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Tlachinollan

La calidad humana del ombudsman guerrerense

Centro de Derechos Humanos de La Montaña

En la mañana del miércoles 11 de diciembre tuvimos la oportunidad de platicar con la señora Aída Nájera Flores, esposa del licenciado Juan Alarcón Hernández, el ombudsman Guerrerense, para solidarizarnos con la familia y para estar cerca de don Juan.  Acudimos como  amigos, con la finalidad de reiterarle nuestra estima y reconocimiento a su incansable compromiso por la defensa de los derechos humanos.
Cuando nació nuestro Centro de Derechos Humanos hace más de 19 años contamos con la honrosa presencia del licenciado Juan Alarcón, en su calidad de ombudsman. Su discreta presencia, su cercanía, y sobre todo el respeto que desde un inicio mostró a nuestro trabajo como organización no gubernamental, allanó el camino para establecer una relación de confianza y  colaboración, respetando siempre las identidades y mandatos de cada organismo.
Conocimos su gran calidad humana; su trato sencillo y afable. Atento a los planteamientos de las organizaciones sociales y civiles, solidario, cercano con la gente, tenaz, y siempre dispuesto a alzar la voz y a dar voz a las víctimas y sus familiares. No estuvo exento de sufrir ataques y vituperios de parte de los gobernantes, como sucedió con el ex gobernador Zeferino Torreblanca. También fue hostigado en su domicilio por el mismo Ejército, cuando la Comisión Estatal de Defensa de los Derechos Humanos (Codehum) denunció multiplicidad de atropellos contra la población inerme.
Don Juan logró darle a la Codehum el prestigio y la confianza necesarios para lograr que las víctimas encontraran apoyo jurídico, respaldo institucional, reconocimiento y medidas de protección. Su proyecto de contar con varias coordinaciones regionales en los lugares más críticos en cuanto a violaciones a los derechos humanos, fue un gran logro que pudo alcanzar muy pronto.
En medio de un ambiente totalmente adverso para respetar y promover los derechos humanos, por parte de autoridades estatales acostumbradas a imponer su estilo personal de gobernar y el uso recurrente de la violencia, utilizando además la tortura, como el método más fácil y efectivo para realizar las investigaciones ministeriales, el licenciado Juan Alarcón fue como un profeta que predicaba en el desierto. Ninguna autoridad había oído hablar de los derechos humanos y hasta la fecha, varios de ellos no saben cuál es el significado profundo de los derechos y su importancia para la vida democrática del estado y el fortalecimiento de sus instituciones.
Fue un gran pionero de los derechos. Tuvo que lidiar con los mismos gobernadores, acostumbrados a actuar por encima de la ley y a no tolerar recomendaciones o señalamientos públicos sobre sus acciones violatorias a los derechos humanos. Tuvo que picar piedra ante una clase política pedestre e ignorante de la cultura de los derechos humanos. Tuvo la inteligencia y la sagacidad para vencer inercias y colocar la agenda de los derechos humanos como parte fundamental del que hacer de los políticos.
Enfrentó en todo momento cuestionamientos a su trabajo, amenazas a su persona y al equipo de abogados por parte de gobernantes autoritarios, así como de altos, medios y bajos mandos de las policías ministeriales, estatales y municipales. Fue un actor incómodo por la labor que realizaba. Tuvo la sapiencia para incursionar en espacios vedados y restringidos para el ombudsman. Poco a poco se fue ganando el respeto de las autoridades a través de sus recomendaciones, donde mostró su fuerza moral, su autoridad independiente de los intereses de los gobernantes y su legitimidad ante las víctimas de violaciones a los derechos humanos. Mantuvo la distancia correcta, ni tan cerca ni tan lejos de la autoridad. Pudo equilibrar su presencia en los asuntos públicos y diversificar su participación con los diferentes actores de la sociedad.
Tuvo el mérito de conformar un equipo de trabajo sólido, muy profesional, que busca en todo momento actualizarse y  trata de aplicar los estándares más altos de derechos humanos en sus recomendaciones y propuestas. El trabajo institucional es algo que caracteriza a la Codehum y su disposición para trabajar y coordinarse con las organizaciones de la sociedad civil. Supo delegar en sus compañeros y compañeras grandes y graves responsabilidades. En el camino y en la misma conflictividad social se fue mejorando el trabajo de la Codehum, siempre bajo la conducción del licenciado Juan Alarcón.
