Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

No han recibido ayuda en tres meses, se queja una familia damnificada en Chilpancingo

La familia damnificada Nava Jiménez dijo que a tres meses y cinco días de la tormenta Manuel, ninguna instancia gubernamental le ha brindado apoyo para rescatar su casa y enseres domésticos.
“Aquí sólo vienen cuando necesitan votos, pero para ayudarnos no se acercan, tenemos que ir a rogar por ayuda”, agregó doña Adela Jiménez, mientras arreglaba sus trastes en una cocina improvisada con techo de lona plastificada.
La familia regresó a la Barranca del Tule, 20 días después de permanecer en tres albergues distintos que administraba el Ayuntamiento capitalino, donde aseguran haber recibido maltratos y haberse enfermado por la comida en mal estado.
Adela relató que ya cumplieron 15 años viviendo en la barranca, y nunca habían sido testigos de un destrozo semejante al que provocó la tormenta, pero lo peor comenzó 20 días después, cuando la tierra reblandecida comenzó a moverse debajo de sus pies.
Dijo que los primeros 20 días nadie de la Secretaría de Desarrollo Social se acercó para levantar el censo, sólo cuando la hija menor estuvo presionado a los visitadores a que llagaran a su casa, obtuvieron el folio para ser reubicados.
“Después de esa lucha no ha pasado nada, no recibimos apoyo de la tarjeta de enseres domésticos, no fuimos beneficiados con empleo temporal”, comentó una de las hijas.
La familia sobrevive porque el padre trabaja barriendo tres veces a la semana, después de que su jefa le quitó tres días de trabajo semanales por no haberse presentado durante la contingencia, por lo que gana 500 pesos a la semana, con lo que comen los cinco integrantes de la familia.
Ante un panorama devastado por el movimiento silencioso de la tierra, la familia sólo tiene la esperanza de que el gobierno federal, por medio del Ayuntamiento capitalino cumpla su palabra de reubicarlos.
“Nosotros dormimos con miedo, sólo escuchamos como truena la tierra por la noche, y los clavos salen volando”, describió.
El padre se turna con la mamá para vigilar el sueño de sus hijos y prevenir algún accidente por la noche, ya que han sido testigos del desplazamiento de la tierra y cómo ha transformado la barranca.
Adela dijo que no quieren vivir ahí, que están dispuestos a salir de lugar, siempre y cuando les den otro donde vivir, porque no tienen la capacidad económica para adquirir un nuevo terreno.
Relató que la barranca se fue transformando día con día; se iban moviendo las paredes de madera de las casas donde viven unas 25 familias, sin causar ningún accidente serio pero sí destruyendo sus propiedades, los jardines, las paredes, las mallas ciclónicas y hasta estructuras de material.
El movimiento de la tierra ha provocado también conflictos entre los colonos, ya que los terrenos se han movido y los límites ya no son los mismos, lo que a causado peleas entre ellos, para saber donde están exactamente sus terrenos.
Los vecinos critican que el reparto de apoyos se haya dado entre personas que no lo merecían, ya que varias viviendas de material que no resultaron afectadas son las que recibieron los tres apoyos que entregó el gobierno federal, mientras los que a quienes perdieron sus casas no se les ha entregado nada.
La familia coincidió que incluso hay “tráfico de influencias” porque se les da el apoyo a quienes tiene relación de cerca con los trabajadores del Ayuntamiento capitalino.
“Las casas que no fueron afectadas son las que recibieron el apoyo del gobierno, no nos dieron nada a nosotros”, concluyó doña Adela. (Anarsis Pacheco Pólito / Chilpancingo).

468 ad