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Eduardo Pérez Haro

Reformas y acomodos: sin transformación

Para María de los Ángeles Ramos

Estamos en el desenlace del año que el propio Presidente caracterizó como el año de las Reformas Estructurales con las que se supone México será beneficiario de una transformación profunda. Y debiéramos de imaginar que la dirección de este cambio responde al desenlace que se consignó al nacer como nación independiente (1810) y cien años más tarde (1910) como un proyecto constitucional para darle justicia.
El cardenismo (1934-1940) habría de institucionalizar sendos acuerdos con los diversos sectores, de empresarios y trabajadores, del campo y la ciudad, para inscribir dichos anhelos en la égida de un desarrollo concomitante con la industrialización. Así las cosas, Enrique Peña Nieto se estaría prefigurando como un prócer de la historia de México. Y quitándole el tufo bucólico y jactancioso a este hilar de los acontecimientos, no vendría mal imaginar un hombre y un gobierno capaz de emprender los cambios con los cuales al paso de una generación estuviésemos en un país con crecimiento basado en tecnologías avanzadas, formas organizativas concomitantes para la producción y el comercio sustentados en el trabajo de sociedades y colectivos altamente preparados y una gran capacidad autonómica en el nuevo concierto internacional.
Pero las cosas no se acomodan en esa dirección, y al no hacerlo en esa perspectiva ¿cuál es la otra? sino la gestión que moderniza sin @rroba, que quiere decir re-embobinar las condiciones ya tradicionales en las que se han generado riqueza y poder en el devenir de un país atrasado, un país basado en la desigualdad productiva, regional, social y cultural. Empero, un país que en esas condiciones es capaz de germinar, cultivar y desplegar grandes fortunas personales y/o corporativas de indiscutible magnitud internacional. Un país pobre como basamento de la centralización de grandes riquezas, que no obstante, precisa de cambios que le permitan depurar elementos innecesarios a tal propósito, barreras a la renovación de controles y nuevos marcos normativos para el fluir de nuevos negocios en las grandes ligas mundiales.
Los poderes económico-políticos que surgieron en los años de la inconclusa industrialización de los años de Ávila Camacho, Miguel Alemán, Ruiz Cortines y López Mateos, maduraron como megapoderes de la economía y la política y sin haber sabido llevar al país a la condición de un país desarrollado, se enquistaron en el gobierno y la economía y desde ahí se han venido acomodando y reacomodando con una visión que normalmente lleva el signo de una burguesía y una clase política que se prefiere en el predominio truculento de lo local-nacional aunque cada vez más obligados a hilarse no ya con la historia de las aspiraciones de justicia social e independencia, ¡faltaba más! sino con las exigencias del reacomodo internacional en ciernes, aunque en ello los hombres del Estado y de la clase política, suelen denotarse más precarios que sus alterguías dueños del dinero y del poder económico que perviven por encima de la representación.
Las Reformas Estructurales se inclinan al servicio de los grandes capitales nacionales y extranjeros, para acomodar el costo del trabajo y del dinero al servicios de los proyectos de expansión de esos capitales que no son análogos al concepto de país México con 117 millones de mexicanos; sino exclusivos de muy muy pocas empresas y empresarios; Reformas Estructurales que se inclinan para acomodar la infraestructura y las comunicaciones al servicio de los circuitos de producción y comercio que, en la geopolítica global, ahora alcanzan la tierra, los recursos naturales y los recursos energéticos del subsuelo; Reformas Estructurales que se manipulan para inducir el acomodo de la clase política en la que están todos los partidos políticos aunque algunos de pronto parecen incomodarse en el regateo de mayores prebendas y condiciones para su sobrevivencia (PRD, PAN), en tanto que tiene el predominio aspira a su extensión supraelectoral.
La Reforma Política no se trata de una reforma de la política en la perspectiva de resolver la cavernosidad de la representación popular en los poderes ejecutivo y legislativo, tampoco se inscribe en una Reforma del Estado en la que se sugieran nuevos acuerdos con los trabajadores, campesinos y profesionistas para su mejor y más amplia integración, no está inscrita en la lógica de la democratización. Crea un andamiaje de alta centralización para el control más eficaz de las elecciones pues probada cuenta hay del desgaste y debilidad de los mecanismos tradicionales y sus burocracias administrativas, les abre prolongación de servicios a los representantes y hasta concede derechos de opinión a los ciudadanos siempre que no atenten contra la seguridad y las finanzas.
La democratización que bien empezaría por atender la demanda que fuera colocada por el movimiento estudiantil #yo soy 132 con la democratización de medios y que habría de consolidarse con una profunda revolución educativa está fuera de la “Reforma Política” y del paquete de “Reformas Estructurales” así como la democratización de los sindicatos y la seguridad en el trabajo quedaron fuera de la reforma laboral. No hay sino acomodo de factores en favor de hacer rendir los negocios mediante el abatimiento de costos y el aumento de controles. Ante el fracaso de la “teoría del catarrito” con la que México crecería basado en la estabilidad macroeconómica, se ofreció el abaratamiento de los factores de la producción y el mayor control político añadiéndole la entrada al capital extranjero con lo que se granjea no sólo el beneplácito de los grandes poderes surgidos en la industrialización y rehechos durante el “estancamiento estabilizador” de las últimas tres décadas sino el reacomodo subordinado a los Estados Unidos.