La apertura de la institución y la hospitalidad brindada a las organizaciones sociales y civiles para realizar reuniones relacionadas con la agenda social o para darle seguimiento a las medidas cautelares otorgadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), son detalles que en otras comisiones públicas de derechos humanos no lo realizan, por el contrario,  lo obstaculizan.
Nunca olvidaremos el apoyo que la Codehum nos brindó en la persona del licenciado Hipó-lito Lugo con la autorización del licenciado Juan Alarcón, para que fueran en auxilio de compañeras y compañeros de Tlachi-nollan, que corrían el riesgo de sufrir una agresión, al constatar que eran seguidos por una camioneta, que en su interior llevaba gente armada y que durante el trayecto habían accionado una de sus armas. Esta persecución se consumó en el marco de las denuncias públicas que se emitieron por las de-sapariciones y asesinatos de los defensores na savi Raúl Lucas Lucía y Manuel Ponce Rosas, en febrero de 2009. Con gran presteza llegaron al lugar indicado para acompañar a los y las defensoras hasta Chilpancingo.
Son infinidad de acciones de solidaridad y acompañamiento que a lo largo de estos 24 años de la Codehum marcaron el derrotero de una comisión, que a diferencia de la mayoría que hay en el país, ha sabido establecer alianzas y estrechar relaciones con las organizaciones combativas del estado de Guerrero. El gran mérito de don Juan Alarcón fue ser incluyente, tolerante, plural, coherente con su manera de pensar, firme en sus posturas y comprometido con las víctimas.
En el estado deja un gran legado y esto lo pueden corroborar varios ex ombudsman que lo conocieron, y que en su momento lo hicieron su representante para abanderar un movimiento en defensa de la independencia y el fortalecimiento de las comisiones estatales. Desde hace años ya se veía venir un movimiento adverso, que tiene el interés de cooptar y tomar como parte del botín a las Comisiones de derechos humanos, por parte de los grupos políticos que tienen los hilos el poder.
La mejor forma de honrar y de valorar el gran legado que nos ha dejado el ombudsman guerrerense, es consolidar los logros alcanzados sobre todo en el ámbito de su independencia de los poderes públicos y de su compromiso permanente con las víctimas de violaciones de derechos humanos y sus familiares. Cultivar esta relación de respeto con las organizaciones de la sociedad civil y respetar el sentido profundo del que hacer de la Comisión de derechos humanos de Guerrero.
Lo peor que pueden hacer las autoridades del estado y los partidos políticos es secuestrar a la Codehum y meterla dentro del gran botín que se disputan los grupos de poder que se sienten con derechos para obtener determinadas membrecías. La Codehum no puede ser rehén de los intereses mezquinos y aviesos de la clase política que de manera sistemática viola los derechos humanos y que no cumple con las recomendaciones que se emiten. Por eso, por respeto a la memoria de don Juan  Alarcón, a la lucha de las organizaciones sociales y civiles, al movimiento de las víctimas de la violencia y que han sufrido graves violaciones a sus derechos, la Codehum debe mantener su identidad como un órgano autónomo puesto al servicio de la sociedad y como una instancia que sirve de contrapeso al poder omnímodo. Eso es lo mínimo que don Juan Alarcón demandaría a los gobernantes, por respeto a quienes han entregado su vida por la causa de los derechos humanos; por los defensores y defensoras que han sido abatidos impunemente a causa de su lucha por la justicia; por la y los policías comunitarios que injustamente han sido encarcelados en penales de alta seguridad como Nestora Salgado, Gonzalo Molina y Arturo Campo, así como los 10 policías comunitarios que se encuentran recluidos en Acapulco y Chilpancingo. En nombre de todos ellos y ellas que honran la memoria de don Juan Alarcón demandamos respeto a la vida autónoma de la Codehum.

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