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La playa Papagayo, llena de familias que decidieron amanecer en Navidad en el puerto

Mariana Labastida

Luego de la cena de Nochebuena, familias decidieron amanecer en la Navidad en Acapulco, por lo que viajaron durante la madrugada y mañana para disfrutar de las playas del puerto.
En la playa Papagayo, además de las hieleras con refrescos y cervezas, empaques de pan, galletas, pollos rostizados, sillas plegables y sombrillas también había andaderas, bastones y sillas de ruedas de los adultos mayores que fueron llevados por su familia a disfrutar del sol, arena y mar.
Víctor Abrajam Abrajam salió de Tixtla, con los ocho integrantes de su familia, a las 5 de  la mañana, “queríamos amanecer en Acapulco” dice mientras su familia guarda todo dentro de la camioneta en la que viajaron.
Un petate, una hielera, balones, ropa de playa, toallas, chanclas y zapatos es lo que se ve en la cajuela de la camioneta donde está sentado uno de los hijos de Víctor, cambiándose para emprender el viaje de regreso a casa después de estar cinco horas en Acapulco. Las mujeres de la familia aprovechan los últimos minutos para comprar y escogen un vestido rosa para la más pequeña de las integrantes; tiene que regresar a casa antes de que termine el día porque hoy deben de regresar a trabajar.
En la playa, la familia Sánchez Ávila se va acomodando. Salieron del Distrito Federal a las 2 de la mañana en un viaje que tienen como tradición y por ello después de cenar, intercambiar regalos y descansar un poco, abordaron sus dos vehículos.
Marcos y María Elena son los jefes de la familia, tienen cinco hijos y cada uno viene con su parentela. En total son 17 personas, entre adultos y niños, los que viajaron para disfrutar la Navidad en la playa.
Los Sánchez llegaron a la playa luego de buscar un hotel para hospedarse. Estarán en Acapulco hasta el viernes y lamentaron no haber visto el espectáculo de los globos gigantes, “lo que nos tocó fue el tráfico”, dice bromeando uno de los jóvenes al recordar que estaban entrando al puerto a las 9 de la mañana.
Ellos llegaron con cervezas, refrescos y aguas a la playa, rentaron un toldo para cubrirse de el sol, en el cual se instaron colocando toallas y ropa a secar después de que algunos se cambiaron tras bañarse en el mar. Compraron fueron campechanas y otros platillos del mar para comer.
Cerca del Asta Bandera, a unos pasos de las olas están los Ramírez. Ellos vienen en excursión y llegaron a Acapulco el día 24 a las 6 de la mañana, pasaron el día en la playa y en la noche para la cena: “fue de traje, cada quien trajo lo que pudo para cenar”, dijo Antonio Ramírez, mientras los niños juegan a unos metros para no perderlos por la cantidad de personas que se bañan y los vendedores informales que invaden la playa.
Los visitantes y residentes caminan buscando un lugar donde sentarse. La playa Papagayo está llena, no hay sillas o sombrillas para rentar, son tres filas las que hay por donde pasan una y otra vez los vendedores de donas, churros, nieves, chilate, llaveros, batas, trajes de baño, paletas, campechanas, quesadilas, fruta, entre otros productos.
Hay a quienes la cantidad de personas en la playa no los limitó y así les ocurrió a los Aguirre Rivera, que llegaron a Acapulco el 18 para un festejo de 15 años de una de las integrantes de su familia que radica en el puerto, y decidieron quedarse a pasar la celebración de Nochebuena y están pensando en quedarse también para Fin de Año.
El mayor de los integrantes Camilio, de 87 años, baja por la rampa de acceso a la playa que está junto al Asta Bandera con ayuda de su andadera metálica. Va paso a pasito sintiendo el sol en la cara y sonriendo a quien los saluda y con cuidado para no resbalar o que lo vayan a empujar.

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