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Se impregna el panteón de Las Cruces de olor a comida, música, voces y flor de cempasúchil

*A diferencia de otros años disminuyó el número de vendedores ambulantes en el interior del recinto

Mariana Labastida

Un olor a comida que impregna la entrada, el sonido de una guitarra acompaña una voz aguardentosa que canta un corrido, adentro del panteón de Las Cruces la gente va y viene  esquivándose unos a otros, similar a los que pasa en el bulevar Vicente Guerrero donde el tráfico es lento.
Llega agua por la tubería pero es insuficiente para abastecer a todos los visitantes que han llegado a celebrar a sus muertos, por eso una pipa rellena de manera programada la pileta principal del panteón, por las calles que aún existen se observan montones de basura.
Vallas metálicas delimita el paso para los vehículos y los peatones, aunque los visitantes prefieren caminar en el cauce vehicular evitando los automóviles, hacerlo por la banqueta es una carrera de obstáculos entre las tinas, cubetas y estantes colocados por los vendedores de flores para ofrecer sus productos a los visitantes al panteón.
Al acercarse a la entrada principal del panteón de Las Cruces se percibe un olor a comida, bolillos con relleno, enchiladas, mole con arroz, son algunos de los alimentos que los comerciantes informales a los que se les permitió instalarse ofrecen a los visitantes, “agua de jamaica y piña” grita un niño sentado en la banqueta ofreciendo lo que venden en la mesa que esta detrás de él.
Las puertas del cementerio están abiertas completamente para que puedan salir y entrar las personas que se encuentran en los arcos.
Los camiones urbanos cuando se detienen a subir pasaje detienen el tráfico por completo ante la falta de espacio para que circule más de un vehículo. A la entrada del panteón se encuentra la gente con conocidos, haciendo que las personas tengan que esquivarlos para poder ingresar o salir.
Al entrar del lado derecho se escucha que inicia una misa, son las 12 del día y se programó por parte del gobierno municipal una celebración eucarística. Unas 30 personas son las que escuchan al sacerdote debajo de un techo de lámina que está colocado en la zona común de un área de gavetas, ahí se acomodaron sillas; del lado izquierdo donde está la oficina de la administración del panteón una fila de hieleras son las que reciben a los visitantes, agua, refresco y jugos se ofrecen al por mayor.
Personas con gorra blanca están en toda el área de hieleras, son jóvenes con uniforme de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) que están haciendo recorridos para colocar hojas con los precios de los productos; así se observó desde la calle, el objetivo que se pague lo justo.
Dos policías municipales se resguardan del sol, a un lado un grupo de músicos estilo norteño esperan clientes, mientras se entretienen cantando a ver si alguien se anima a contratarlos.
Hay menos vendedores informales en el interior del panteón a diferencia de otros años, se ven algunos vendiendo comida y otros ofreciendo algunos juguetes como espadas de luz, diademas con moños de plástico, botes con jabón para hacer burbujas.
Lo que se ve de manera contante son los montones de basura, no son suficientes los botes de plásticos que fueron colocados.
La gente dentro del panteón va y viene con flores, comida, cubetas. De manera constante se ve junto a las piletas para llevar agua filas de entre 10 y 12 personas. Quienes se rentan para acarrear esperan que los contraten, pero al parecer este año los visitantes prefieren hacer el trabajo por ellos mismos y ahorrarse el costo de cargar las cubetas.
Tampoco se ven tantos músicos, aunque la música se escucha por todo el panteón. Los familiares de quienes descansan en el cementerio de Las Cruces se esmeran por decorar las tumbas que se pintan en su mayoría de amarillo por las flores de cempaxóchitl. Algunos les dan un toque diferente; sobre todo a las sepulturas de niños que se ven decoradas con globos, cadenas de colores e incluso juguetes, ante la creencia de que por un día las almas de los que se fueron regresan para estar en el mundo terrenal.
Al igual que el panteón municipal de Las Cruces, el cementerio privado Jardínes del Tiempo se pinta de colores, sobresaliendo el amarillo de la flor de cempasuchil, que se combina con el rojo, blanco, morado y negro de las decoraciones que los familiares intentan colocar en las placas con los nombres de quienes están sepultados; en el caso de las familias con mausoleos más grandes, algunos se prepararon para pasar el día completo acompañando a sus muertos, comida, sillas, sombrillas y agua, son los necesario para poder aguantar el calor que es intenso.

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