad de su calidad histriónica en Sinfonía del Mar

*Se presentó ante cientos de personas que disfrutaron del espectáculo, que es parte de las actividades del Festival de Todos los Santos

Óscar Ricardo Muñoz Cano

Bajo la premisa de que desde que se nace ya se está muriendo, aunque se viva intensamente, es como se presentó la noche del viernes Vivir muriendo, de Astrid Hadad, artista del performance y del cabaret en el teatro al aire libre de Sinfonía del Mar como parte del Festival de Todos los Santos.
Ante cientos de personas que abarrotaron el foro, la artista mexicana dio cuenta de su calidad histriónica desde el principio, cuando se presentó con un vestido hecho a base de flores de cempaxúchil para cantar La vida no vale nada, de José Alfredo Jiménez y que la gente no tardó en corear.
Y si bien, la primera canción sorprendió a los asistentes, la segunda, cantada en zapoteco, no fue menos pues Qué bella es la vida, es eso, un canto a la vida.
Tras un primer cambio de vestuario enfrente del público, la Hadad cantó A mí me mató la vida, música de Fernando Riva, enfundada en un traje negro con luces y un sombrero luminoso con la leyenda El último trago que hizo la noche para quienes no dejaron de aplaudir y más cuando en un siguiente cambio de vestuario, que simulaba estar acostada cantó La muerte chiquita, con versos aquellos de: La venganza es cosa dulce/ y este machete que tengo/ es por si alguien le hizo daño/ que yo por usted me muero…
En su siguiente cambio, que la convirtió en alguna clase de reina, hizo tiempo para reflexionar en cómo hace muchos años era tradicional vestir a los niños muertos con trajes de ángeles o príncipes para ser encomendados a algún santo, tradición que ahora se dejó, dijo, para después cantar La hija de Juan Simón, de Antonio Molina.
Boda negra, de Julio Jaramillo y basada en una leyenda portuguesa, fue la siguiente melodía que Hadad interpretó a lado de sus cinco músicos con un vestido blanco y un tocado en la cabeza, mientras el público aplaudía, coreaba y se reía, pues llegado el momento, la cantante señaló que era la Lady Gaga del nixtamal, al tiempo que le cambiaban por enésima vez el vestuario para dejarla como estatua prehispánica de la Coatlicue y cantar Cama de piedra.
A estas alturas, y con el público entretenido con ocurrencias tales como “la mujer no se casa con el hombre que ama sino con el hombre que ronca”, el viento y las primeras gotas de lluvia hicieron su aparición por lo que el programa concluyó con Abrazada a tu cruz, con la Hadad vestida con un lienzo en donde estaba plasmado un árbol.
Y aunque trató de continuar con un siguiente cambio de vestuario, un vestido de luces, no fue posible seguir la función ni realizar el protocolo de entrega de reconocimientos por parte de las autoridades para con la artista.
En entrevista al término de su presentación, Hadad se dijo frustrada debido a que la lluvia le impidió que terminara; “quedaron pendientes cinco canciones, cinco cambios de vestuario de 13 que normalmente hago”.
No obstante, se dijo feliz porque su trabajo fuera aceptado por la gente, a sabiendas que ella, también es costeña (de Chetumal, Quintana Roo); además fue maravilla la reacción de la gente, con un público que te responde de esta manera es como un acto amoroso y eso es como tener la muerte chiquita pero en grandote; me voy súper emocionada y muy contenta y espero regresar algún día”.
Hadad, pionera de este tipo de espectáculos y siempre del lado de la independencia artística, señaló que a la distancia y en el tiempo “cuando uno tiene una idea y una pasión las ideas no se acaban; ni sientes pasar el tiempo, al contrario, éste se te queda corto, sin embargo hay dos cosas que hay que aceptar de la vida y hay que aceptarlas siempre: que el paso del tiempo y la muerte son irremediables y el pago de impuestos, también”, entre risas.
El Festival de Todos los Santos organizado en colaboración por la Secretaría de Cultura de Guerrero y la Dirección de Cultura de Acapulco continuará este domingo con la presentación de Yekina Pavón, también en Sinfonía del Mar.

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