Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Arturo Solís Heredia

CANAL PRIVADO

*Como pedir no empobrece

Aunque en ningún momento albergué esperanza alguna, ni me hice la mínima ilusión de ser invitado, ya no digamos por el presidente Enrique Peña Nieto, ni siquiera por el gobernador Ángel Aguirre Rivero, a ser parte del Consejo Estatal de Restauración, para discutir y proponer proyectos y obras del Plan Nuevo Guerrero, sepa la bola por qué me quedé medio sentido y agüitado cuando no vi mi nombre en la lista de consejeros.
Será quizá porque a cualquiera le gustaría participar en semejante cónclave de ilustres ciudadanos, para decidir destino y ejercicio de semejante cantidad de lana. O quizá también porque cualquiera se quedaría vestido y alborotado por la mega fiesta del año, a pesar de que nadie requiriera nuestra presencia.
Aunque prefiero pensar y creer que mi ánimo ninguneado se debió a mis ganas enormes, como las de cualquier guerrerense bien nacido, de influir y colaborar en la construcción de un Guerrero nuevo, no distinto pero sí mejor al que padecemos hoy.
Y como a nadie le gusta quedarse con las ganas y como es rete incómodo traer un ánimo sentido y agüitado, decidí tomarle la palabra al presidente Peña Nieto, interpretando mañosamente, lo acepto, su compromiso de que la participación ciudadana sería uno de los cuatro ejes fundamentales del Plan Nuevo Guerrero, redactando mi propia listita de acciones y programas que considero indispensables para renovar esta entrañable tierra nuestra.
La comparto aquí, con los gentiles y pacientes lectores de este espacio, aclarando que la redacté con un criterio personalísimo, el espíritu soñador e ingenuo de que pedir no empobrece, y con la intención de que nadie pueda decirme lo que le dijeron alguna vez a un broder: “Arajo don, usted hasta pa’ soñar es pobre”.
Va, sin orden ni jerarquía:
Cambiarle el nombre del consejo la palabra “restauración” por la de “renovación”. Digo, en primer lugar porque “restauración” significa “acción de volver a poner una cosa en el estado que antes tenía”, y eso ningún guerrerense lo quiere; en segundo, pa’ darle más coherencia a eso de construir un Nuevo Guerrero.
Demoler la estatua de don Vicente Guerrero ubicada en la cima de Cerrito Rico. Digo, es que, con todo respeto a don Chente y al ex gober Alejandro Cervantes Delgado (el de la idea), la neta la mencionada ta’ retefierísima (léase con absoluto acento chilpancingueño), y pos da penilla recibir con una chanqui mole de cantera rosa a los visitantes de chilangolandia y anexas.
Revivir el río Huacapa y convertir sus márgenes en un parque lineal, lleno de espacios verdes y naturaleza, para disfrute de familias propias y ajenas.
Construir un segundo piso en el tramo de Chilpancingo de la Autopista del Sol, pa’ que por arriba pasen los fuereños y por abajo los lugareños.
Bajarle 50 por ciento al salario de todos los servidores públicos, funcionarios y representantes populares.
Construir el drenaje de Tixtla.
Construir un museo, un teatro y un parque público en cada una de las cabeceras municipales del estado.
Garantizar en serio la seguridad pública, combatir en serio el crimen, investigar, detener y encarcelar en serio a los criminales.
Depurar en serio a las policías federales, estatales y municipales, para que los ciudadanos sintamos confianza, respeto, admiración y agradecimiento por ellas.
Demoler los hoteles y edificios al lado de las playas de Acapulco e Ixtapa-Zihuatanejo, como lo hicieron los españoles, para reinventar nuestros destinos turísticos de playa, como lo hicieron en Miami.
Garantizar el abasto de agua potable de calidad de, al menos, todas las cabeceras municipales.
Reducir el índice de pobreza extrema a menos del 5 por ciento.
Presentar la prometida lista de responsables de cambios de suelo, licencias y construcciones irregulares, y castigarlos conforme a derecho.
Garantizar que los 30 mil millones de pesos para la renovación se ejerzan con transparencia y honradez.
Exhibir en las plazas públicas de todas las cabeceras municipales a todos los responsables de malversación de esos dineros, antes y además de aplicarles los castigos y penas correspondientes.
Por último, señor presidente y queridos lectores, pediría a quien pudiera concedérmelo, un gran deseo: que las acusaciones en contra del alcalde de Iguala no sean más que un episodio alucinado de la peor de nuestras pesadillas.
Y es que, de ser ciertas, me sentiré tan agüitado, deprimido y desesperanzado, que me convenceré que la construcción de un Nuevo Guerrero, será tan imposible y utópica como mi listita de deseos.

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