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Tlacopanocha, una playa llena de bañistas a una semana de las vacaciones

Mariana Labastida

A una semana del inicio de las vacaciones de diciembre, la playa Tlacopanocha luce llena y un gran bullicio es el que se escucha al acercarse principalmente a niños acapulqueños, ya que la mayoría de los bañistas son residentes que gustan de esa playa por la tranquilidad de sus aguas.
Elena Hernández ve desde un escalón del Malecón a los sus hijos, sobrinos y primos bañarse en el mar. Ella no se ve muy animada, le tocó cuidar las cosas y es que tampoco va mucho a la playa, según dice, pero decidió acompañarlos porque eran muchos niños. Desde la colonia Las Cruces se trasladó con su familia para disfrutar del mar en Tlacopanocha.
Tlacopanocha es una pequeña playa ubicada al final del Malecón. El acceso está en una curva de la Costera, rodeada por puestos de vendedores informales que ofrecen bebidas, cocteles, ceviche, ostiones, enchiladas, quesadillas, donas con chocolate, churros y si lo prefiere el consumidor hasta pescado fresco que los mismos pescadores limpian ante el comprador para que lo puedan cocinar.
Uno de estos puestos es de doña Mayra Leones, ella lleva vendiendo mariscos en el Malecón, junto a la playa 12 años, y de ahí a mantenido a su familia.
Ella ya empezó a ir todos los días a ofrecer su producto: “no hay mucha venta pero va saliendo” dice, espera que cuando inicie el periodo vacacional se incremente las ventas de sus productos; mientras platica corta jitomates para el ceviche y lamenta que a Tlacopanocha ya no lleguen “gabachos”, aunque “a veces a parece uno que otro”, por ahora los residentes y turistas nacionales son sus más fuertes clientes.
A pocos metros del puesto de doña Mayra es donde está Elena observando el mar y a su familia disfruta de sus aguas, mientras evita que se lleven alguna de sus pertenencias, que los niños que salen del agua y suben a la banqueta al pasar la salpiquen, o que un vendedor más se ponga frente a la vista que tiene.
Metros más adelante una familia empieza a guardar sus pertenencias. Tienen hambre y van en busca de comida, pues no les interesó comprar alguno de los productos que les ofrecen en la playa.
Ellos vienen de Morelos y es su último día en Acapulco y “ya nos cansamos de los mariscos” dice Javier Hernández García, quien junto con su esposa y sus dos hijos prefirieron ir a comprar a un supermercado.
Javier con su familia llegaron a las 10 de la mañana a la playa y comenta que no había tanta gente como a la hora que se van, las 3 de la tarde, y aunque les gustó por el oleaje tranquilo prefirieron ir a buscar de comer antes de ser “sorprendidos” nuevamente por los comerciantes: “me vendieron una campechana y el pescado y los camarones sólo los tenía encima, cuando le metí la cuchara todo lo de abajo era cebolla y jitomate”.
También se quejó de las ofertas que hacen algunos vendedores de tiempos compartidos y paquetes de hospedaje, “te dicen que te ganaste una cortesía y cuando vas a ver de qué se trata luego luego quieren sacarte la tarjeta para cobrar”.
Sobre el arena hay tres filas de sillas con sombrillas de colores que invaden casi toda el área. En el mar los niños aprovechan para flotar el emboyado colocado para delimitar la zona de bañistas y evitar que las lanchas que circulan cerca y están estacionadas al rededor de la playa vaya a ocasionar un accidente.
Las Cruces, Renacimiento, Zapata, La Laja, Progreso, son algunas de las colonias de donde bajan los visitantes de la playa Tlacopanocha, así lo dijeron los comerciantes que incluso conocen a algunos por nombre por la frecuencia con la que acuden a bañarse en esa parte de la bahía de Santa Lucía.

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