Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Jorge Camacho Peñaloza

Los derechos humanos, hasta luego don Juan

*Lo que se obtiene con violencia solamente se puede mantener con violencia. Ghandi.

Los derechos humanos son una asignatura que no acaba de ser asimilada por la sociedad y las esferas del poder político, desde la Declaración Universal de los Derechos Humanos establecidos por la Organización de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, nos falta mucho para hacer de ellos la piedra angular de las leyes, políticas públicas y programas de gobierno.
Su misma definición causa aún mucha divergencia al considerarlos como una serie de condiciones materiales, otras como instrumentos y algunas más como garantías inherentes a la condición humana frente a los poderes públicos. Sin pretender entrar al terreno del debate teórico académico, diremos que los derechos humanos son un conjunto de condiciones elementales para vivir libres de la violencia, carencias vitales y en el goce pleno de los derechos tutelados por el Estado.
Los derechos humanos son la última emancipación de la condición natural y social del hombre y la mujer, se suponen superiores a la libertad y la justicia, porque aún encarcelada una persona tiene derechos que deben ser respetados por todos por el simple hecho de ser un humano o una humana.
De acuerdo con la definición que hay en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, ninguna persona estará sometida a la esclavitud y servidumbre, nadie será sometido a la tortura, penas ni tratos crueles, inhumanos ni denigrantes, toda persona acusada de delito tiene derecho a que se le presuma inocente, a salir de su país, a la propiedad, a la libertad de pensamiento, conciencia y religión, de expresión y opinión, a investigar y recibir información, a un nivel de vida adecuado que asegure a su familia salud, alimentación, vestido, vivienda y asistencia médica; a la educación gratuita, a un orden social en que estos derechos se hagan efectivos.
En esto último, el establecimiento de un orden social que haga vigentes los derechos humanos es en lo que no se ha avanzado lo suficiente, pues las actuales estructuras políticas, económicas, sociales, culturales y tecnológicas siguen desarrollando fuerzas a favor y en contra de los derechos humanos imponiéndose lamentablemente más las segundas.
El funcionamiento de dichas estructuras, los intereses, posiciones de poder, creencias y tradiciones, aún impiden que la mayoría de la población goce plenamente de esos derechos; la desigual distribución de la riqueza, la corrupción, la impunidad, los malos gobernantes, la intolerancia social, la pobreza pública, los malos políticos, ocasionan que esos derechos sean sistemáticamente violados y no gozados por los integrantes de la sociedad.
Un avance sin embargo ha sido la creación de instituciones encargadas de velar por los derechos humanos como la Comisión Estatal de Defensa de los Derechos Humanos en nuestro estado, la cual el día de antier perdió a su presidente, el licenciado Juan Alarcón Hernández, quien asumió ese cargo el 28 de septiembre de 1990 cuando el organismo fue creado por el extinto gobernador José Francisco Ruiz Massieu.
La Comisión Estatal de Defensa de Derechos Humanos en Guerrero es una institución que teniendo al mando a Juan Alarcón Hernández, empezó un sinuoso camino en contra de todo lo que impide a los  guerrerenses gozar plenamente sus derechos humanos, un camino difícil de recorrer, teniendo en contra muchas circunstancias internas y externas pero que Juan Alarcón sin duda logró abrir y avanzar hasta poner a la institución del lado de los derechos de los guerrerenses.
La partida de Juan Alarcón cierra un ciclo en la promoción y defensa de los derechos humanos, en el que éstos pasaron a estar presentes en la agenda política y social de los guerrerenses, en su último periodo no dudó en estar del lado de los ecologistas, de los normalistas de Ayotzinapa, de los pueblos que quieren formar sus policías comunitarias, nunca del lado de la violación de la ley.
Tuve el privilegio de conocer a don Juan en el último periodo de su vida, pero fue suficiente para constatar su calidad humana,  por eso no me queda duda de que ha dejado sembradas a lo largo y ancho del estado de Guerrero las semillas de los derechos humanos que sin duda vamos a cultivar para que lleguen a ser un árbol frondoso que cubra  y proteja a todos los guerrerenses.
Vuela vuela palomita y ve y dile: A don Juan que nos ha dejado mucha chamba pero que con su indeclinable convicción y ejemplo vamos a seguir por el camino que nos abrió para seguir avanzando en el respeto a los derechos humanos.

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