Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Jesús Mendoza Zaragoza

Municipios vulnerables ante la violencia

Coludidos o sometidos por el crimen organizado, se tambalean ya algunos gobiernos municipales en Guerrero, que cada vez se muestran más vulnerables, pues los municipios representan el lado más frágil del sistema político mexicano que, históricamente en Guerrero, ha estado muy ligado a los cacicazgos locales y regionales, algunos de los cuales han derivado en organizaciones criminales. El poder arrollador del crimen organizado no se ha conformado con golpear a la sociedad y ahora muestra su alto interés político. No son pocos los alcaldes que han tenido que afrontar las demandas de los grupos criminales que van no solo por los presupuestos municipales sino por la misma institución gubernamental. Cientos de historias circulan entre los ciudadanos sobre complicidades y omisiones de gobernantes de todos los niveles, que nos dejan un mal sabor y un estado de ánimo de desesperanza. Esto tiene que parar.
El caso es grave y no parece que se le esté dando el trato que merece. Es sabido que desde hace muchos años se ha gestado una progresiva simbiosis entre las mafias criminales y los gobiernos, la que está manifestándose ahora de manera muy crítica. Michoacán es una muestra de esta situación altamente crítica y Guerrero le sigue en la fila. Esta absorción del poder político por el poder mafioso no debe extrañar puesto que es el resultado de una histórica actitud consentidora y tolerante hacia el crimen organizado que ha generado beneficios para ambos.
Hay signos preocupantes que debieran ser atendidos de una manera más cuidadosa, tales como las demandas de presidentes municipales a los gobiernos estatal y federal para contar con la seguridad que necesitan, la imposición del secretario de Seguridad Pública en el municipio de Acapulco, el secuestro y la desaparición de varios ediles municipales, el asesinato de funcionarios públicos, la tensión de algunos presidentes municipales con el gobierno estatal relacionadas con el tema de la seguridad, la generación de una movilización ciudadana apoyada por el presidente municipal en Apaxtla, entre otros. Se está escuchando ya el clamor de personajes de la política que sienten que la lumbre les llega a sus aparejos y no se sienten protegidos.
Los gobiernos municipales son los más cercanos a la gente y tienen que ver con temas muy cotidianos como los servicios públicos que la población requiere para satisfacer necesidades básicas. Por lo mismo, tienen que estar en condiciones para atender dichas necesidades de manera puntual sin presiones que provengan de poderes fácticos como el de los grupos criminales. Tienen que contar con condiciones de gobernabilidad, de manera que puedan cumplir cabalmente con sus funciones públicas.
La alta vulnerabilidad de los gobiernos municipales ante el crimen organizado es un síntoma, que tiene que ser leído con atención, del sistema político que no está respondiendo a las necesidades de la sociedad y que se ha articulado con intereses ajenos al bien común. Y esto tiene que ver con todo el sistema político que articula partidos, legislaciones y instituciones públicas. Omisiones y complicidades políticas han dado lugar a esta circunstancia que da malos presagios.
El caso es que no se han atendido los factores políticos de la violencia como la corrupción pública, la impunidad, las violencias institucionalizadas, la inseguridad ciudadana y el deficiente sistema penitenciario, entre otros. El sistema político es solapador de los políticos criminales, a quienes protege como a la niña de sus ojos, cuando es extremadamente duro con ciudadanos que se organizan para mejorar las condiciones de vida de los pueblos. Este hecho le resta la credibilidad y el apoyo mismo de la sociedad y, como consecuencia, debilita a las instituciones públicas, empezando por las más débiles como son las municipales.
Si se está cocinando la reforma política estamos ante una oportunidad en el sentido de que no debiera servir para fortalecer esta situación que ha hecho invisibles las fronteras entre instituciones políticas y organizaciones mafiosas, sino para poner un remedio de fondo el creciente influjo de los criminales en la política pues, en ocasiones, pareciera que ellos nos están gobernando. Necesitamos municipios fuertes y competentes, libres de influjos criminales y disponibles para atender a los ciudadanos. ¿Será sensible la clase política para poner las condiciones jurídicas que protejan a los municipios y a todas las instituciones públicas de la voracidad de los criminales? Tendrían que tocar a los criminales que están enquistados dentro de estas instituciones para deshacerse de los que merodean desde las mafias.

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