La Reforma Energética que está por “salir del horno” no representa sólo la desnacionalización del petróleo, sino la participación de “México” en la llamada estrategia de seguridad energética de Estados Unidos bajo el concepto de Independencia Energética del Norte (Estados Unidos, Canadá y México)“El shale gas (gas de nueva generación) y su complemento, el shale oil (petróleo de nueva generación), no son sólo recursos energéticos adicionales o fuentes alternas a las convencionales, sino que representan la posibilidad de un nuevo posicionamiento estratégico para Estados Unidos… la producción del ‘esquisito’ (shale), junto con el tradicional procedente de México lograría revertir la tendencia declinante de la curva de producción petrolera de largo plazo de Estados Unidos…”.
En el vecino país del norte la Reforma Energética de México, es vista como un factor para el “cambio de paradigma en la industria petrolera estadunidense”. Vargas Rocio y Barrios Heberto. El Cotidiano enero-febrero 2013 UAM.
En el “contexto actual va más allá de la importancia cuantitativa dentro de los balances energéticos para inscribirse en una estrategia de reposicionamiento hegemónico frente a sus competidores (Rusia, Irán, Venezuela y Medio Oriente) y vecinos (México y Canadá), en un contexto internacional que en materia de energía es marcadamente adverso a los intereses de Estados Unidos… la importancia  del potencial hidrocarburífero basado en los “esquisitos” radica en objetivos geopolíticos orientados a apuntalar el liderazgo internacional de Estados Unidos en un mundo de tendencias a la multipolaridad…” op. cit.
El ímpetu desesperado del Presidente por sacar de prisa y a toda costa el paquete de las reformas que al régimen le parecen las adecuadas ha promovido un tsunami de adherencias informativas y acomodos de los legisladores que han terminado por hacer pasar las aprobaciones correspondientes del Congreso pero también han llevado al hartazgo a la opinión pública que en su mayoría ahora expresa su oposición en las encuestas y su poca simpatía por el jefe del Ejecutivo, y sabemos que responderá como lo hacía Zedillo en el sentido de esquivar esta realidad con expresiones como aquellas que dicen “que de no tomar esas decisiones la situación sería más grave” (sic) o la de “tomo las decisiones que convienen a México y no las que me dan popularidad”, pero ya son expresiones desgastadas que a estas alturas no convencen a nadie. Y se dirá, por ahora, que las oposiciones de Centes, Morenas y PRDs, no alcanzan la talla para ser tomadas en cuenta, son clientelares y terminarán por desvanecerse bajo distintos mecanismos y no podemos negar que las “Reformas” llevan su paso, se formalizan y ya vendrán sus peripecias e implicaciones de instrumentación… pero eso no es todo.
Los costos ya se anuncian con muchas reformas y poca gobernanza, muchas promesas y muy muy poca economía o por qué no llamarle desempleo, subempleo y empleo barato los que lo han obtenido, pobreza y mucha televisión y propaganda. Sabemos que esto no les asusta a los dueños del dinero y del poder político, sabedores son de que en la individualización de las angustias no se fragua ninguna revolución y todos deberán de aguantarse con lo que les toca, si es que les toca algo que no sean sus penurias. Y sabemos también que igualmente se piensa que no hay por qué hacer aspavientos de una situación que se da en otros lados, que no son problemas de México sino de todos lados, que ese es el sentido de las exigencias de hoy y el curso de la historia presente, empero, esa es una manera de verlo y de decirlo al amparo de la falta de información y sí, de conciencia y organización de las sociedades de base, pero también una forma simple y burda de entenderlo por parte de los gobernantes pues ahí no termina la historia y ciertamente no hay señales de que será a la manera de una revolución como se supuso bajo la influencia socialista más no por ello es válido pensar y actuar tan irresponsablemente.
La crisis a la que se le ha sometido a la Eurozona apunta a complicaciones de ingobernabilidad que no de la revolución socialista pero tampoco de la gobernación estable de los tradicionalmente poderosos y eso debería de preocuparnos a todos. A cinco años de haberse abierto la crisis de los países desarrollados en Estados Unidos y a poco menos en Europa, Italia escenifica una compulsión extendida en todo su territorio con riesgo de extenderse allende sus fronteras.
El control vertical coercitivo o mediante compra de voluntades sin acuerdos ni institución de éstos devine debacle. La modernización tiene otras bases y otra orientación. Las Reformas Estructurales, que se requieren para reconstituir estructuras no pueden ser reducidas a acomodos internos de negocios y controles políticos con cambalaches al postor más cercano del exterior esa es una manera premoderna de asumir la acción del Estado, muy ignorante de la historia, desconocedora de la reestructuración geoeconómica mundial en curso y profundamente irresponsable sobre las necesidades sociales de nuestro país.

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