Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Octavio Klimek Alcaraz

La laguna de Tixtla

En una reunión en un café de Chilpancingo, conversando con mi padre el Dr. Ricardo Klimek Gamas, me comentó sobre sus propuestas para manejar de manera sostenible la laguna de Tixtla. Por supuesto, me interesó, ya que además de estar en uno de los valles más hermosos de este país, hay amor hacia esa tierra, ya que es la cuna de mi abuelo materno. Es también el origen de hombres y mujeres, que no sólo son orgullo de los guerrerenses, sino también del país entero, por lo que la nación entera tiene una deuda con Tixtla.
Debo contextualizar, que la formación académica de mi padre es formalmente universal, no conozco asunto técnico y científico en las ciencias naturales, sociales y exactas en que no tenga algo que señalar con seriedad y profundidad. El asunto es que en el valle de Tixtla, siendo muy joven realizó trabajos ingenieriles de fotointerpretación y fotogrametría, por lo que conoce muy bien las características del valle y su laguna.
Sabiendo todo ésto, le pregunté sobre la problemática actual de inundaciones en Tixtla. Él me respondió apoyado en rápidos cálculos sobre la mesa, y la conclusión a la que llegué es que por lo menos deben ser conocidas sus opiniones por quienes están tomando decisiones para reducir el riesgo de inundaciones en Tixtla. Hago aquí una exposición de estas propuestas, esperando sean del interés de los lectores, si hay errores en los cálculos son atribuibles a mi persona.
El valle de Tixtla se caracteriza por ser una cuenca cerrada, una cuenca endorreica, es decir, las aguas pluviales que se precipitan en el valle van a escurrir hacia sus partes más bajas para formar una laguna, ya que en el valle no tienen una salida superficial. Otras cuencas endorreicas conocidas, por ejemplo, son las del Valle de México, con un grupo original de numerosas lagunas, hoy casi todas extinguidas, o la de lagos como Cuitzeo, Pátzcuaro y Zirahuén. Ninguna de las lagunas ubicadas en estas cuencas se ha salvado de malas decisiones realizadas por los seres humanos, que han potenciado su deterioro ecológico. Se tiene un enorme problema cultural para hacer comprender que es mejor convivir en la naturaleza, que ir contra ella y tratar de dominarla, lo que es por cierto ingenuo, en las escalas de tiempo humanas, ya que la naturaleza siempre gana a los humanos. Por eso, es siempre divertido e interesante ver programas documentales sobre megaestructuras, ya que en un tiempo corto, en las escalas de tiempo de la naturaleza, dichas megaestructuras, quedan como simples monumentos arqueológicos.
Aquí se debe señalar que la laguna de Tixtla hasta ahora ha sido poco intervenida en cuanto a su manejo hidráulico. Año con año subía y bajaba de nivel, llegaba hasta cierto límite y dependiendo de los niveles de precipitación alcanzaba a inundar algunos sectores de la ciudad de Tixtla. La gente sabía de ello y convivían en cierta forma con el riesgo de la inundación por la laguna. Pero este año las lluvias fueron intensas, provocando inundaciones de la laguna, tanto por su gran duración, como por el tamaño de la superficie inundada en áreas y sectores de la ciudad de Tixtla, que no se tenía memoria. El daño a los bienes de las personas y a los servicios básicos ha sido de grandes proporciones y obviamente lo deseable es que no se vuelva a repetir.
Sin entrar en grandes detalles, se puede presuponer que han existido modificaciones al entorno de la laguna. Por un lado, es bastante probable que la laguna esté siendo sobrefertilizada debido al ingreso de materiales orgánicos por aguas negras domésticas, agroquímicos y basura. Pero, seguramente el mayor impacto humano se da por azolvamiento del vaso de la laguna debido al aporte de sedimentos producidos por la deforestación y erosión de los suelos de las laderas del valle.
Es decir, la laguna es como una cubeta a la que el ingreso de azolve la va quitando volumen para el agua que le llega y por tanto se desborda. Vamos a suponer que la laguna tenga históricamente 300 hectáreas, de superficie lacustre, la llegada del agua de lluvias de manera extraordinaria le hizo abarcar unas 200 has. más, para llegar a 500 has. de superficie máxima con inundaciones. Siguiendo está idea de que son 200 has. de aumento (2 millones de metros cuadrados), si fuera un promedio de 1 metro de tirante de agua o profundidad en esa superficie, estaríamos hablando de que fuera de la cubeta salieron 2 millones de metros cúbicos de agua. Esto tendría que medirse con precisión para estimar la superficie inundada y los niveles de las marcas de la inundación.
Esto nos llevaría a que si al vaso histórico de la laguna de 300 has. (3 millones de metros cuadrados), se le saca un metro de profundidad de azolve se estaría dejando espacio en la cubeta de la laguna de 3 millones de metros cúbicos. Suficiente para contener el volumen de agua de 2 millones de metros cúbicos, que ahora no pudo contener, con un 50 por ciento más de volumen para tener un buen rango de seguridad ante el riesgo de inundación.
Habría que precisar todas estas cifras. Se requiere primero que nada un levantamiento batimétrico, verificable por supuesto por terceros, para estimar la profundidad máxima, media y mínima de la laguna. Esto permite saber el volumen preciso de agua que contiene la laguna tanto en su máxima como mínima dimensión.
Lo interesante es darle un sentido social y productivo al azolve que se extraiga de la laguna, para mitigar el riesgo de inundaciones. Obvio que no se trata de impulsar la bien llamada “draga de oro”, que ha sido sinónimo de corruptelas y estupideces económicas, técnicas y ecológicas a lo largo y ancho del país. Lo que propone mi padre es que en la laguna de Tixtla se diseñe y desarrolle con el auxilio del azolve dragado, un sistema de chinampas y canales para acuicultura, con encierros de carpa o tilapia. En las chinampas se puede realizar producción agrícola y pecuaria de pequeñas especies. Todo esto ya lo probaron primero que nada los antiguos habitantes de Tenochtitlán, y sigue vivo en Xochimilco y Tláhuac.
Cabe hacer notar que un equipo coordinado por mi padre, a mediados de los 80 del siglo pasado, realizaron en el lago de Pátzcuaro un proyecto de chinampas y acuicultura en canales utilizando el uso de los equipos de dragado para dicho fin, todo ésto con resultados exitosos en producción acuícola y pesquera. Lo tengo bien presente ya que un servidor participó en su servicio social como biólogo, junto con jóvenes técnicos acuícolas del Conalep de Páztcuaro en dicho proyecto.
Creo que por lo menos debemos debatir las diversas propuestas técnicas existentes, así como los costos-beneficios ecológicos, económicos y sociales de estas propuestas. Necesitamos conocer todos los proyectos para Tixtla y sus costos, luego salen con proyectos que son paliativos caros y mal diseñados en términos sociales, ecológicos y económicos. El objetivo es buscar realmente el manejo sostenible e integral de las cuencas, en este caso la del Valle de Tixtla. Esperemos que se escuchen las propuestas de mi padre y su equipo de académicos de primer nivel, en un debate serio y formal entre los diversos equipos técnicos que están trabajando.
Recuérdese que los eventos extraordinarios de lluvias y sequías en Guerrero dejarán de serlo; la naturaleza no está jugando con el cambio climático. Si se siguen tomando malas decisiones por los seres humanos, a los que habrá que ponerles nombre y apellido, los desastres también serán mayores.

P.D. Aprovecho para desear una feliz Navidad a quienes hoy me leen, así como para todos sus seres queridos.

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