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Marcial Rodríguez Saldaña

La nueva reforma política federal (2): La organización de elecciones

Los factores reales de poder a los que se refiere Fernando Lasalle en su obra ¿Qué es una constitución? cobran actualidad en el curso que sigue la aprobación de la reforma política que ayer fue aprobada por el pleno de la Cámara de Senadores y que se ha turnado para su discusión y aprobación en la Cámara Federal de Diputados.
1.- La propuesta original de tener sólo una institución que organice todas las elecciones en el país no pasó, pues los gobernadores de los estados convertidos en virreyes locales, encabezados por Eruviel Ávila, gobernador del estado de México –quien ya despliega una publicidad inusitada hacia la elección presidencial del 2018– no permitieron que se disminuyera la burocracia electoral que sangra el presupuesto federal y de las entidades federativas, mientras crece el número de habitantes en extrema pobreza en México.
2.- Se ha argumentado en forma suficiente que es innecesario que haya dos instituciones diferentes, una federal, ahora nacional –el Instituto Nacional de Elecciones– y las de los estados –los institutos estatales electorales– que organicen las elecciones en nuestro país, ya que ello implica sostener distintos órganos burocráticos en los cuales se gasta una buena parte del presupuesto nacional, cuyos recursos se deberían de invertir en el combate a la pobreza, impulso a la producción en el campo, generación de empleo, educación, salud, vivienda y en general a mejorar el nivel de vida de los mexicanos más pobres.
3.- El resultado de esta reforma es muy confuso, puesto que se cambia la denominación del Instituto Federal Electoral (IFE) por el de Instituto Nacional Electoral (INE), pero se mantienen a los institutos electorales locales. No tiene ningún sentido que se transforme el IFE en un instituto nacional, si va a continuar organizando solamente las elecciones federales y los institutos locales van a seguir organizando las elecciones en los estados.
4.- Se trata de un pacto entre los factores reales de poder –Peña Nieto y los gobernadores de los estados– para hacer una simbiosis incierta y desconcertante, toda vez que resulta incongruente crear un Instituto Nacional Electoral que no modifica la esencia de lo que hoy es el Instituto Federal Electoral, ya que su principal función que es la de organizar las elecciones federales, la tendrá el nuevo INE.
5.- La propuesta fundamental de desaparecer los institutos electorales locales, se sostenía en el argumento de que son órganos bajo el control absoluto de los gobernadores de los estados – en arreglo con factores locales de poder– y que por ello no hay garantías de que haya elecciones auténticas, libres y democráticas en los estados; sin embargo, se impusieron los factores reales de poder en detrimento del avance más veloz de la democracia en México.
6.- Para acallar y conceder al PAN algo de su propuesta de transformar al IFE por el INE, –a cambio del apoyo a la reforma energética– y dejar también contentos a los gobernadores de los estados, Peña Nieto aceptó que al nuevo Instituto Nacional Electoral se le otorguen ciertas facultades en relación con los institutos electorales locales, como: designar a los consejeros estatales; capacitación electoral; geografía electoral; diseño, determinación de distritos electorales, y división del territorio en secciones electorales; padrón y lista de electores –que ya venía realizando el IFE; ubicación de mesas directivas de casillas y designación de sus funcionarios; normatividad en materia de sondeos, encuestas, observación electoral y conteos rápidos y fiscalización de ingresos y egresos de los partidos políticos y candidatos.
7.- El cambio del Instituto Federal Electoral por el Instituto Nacional Electoral, es un experimento muy incierto, que no modifica sustancialmente el modelo de organización de las elecciones en México, que mantiene una doble burocracia electoral costosa para la nación; es una mezcla de atribuciones federales y locales en materia electoral que entrevera el federalismo y que no contribuye en esencia a la democratización del país.

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